Los ministros del Evangelio, como mensajeros de Dios a sus semejantes, no deben nunca perder de vista su misión ni sus responsabilidades. Si pierden su conexión con el cielo, están en mayor peligro que los demás, y pueden ejercer mayor influencia para mal. Satanás los vigila constantemente, esperando que se manifieste alguna debilidad, por medio de la cual pueda atacarlos con éxito. OE17
jueves, 19 de noviembre de 2009
6 ¡ MARANATA ELSEÑOR VIENE !¿Hay Ídolos Aquí?
¿HAY ÍDOLOS AQUÍ?
Hijitos, guardaos de los ídolos. (1 Juan 5: 21).
Cada verdadero hijo de Dios será aventado como trigo, y en el proceso del aventamiento debe sacrificarse cada placer acariciado que aparte la mente de Dios. Muchas familias tienen sus estantes, anaqueles y mesas llenos de ornamentos y retratos... De este modo los pensamientos que deberían dirigirse hacia Dios y los intereses celestiales, son atraídos hacia cosas comunes. ¿No es ésto una especie de idolatría? El dinero que se ha gastado en esta forma, ¿no debería haberse empleado para bendecir a la humanidad, para aliviar a los que sufren, para vestir a los desnudos y alimentar a los hambrientos? ¿No debería haberse puesto en la tesorería del Señor para promover su causa y edificar su reino en la tierra?
Este asunto reviste una gran importancia, y os es presentado a fin de salvaros del pecado de la idolatría. Vuestras almas recibirán bendiciones si obedecéis la Palabra pronunciada por el Santo de Israel: "No tendrás dioses ajenos delante de mí" (Exo. 20: 3). Muchas personas están creando para sí preocupaciones y ansiedades innecesarias al dedicar tiempo y consideración a los adornos superfluos que llenan sus casas. Se requiere el poder de Dios para apartarlas de su devoción, porque esto constituye en todo sentido una idolatría.
Aquel que escudriña los corazones desea rescatar a su pueblo de toda clase de idolatría. Que la Palabra de Dios, el Libro bendito de vida, ocupe las mesas que ahora están llenas de adornos inútiles. Gastad vuestro dinero en adquirir libros que sirvan para esclarecer la mente en lo que atañe a la verdad presente. . . Apoderaos de la Palabra de Dios como el tesoro de amor y sabiduría infinita; éste es el Libro guía que muestra el camino hacia el cielo. . .
¡Cómo quisiera que investigaseis las Escrituras con una actitud de oración en vuestros corazones, y con un espíritu de entrega a Dios! ¡Ojalá escudriñaseis vuestros corazones como si contaseis con la ayuda de una vela encendida, para descubrir y romper hasta los hilos más finos que os unen a los hábitos mundanales que apartan de Dios la mente! Rogad a Dios que os muestre cada práctica que aleje de él vuestros pensamientos y afectos.* 47
ESCUDRIÑA TU PROPIO CORAZÓN
Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados? (2 Cor. 13: 5).
Nada es más traicionero que la falacia del pecado. Es el dios de este mundo que nos engaña, ciega y conduce a la destrucción. Satanás no expone todas sus tentaciones a la vez. Las disfraza con una máscara de bien. . . Las almas engañadas dan un paso y se preparan para el siguiente. . . Oh, ¡cómo acecha Satanás para ver cuán fácilmente se toma su carnada, y para ver a las almas andar precisamente en la senda que él ha preparado! . . .
Existe la necesidad de examinarse íntimamente y de preguntarse a la luz de la Palabra de Dios: ¿Soy íntegro o corrupto de corazón? ¿Estoy renovado en Cristo o soy todavía carnal de corazón, cubierto sólo exteriormente con un vestido nuevo? Acercaos al tribunal de Dios y observad, como a la luz de Dios, si hay algún pecado secreto, alguna iniquidad, algún ídolo que no hayáis sacrificado. Orad, sí, orad como nunca antes para que no seáis engañados por los ardides de Satanás; para que no os entreguéis a un espíritu descuidado, indiferente, vano...
Uno de los pecados que constituyen una de las señales de los últimos días es que los cristianos profesos son amadores de los placeres más que de Dios. Tratad sinceramente con vuestras propias almas. Investigad cuidadosamente. Cuán pocos, después de un examen fiel, puede levantar la vista al cielo y decir:. . . "No soy amador del placer más que de Dios". Cuán pocos pueden decir: "Estoy muerto para el mundo. . . Mi vida está escondida con Cristo en Dios, y cuando Aquel que es mi vida aparezca, yo también apareceré con él en gloria".
¡El amor y la gracia de Dios! ¡Oh preciosa gracia más valiosa que el oro fino! Eleva y ennoblece el espíritu por encima de todos los demás principios. Coloca el corazón y los afectos en el cielo. Mientras los que nos rodean se ocupan en vanidades mundanas, placeres y frivolidades, nuestra conversación está en el cielo, de donde esperamos al Salvador; el alma se dirige a Dios para obtener perdón y paz, justicia y verdadera santidad. El trato con Dios y la contemplación de las cosas de arriba transforman el alma a la semejanza de Cristo.* 48
PREGUNTAS ESCRUTADORAS
¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño. (Sal. 24: 3, 4).
