Los ministros del Evangelio, como mensajeros de Dios a sus semejantes, no deben nunca perder de vista su misión ni sus responsabilidades. Si pierden su conexión con el cielo, están en mayor peligro que los demás, y pueden ejercer mayor influencia para mal. Satanás los vigila constantemente, esperando que se manifieste alguna debilidad, por medio de la cual pueda atacarlos con éxito. OE17
miércoles, 6 de octubre de 2010
99. “La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor.”
No hay nada mejor que empezar el día con un pensamiento bíblico. Escogí hoy Prov. 15:1.
“La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor.” El viejo dicho brasileño dice que "Cuando uno no quiere, dos no pelean". Es simple y al mismo tiempo, profundo. Es una manera popular de presentar lo que Salomón dijo hace siglos. No hay corazón que no se conmueva ante una respuesta amable. La vida es como un espejo. Recibimos de vuelta la imagen que proyectamos. Las palabras duras producen reacciones agresivas. Las palabras suaves producen actitudes gentiles.
El adjetivo duro en hebreo es éseb, que también puede ser traducido como "que provoca dolor". Las palabras son como cuchillos de doble filo, sirven para el bien o para el mal. Apaciguan o enfurecen los ánimos. Conciertan relaciones o las destruyen. Traen alegría o provocan dolor.
Piensa en las veces en que podrías haber usado la palabra de un modo más edificante. No te proyectes a un tiempo lejano, piensa en lo que sucedió ayer u hoy, con tu esposa o con tus hijos. Cuando las flechas envenenadas del furor traten de alcanzarte, usa como escudo protector la respuesta blanda, suave. No entres en el juego de la provocación. Responder en el mismo tono, dejándote llevar por la pasión del momento, no es evidencia ni de sabiduría ni de valor. Tú puedes vencer a los otros y ser considerado fuerte, pero si te vences a ti mismo serás poderoso. Este tipo de victoria solo se la puede alcanzar con la ayuda del Todopoderoso.
El control de las palabras comienza con el control de las emociones, y eso es obra del Espíritu Santo. Encuentro a menudo personas que me dicen: "Yo sé que mis palabras dichas de manera inapropiada me crean problemas, pero no consigo hacer nada para cambiar esta situación".
Esa es la diferencia entre el humanismo y el cristianismo. Mientras el primero deja toda la responsabilidad sobre sus hombros, colocando su interior como fuente del poder, el cristianismo enseña que el poder no proviene de dentro de uno, sino de arriba. El cambio de temperamento es un acto divino. Dios usa como instrumento la voluntad humana, pero la criatura no pasa de ser un medio. La fuente del poder es Dios.
Inicia las actividades de este día colocando tu voluntad bajo el control divino. Deja que Jesús viva en ti y controle tus palabras, porque "La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor".
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario