jueves, 19 de noviembre de 2009

8 ¡ MARANATA ELSEÑOR VIENE ! "Enfrentamos una Crisis"


ENFRENTAMOS UNA CRISIS
¡Ay del día! porque cercano está el día de Jehová, y vendrá como destrucción por el Todopoderoso. (Joel 1: 15).
Al unir un eslabón con otra en la cadena de los acontecimientos, desde la eternidad pasada a la eternidad futura, las profecías que el gran YO SOY dio en su Palabra nos dicen dónde estamos hoy en la procesión de los siglos y lo que puede esperarse en el tiempo futuro. Todo lo que la profecía predijo como habiendo de acontecer hasta el momento actual, se lee cumplido en las páginas de la historia, y podemos tener la seguridad de que todo lo que falta por cumplir se realizará en su orden.
Hoy las señales de los tiempos declaran que estamos en el umbral y de acontecimientos grandes y solemnes. En nuestro mundo, todo está en agitación. Ante nuestros ojos se cumple la profecía por la cual el Salvador anunció los acontecimientos que habían de preceder su venida: "Y oiréis guerras, y rumores de guerras. . . Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares" (Mat. 24: 6, 7).
El momento actual es de interés abrumador para todos los que viven. Los gobernantes y los estadistas, los hombres que ocupan puestos de confianza y autoridad, los hombres y mujeres pensadores de todas las clases, tienen la atención fija en los acontecimientos que se producen en derredor nuestro. Observan la intensidad que se apodera de todo elemento terrenal, y reconocen que algo grande y decisivo está por acontecer, que el mundo se encuentra en vísperas de una crisis estupenda.
La Biblia, y tan sólo la Biblia, presenta una visión correcta de estas cosas. En ella se revelan las grandes escenas finales de la historia de nuestro mundo. . . cuya aproximación hace temblar la tierra y desfallecer de temor los corazones de los hombres.*
Hoy los hombres y las naciones son probados por la plomada que está en la mano de Aquel que no comete error. Por su propia elección, cada uno decide su destino, y Dios lo rige todo para cumplir sus propósitos.*
Los cristianos deben prepararse para lo que pronto ha de estallar sobre el mundo como sorpresa abrumadora, y deben hacerlo estudiando diligentemente la Palabra de Dios y esforzándose por conformar su vida con sus preceptos.* 67

REMEDIO PARA LA ENFERMEDAD DEL PECADO
Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite. (Isa. 1: 5, 6).
Hay un remedio para el alma enferma de pecado. Ese remedio está en Jesús. ¡Precioso Salvador! Su gracia basta para los más débiles; y los más fuertes deben recibir también su gracia o perecer.
Vi cómo se puede obtener esta gracia. Id a vuestra cámara, y allí a solas, suplicad a Dios: "Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí" (Sal. 51: 10). Tened fervor y sinceridad. . . Como Jacob luchad en oración. Agonizad. En el huerto Jesús sudó grandes gotas de sangre; pero habéis de hacer un esfuerzo. . .
No permita Dios que yo deje de amonestaros. Jóvenes amigos, buscad al Señor de todo corazón. Acudid a él con celo, y cuando sintáis sinceramente que sin la ayuda de Dios habríais de perecer, cuando le anheléis a él como el ciervo anhela las corrientes de agua, entonces el Señor os fortalecerá prestamente. Entonces vuestra paz sobrepujará todo entendimiento. Si esperáis la salvación, debéis orar. Tomad tiempo para ello. No os apresuréis ni seáis negligentes en vuestras oraciones. Rogad a Dios que obre en vosotros una reforma cabal, para que los frutos de su Espíritu moren en vosotros y permanezcáis como luminarias en el mundo. No seáis un estorbo ni una maldición. ¿Os dice Satanás que no podéis disfrutar de la salvación, plena y gratuitamente? No le creáis. Vi que es privilegio de todo cristiano gozar de las profundas emociones del Espíritu de Dios. Una paz dulce y celestial invadirá la mente y os deleitaréis en meditar en Dios y en el cielo. Os regocijarán las gloriosas promesas de su Palabra. . .
Si los que profesan ser cristianos aman más a Jesús que al mundo, se deleitarán al hablar de él como de su mejor amigo, en quien concentran los más caros afectos. El acudió en su auxilio cuando ellos se sintieron perdidos y a punto de perecer. Cuando estaban cansados y agobiados por el pecado, se volvieron hacia él. Él quitó su carga de la culpabilidad del pecado. . . y desvió toda la corriente de sus afectos. Aborrecen ahora las cosas que una vez amaron, y aman las cosas que aborrecían.* 68

VIDA NUEVA
De cierto, de cierto te digo, que el que no naciera de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. . . Os es necesario nacer de nuevo. (Juan 3: 5, 7).
El que está tratando de alcanzar el cielo por sus propias obras observando la ley, está intentando lo imposible. No hay seguridad para el que tenga sólo una religión legal, sólo una forma de la piedad. La vida del cristiano no es una modificación o mejora de la antigua, sino una transformación de la naturaleza. Se produce una muerte al yo y al pecado, y una vida enteramente nueva. Este cambio puede ser efectuado únicamente por la obra eficaz del Espíritu Santo. . .
Puede ser que una persona no pueda decir exactamente la ocasión ni el lugar en que se convirtió, ni distinguir todas las circunstancias de su conversión; pero esto no significa que no se haya convertido. Mediante un agente tan invisible como el viento, Cristo obra constantemente en el corazón. Poco a poco, tal vez inconscientemente para quien las recibe, se hacen impresiones que tienden a atraer el alma a Cristo. . . Repentinamente, al presentar el Espíritu un llamamiento más directo, el alma se entrega gozosamente a Jesús. Muchos llaman a esto conversión repentina; pero es el resultado de una larga intercesión del Espíritu de Dios; es una obra paciente y larga.
Aunque el viento mismo es invisible, produce efectos que se ven y sienten. Así también la obra del Espíritu en el alma se revelará en toda acción de quien haya sentido su poder salvador. Cuando el Espíritu de Dios se posesiona del corazón, transforma la vida. Los pensamientos pecaminosos son puestos a un lado, las malas acciones son abandonadas; el amor, la humildad y la paz, reemplazan a la ira, la envidia y las contenciones. La alegría reemplaza a la tristeza, y el rostro refleja la luz del cielo. Nadie ve la mano que alza la carga, ni contempla la luz que desciende de los atrios Celestiales. La bendición viene cuando por la fe el alma se entrega a Dios, Entonces ese poder que ningún ojo humano puede ver, crea un nuevo ser a la imagen de Dios.
Es imposible para las mentes finitas comprender la obra de la redención. Su misterio supera al conocimiento humano; sin embargo, el que pasa de muerte a vida comprende que es una realidad divina. * 69

LO MÁS IMPORTANTE DE LA VIDA
Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. (Mat. 6: 33).
Este es el primer gran propósito: El reino de los cielos, la justicia de Cristo. Todos los otros propósitos que debemos alcanzar deben ocupar un lugar secundario.
Satanás presentará como difícil la senda de la santidad, mientras los senderos del placer mundanal están tapizados de flores. El tentador desplegará el mundo con sus placeres delante de vosotros, con colores falsos y lisonjeros. La vanidad es uno de los rasgos más fuertes de nuestra naturaleza depravada, y él sabe que puede recurrir a ella con éxito. Os va a adular por medio de sus instrumentos. Recibiréis alabanza que agradará vuestra vanidad y fomentará vuestro orgullo y estima propia, para que penséis que con semejantes ventajas y atractivos es realmente una gran lástima que salgáis del mundo y os separéis de él para convertiros en cristianos. . . Pero considerad que los placeres de la tierra terminarán, y que también cosecharéis lo que sembráis. ¿Son vuestros atractivos personales, vuestra habilidad o vuestros talentos, demasiado valiosos para dedicarlos a Dios, el Autor de vuestro ser, el que os cuida a cada momento? ¿Son vuestras cualidades demasiado preciosas para consagrarlas al Señor?
Los jóvenes insisten en que necesitan algo para avivar y divertir la mente. Descubrí que hay placer en la actividad productiva, que hay satisfacción en una vida dedicada a la utilidad. Pero hay quienes insisten todavía en que deben tener algo. . . hacia lo cual pueda volverse la mente en busca de alivio y refrigerio, en medio de los cuidados y la fatigosa labor. Lo que se necesita precisamente es la esperanza cristiana. La religión demostrará al creyente que es consoladora, una guía segura hacia la Fuente de la verdadera felicidad. Los jóvenes debieran estudiar la Palabra de Dios y dedicarse a la meditación y la oración, y descubrirán que no pueden emplear de mejor manera sus momentos libres. Jóvenes amigos, debéis dedicar tiempo a probaros a vosotros mismos, a ver si permanecéis en el amor de Dios. Sed diligentes, para aseguraros de vuestra vocación y elección.*
Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia. Haced de esto lo primero y lo último.* 70

LA PERLA INMACULADA
También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró. (Mat. 13: 45, 46).
Cristo mismo es la perla de gran precio. . . La justicia de Cristo, cual pura y blanca perla, no tiene defecto ni mancha. Ninguna obra humana puede mejorar el grande y precioso don de Dios. Es perfecto. En Cristo "están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento" (Col. 2: 3). El "nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención" (1 Cor. 1: 30). Todo lo que puede satisfacer las necesidades y los anhelos del alma humana, para este mundo y para el mundo venidero, se halla en Cristo. Nuestro Redentor es una perla tan preciosa que en comparación con ella todas las demás cosas pueden reputarse como pérdida. . .
En la parábola, la perla no es presentada como dádiva. El tratante la compró a cambio de todo lo que tenía. Muchos objetan el significado de esto, puesto que Cristo es presentado en las Escrituras como un don. Él es un don, pero únicamente para aquellas que se entregan a él sin reservas, en alma, cuerpo y espíritu. Hemos de entregarnos a Cristo para vivir una vida de voluntaria obediencia a todos sus requerimientos. Todo lo que somos, todos los talentos y facultades que poseemos son del Señor, para ser consagrados a su servicio. Cuando de esta suerte nos entregamos por completo a él, Cristo, con todos los tesoros del cielo, se da a sí mismo a nosotros. Obtenemos la perla de gran precio. . . En el mercado administrado por la misericordia divina, la perla preciosa se representa vendiéndose sin dinero y sin precio. En este mercado, todos pueden obtener las mercancías del cielo. La tesorería que guarda las joyas de la verdad está abierta para todos. . . La voz del Salvador nos invita con amor fervoroso: "Yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico" (Apoc. 3: 18). . .
El más pobre es tan capaz de comprar la salvación como el más rico; porque no se puede conseguir por ninguna cantidad de riqueza mundanal. La obtenemos por una obediencia voluntaria, entregándonos a Cristo como su propia posesión comprada. . .
No podemos ganar la salvación, pero debemos buscarla con tanto interés y perseverancia como si abandonáramos todas las cosas del mundo por ella.* 71

