Los ministros del Evangelio, como mensajeros de Dios a sus semejantes, no deben nunca perder de vista su misión ni sus responsabilidades. Si pierden su conexión con el cielo, están en mayor peligro que los demás, y pueden ejercer mayor influencia para mal. Satanás los vigila constantemente, esperando que se manifieste alguna debilidad, por medio de la cual pueda atacarlos con éxito. OE17
miércoles, 6 de octubre de 2010
93. “Justas son todas las razones de mi boca; no hay en ellas cosa perversa ni torcida.”
No hay nada mejor que empezar el día con un pensamiento bíblico. Escogí hoy Prov. 8:8
“Justas son todas las razones de mi boca; no hay en ellas cosa perversa ni torcida.”
Aprendí, cometiendo errores, que las palabras son trascendentales en la vida de una persona. Guardo recuerdos tristes de palabras que no debería haber dicho. Descubrí que soy apenas un ser humano y que transito una larga jornada de crecimiento.
El sabio Salomón, a lo largo de todo el libro de Proverbios, parece decir: Vigila tus palabras y serás feliz. En el versículo de hoy habla de palabras justas. La justicia no es tan solo rectitud, es también exactitud. Las palabras justas son palabras que encajan, que caben perfectamente en el lugar donde son colocadas. Las palabras que son correctas en una ocasión, pueden ser incorrectas y estar fuera de lugar en otras. La sabiduría coloca en los labios la palabra justa en el momento adecuado.*
Salomón contrasta la justicia con la perversidad. Afirma que en sus palabras no hay "cosa perversa ni torcida". La palabra torcida, en hebreo espathal, que se refiere a una cuerda cuyo hilo está tan finamente entrelazado que nadie consigue identificar un hilo del otro. Esta es una figura para ilustrar las palabras torcidas, el lenguaje doble, una buena, otra mala, una seria, otra frívola. Hay conversaciones maliciosas que dan a entender una cosa, pero que quieren decir otra.
Las personas que no viven en comunión con Jesús, que es la sabiduría de Dios, usan el lenguaje como una trampa, "plantan verde para recoger maduro". A veces consiguen lo que quieren, pero lo que alcanzan no les satisface. Quedan con el sabor amargo de una victoria hueca. La vida de una persona sabia es una vida de crecimiento. Siempre tiene nuevos horizontes a ser alcanzados en todas las áreas de la vida. Cada día es un nuevo desafío, con nuevas metas y nuevas propuestas. Esa persona sabe que "de la abundancia del corazón, habla la boca" y, por eso, lleva su corazón a Jesús.
Haz de este día un día de victoria y de crecimiento. Vigila tus intenciones y tus palabras. Llena tu corazón del amor de Dios y transborda amor a los que encuentres en tu camino. Di como Salomón: "Justas son todas las razones de mi boca; no hay en ellas cosa perversa ni torcida".
'Cf. Prov. 25:11.
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