Los ministros del Evangelio, como mensajeros de Dios a sus semejantes, no deben nunca perder de vista su misión ni sus responsabilidades. Si pierden su conexión con el cielo, están en mayor peligro que los demás, y pueden ejercer mayor influencia para mal. Satanás los vigila constantemente, esperando que se manifieste alguna debilidad, por medio de la cual pueda atacarlos con éxito. OE17
miércoles, 6 de octubre de 2010
94. “Claman los justos, Jehová oye, y los libra de todas sus angustias.”
Hoy quiero meditar contigo en Sal 34:17.
“Claman los justos, Jehová oye, y los libra de todas sus angustias.”
No conozco ningún cristiano que no enfrente dificultades en esta vida. ¿Tú conoces a alguno? El versículo de hoy nos enseña cómo enfrentar las tribulaciones y salir victoriosos. Este texto presenta tres verbos: clamar, escuchar y librar. El primero de ellos se refiere a la responsabilidad humana: Clamar. Dios no puede hacer nada por quien cree que no necesita ayuda. Aquí está el peligro de pensar que tú eres la fuente de la energía interior, o que la solución está dentro de ti mismo. Esa es la idea que el humanismo enseña. Miles de personas andan por la vida tratando de encontrar "luz", "aura", "energía" y descubren que están vacías y derrotadas. La promesa del salmista es para los que claman, porque reconocen que necesitan ayuda. La actitud divina es doble: primero escuchar, después librar.
¡Cuántos problemas humanos se resuelven por el simple hecho de que alguien escuchó a la persona! Hay profesionales que hacen dinero, solo porque conocen el arte de escuchar. ¡Cuántos jóvenes caen víctimas de las drogas, solo porque nadie los escucha! ¿Estás tú escuchando a tu hijo o a tu cónyuge? Muchos problemas podrían evitarse si aprendiéramos a escucharnos unos a otros. Aprende a escuchar. El mejor órgano de comunicación no es la lengua, sino el oído. Dios está siempre listo para escucharte.
Pero el texto va más lejos. Dice que él te libra de las tribulaciones. A veces, con el simple hecho de escucharte. Cuando tú hablas con él a través de la oración y después quedas en silencio tratando de oír su voz, el Señor va colocando tus pensamientos y sentimientos en orden y tú te levantas de los momentos de meditación con la decisión correcta para las circunstancias confusas por las que estás pasando. "Claman los justos". No basta clamar, es preciso ser justo, y para ser justo todo lo que necesitas hacer es abrir el corazón a Jesús, y decirle: "Señor, aquí estoy, nada soy y nada tengo. Soy apenas de barro. ¿Puedes hacer algo de este simple barro?"
No tengas miedo ante la montaña de dificultades que se presenta ante ti. Si Dios sacó a David de la caverna de Adulam, donde estaba escondido con miedo de sus enemigos, ciertamente te llevará a ti también a la victoria. No olvides que: "Claman los justos, y Jehová oye, y los libra de todas sus angustias".
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