CRISTO, EL ÚNICO SALVADOR
El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados. (Col. 1: 13, 14).
No importa quiénes seáis, o qué haya sido vuestra vida, sólo podéis ser salvos de acuerdo con el método señalado por Dios. Debéis arrepentiros; debéis caer desvalidos sobre la Roca, Cristo Jesús. Debéis sentir necesidad de un médico y del único remedio para el pecado: La sangre de Cristo. Este remedio sólo se puede obtener mediante arrepentimiento ante Dios y fe en nuestro Señor Jesucristo . . . La sangre de Cristo sólo tendrá valor para los que sientan necesidad de su poder purificador.
¡Qué amor supremo y qué condescendencia, que cuando no merecíamos en absoluto la misericordia divina, Cristo estuvo dispuesto a realizar nuestra redención! Pero nuestro gran Médico requiere de cada alma sumisión absoluta. Nunca debemos extender una receta para nuestro propio mal. Cristo debe disponer plenamente de la voluntad y de la acción. . .
Podemos vanagloriarnos. . . de que nuestro carácter moral ha sido correcto y que no necesitamos humillarnos delante de Dios como los pecadores comunes, pero debemos estar contentos de poder entrar en la vida en la misma forma que el principal de los pecadores. Debemos renunciar a nuestra propia justicia y rogar que se nos impute la de Cristo. Debemos depender totalmente de Jesús para recibir fortaleza. El yo debe morir. Debemos reconocer que todo lo que tenemos procede de las sobreabundantes riquezas de la gracia divina. El lenguaje de nuestros corazones debe ser: "No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, por tu misericordia, por tu verdad" (Sal. 115: 1).
El amor sigue a la fe genuina, y la obediencia al amor. Todas las facultades y pasiones del hombre convertido quedan bajo el dominio de Cristo. Su Espíritu es un poder renovador, que transforma de acuerdo con la imagen divina a todos los que lo reciben. . .
"Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado" (1 Juan 3: 9). Comprende que ha sido comprado por la sangre de Cristo y que está comprometido por los votos más solemnes a glorificar a Dios en su cuerpo y en su espíritu, que son del Señor. El amor al pecado y al yo están subyugados en él.* 72

GUSTAD VOSOTROS MISMOS
Gustad, y ved que es bueno Jehová; dichoso el hombre que confía en él. (Sal. 34: 8).
¿Cómo podemos conocer por nosotros mismos la bondad y el amor de Dios? El salmista no nos dice: "Oye y sabe, lee y sabe, cree y sabe", sino: "Gustad, y ved que es bueno Jehová". En lugar de apoyaros en palabras ajenas, gustad vosotros mismos.
La experiencia es el conocimiento que resulta de lo que uno prueba. Lo que se necesita ahora es religión experimental. . . Algunos -sí, muchos- tienen un conocimiento teórico de la verdad religiosa, pero jamás han experimentado el poder renovador de la gracia divina en sus corazones. Creen en la ira de Dios, pero no hacen esfuerzos fervientes para huir de ella. Creen en el cielo, pero no hacen ningún sacrificio para obtenerlo. . . Saben cuál es el remedio del pecado, pero no lo usan. Saben lo que es recto, pero no tienen inclinación por ello. Todo su conocimiento no hará más que aumentar su condenación. Jamás han gustado ni sabido por experiencia que Dios es bueno.
Llegar a ser discípulos de Cristo implica negar el yo y seguir a Jesús, sin importarnos si esto nos va a dar buena o mala reputación. . . Toda complacencia acariciada, que estorbe nuestra vida religiosa, debe ser eliminada. El precio de la vida eterna es infinito. ¿Haremos esfuerzos y sacrificios proporcionados al valor del propósito que queremos alcanzar?
Toda relación que entablemos, por limitada que sea, ejerce alguna influencia sobre nosotros. La amplitud de nuestro sometimiento a esa influencia estará determinada por el grado de intimidad, la constancia de la relación y el temor y la veneración que manifestemos hacia esa persona. De la misma manera, mediante el conocimiento y la relación con Cristo llegaremos a ser semejantes a él, el Ejemplo intachable.
¡Cuán inexpresablemente preciosa es la comunión con Cristo! Tenemos el privilegio de gozar de esa comunión si la buscamos y hacemos cualquier sacrificio para obtenerla.*
Así, pues, cada cual puede, mediante su propia experiencia, atestiguar "que Dios es veraz" (Juan 3: 33). . . Podemos dar este testimonio: "Necesitaba ayuda, y la encontré en Jesús. Suplió todas mis necesidades, satisfizo el hambre de mi alma. . . Creo en Jesús porque para mí es un Salvador divino".* 73

CIUDADANOS DEL REINO
Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios. (Efe. 2: 19).
Jesús dice: "He aquí yo vengo pronto" (Apoc. 22: 12). Debemos tener siempre presentes estas palabras, y obrar como quienes creen de veras que la venida del Señor se acerca, y que somos peregrinos y advenedizos en la tierra.*
Debemos aprovechar diligentemente todo medio de gracia para que el amor de Dios abunde más y más en el alma, "para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo, llenos de frutos de justicia" (Fil. 1: 10, 11). Vuestra vida cristiana debe asumir formas vigorosas y robustas. Podéis alcanzar la alta norma que se os presenta en las Escrituras, y debéis hacerlo si queréis ser hijos de Dios. No podéis permanecer quietos; debéis avanzar o retroceder. . .
¿Queréis tener un crecimiento cristiano raquítico, o queréis hacer sanos progresos en la vida divina? Donde hay salud espiritual hay crecimiento. El hijo de Dios crece hasta la plena estatura de un hombre o una mujer en Cristo. No hay limite para su mejoramiento.*
Algunas personas que deberían ser fuertes y estar bien cimentadas en Cristo, son como bebés en lo que se refiere al entendimiento y el conocimiento experimental de las obras del Espíritu de Dios. Después de muchos años de experiencia, apenas llegan a poseer las primeras nociones de ese gran sistema de fe y doctrina que constituye la religión cristiana. No comprenden en qué consiste la perfección del carácter que recibirá esta elogiosa aprobación: "Bien hecho". . . *
Tenemos que ganar grandes victorias, o perder el cielo. El corazón carnal debe ser crucificado; porque tiende hacia la corrupción moral, y el fin de ella es la muerte. . . Orad para que las poderosas energías del Espíritu Santo, con todo su poder vivificador, recuperador y transformador, caigan como un choque eléctrico sobre el alma paralizada, haciendo pulsar cada nervio con nueva vida, restaurando todo el hombre, de su condición muerta, terrenal y sensual a una sanidad espiritual. Así llegaréis a ser participantes de la naturaleza divina. . . y en vuestras almas se reflejará la imagen de Aquel por cuyas heridas somos sanados.* 74

CONOZCAMOS MEJOR A DIOS
Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien has enviado. (Juan 17: 3).
Sólo si conocemos a Dios aquí podemos prepararnos para salir a su encuentro cuando venga. . . Pero muchos de los que profesan creer en Cristo no conocen a Dios. Su religión es meramente superficial. No aman a Dios; no estudian su carácter; por lo tanto, no saben cómo confiar, cómo mirar y vivir. No saben lo que es el amor que confía, o lo que significa avanzar por fe. No aprecian ni aprovechan las oportunidades de escuchar y recibir los mensajes del amor de Dios. No pueden comprender que tienen el deber de recibir, para poder enriquecer a los demás.
La sabiduría del mundo no logra conocer a Dios. Muchos han hablado con elocuencia acerca de él, pero sus razonamientos no acercan a los hombres a Dios, porque ellos mismos no tienen una relación vital con él. Al pretender ser sabios, llegan a ser insensatos. Su conocimiento de Dios es imperfecto. No concuerdan con él. *
No podemos descubrir a Dios mediante la investigación. Pero él se ha revelado en su Hijo, que es el resplandor de la gloria del Padre y la expresa imagen de su persona. Si deseamos un conocimiento de Dios, debemos ser como Cristo. . . El vivir una vida pura por fe en Cristo como Salvador personal, llevará al creyente a un concepto más claro y elevado de Dios.*
Cristo es una perfecta revelación de Dios. "A Dios nadie le vio jamás -dice él-; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer" (Juan 1:18). Sólo si conocemos a Cristo podremos conocer a Dios. Y a medida que lo contemplemos, seremos transformados a su imagen, preparados para salir a su encuentro cuando venga. . .
Ahora es el tiempo de preparación para la venida de nuestro Señor. La preparación para salir a su encuentro no se obtiene en un momento. Como preparación para esa solemne escena debe haber espera y vigilancia, combinadas con ferviente trabajo. Así los hijos de Dios lo glorifican. En medio de las activas escenas de la vida, se escucharán sus voces con palabras de ánimo, esperanza y fe. Todo lo que tienen y son está consagrado al servicio del Maestro. Así se preparan para salir al encuentro de su Señor.

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