Un alma unida con Cristo. . . luchará contra toda transgresión y toda insinuación del pecado. Llega a ser cada día más semejante a una luz refulgente, llega a ser cada día más victorioso. Va avanzando de fuerza en fuerza, no de debilidad en debilidad.
Que nadie engañe a su propia alma en este asunto. Si albergáis orgullo, estima propia, amor a la supremacía, vanagloria, ambición impía, murmuración, descontento, amargura, maledicencia, mentira, engaño, calumnia, Cristo no está morando en vuestro corazón. . . Debéis tener un carácter cristiano que prevalezca. . .
Debe haber completa conversión entre los que pretenden conocer la verdad; de otra manera, caerán en el día de la prueba. El pueblo de Dios debe alcanzar una norma elevada. Debe ser nación santa, pueblo adquirido por Dios, linaje escogido, celoso de buenas obras.
Cristo no murió por vosotros para que pudierais tener las pasiones, los gustos y los hábitos de los hombres del mundo. . .
Nadie entra por los portales de gloria a menos que oriente su corazón en esa dirección. Meditad entonces en estas preguntas: ¿Ocupan las cosas terrenales vuestro primer interés? ¿Son puros vuestros pensamientos? ¿Estáis respirando la atmósfera del cielo? ¿Lleváis con vosotros las miasmas de la corrupción? . . . ¿Sois fervientes y consagrados? ¿Estáis sirviendo a Dios con pureza y en la hermosura de la santidad? Preguntaos sinceramente: ¿Soy yo un hijo de Dios, o no lo soy?. . .
Necesitamos una reforma cabal en todas nuestras iglesias. El poder convertidor de Dios debe entrar en la iglesia. . . No posterguéis el día de la preparación. No dormitéis desapercibidos, sin tener aceite en las vasijas con vuestras lámparas. . . No permitáis que este asunto quede en peligrosa incertidumbre. Preguntaos a vosotros mismos con fervor: ¿Estoy yo entre los salvados, o entre los perdidos? ¿Estaré en pie o no estaré? Sólo el limpio de manos y puro de corazón estará en pie en aquel día.* 49
¿TE ATREVERÁS A SER DIFERENTE?
Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable. (1 Ped. 2: 9).
La advertencia de que el Hijo del hombre pronto aparecerá en las nubes del cielo, se ha convertido para muchos en un relato familiar. Han abandonado su postura expectante y vigilante. El espíritu egoísta y mundano que se manifiesta en la vida, revela los sentimientos del corazón: "Mi Señor se tarda en venir" . . .
El mismo espíritu de egoísmo y conformidad con las costumbres del mundo que existía en los días de Noé, se manifiesta en nuestros días. Muchos que profesan ser hijos de Dios se dedican a los asuntos mundanos con un entusiasmo que niega su profesión de fe. Estarán plantando y edificando, comprando y vendiendo, comiendo y bebiendo, casándose y dándose en casamiento, hasta el último momento de su tiempo de prueba. Esta es la condición de muchísimos de nuestros hermanos. Debido a que abunda la iniquidad, el amor de muchos se enfría. . .
Mi alma se apesadumbra cuando contemplo la tremenda falta de espiritualidad que se manifiesta entre nosotros. Las modas y costumbres del mundo, el orgullo, el amor a los entretenimientos, el amor a la ostentación, la extravagancia manifestada en la forma de vestir, en las casas, en las tierras adquiridas, todas estas cosas están drenando la tesorería del Señor, desviando hacia la gratificación del yo los medios que deberían ser empleados para enviar la luz de la verdad al mundo. Los propósitos egoístas tienen prioridad. . .
Los hijos de la luz y del día no deben amontonar en torno de ellos las sombras de la noche y las tinieblas que rodean a los obradores de iniquidad. Por el contrario, deben permanecer fielmente de pie en su puesto de deber, como portaluces, reuniendo la luz de Dios para proyectarla hacia los que están en tinieblas. El Señor requiere que su pueblo mantenga su integridad, sin tocar -es decir, sin imitar- las costumbres de los impíos.
Los cristianos deben ser en este mundo "nación santa, pueblo adquirido", para manifestar las alabanzas del que los llamó "de las tinieblas a su luz admirable".* 50
DESARRAIGAD TODA SEMILLA DE DUDA
No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa . . . Nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma. (Heb. 10: 35-39).
Vi que ya estamos en el tiempo del zarandeo. Satanás está trabajando con todo su poder para arrebatar las almas de las manos de Cristo e inducirlas a pisotear al Hijo de Dios. . .
Se está desarrollando el carácter. Los ángeles de Dios están evaluando la dignidad moral. Dios está probando a su pueblo. El ángel me transmitió estas palabras: "Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio" (Heb. 3: 12-14). A Dios le desagrada cuando algunos de los miembros de su pueblo, que han conocido el poder de su gracia, comienzan a hablar de sus dudas, y al hacerlo, se transforman en canales de Satanás, por medio de los cuales él puede transmitir sus sugerencias a otras mentes. Cuando se siembra una semilla de incredulidad y maldad, no se arraiga rápidamente. Satanás la nutre a cada instante, hasta que florece y se fortalece. La buena semilla necesita que se la alimente, se la riegue y se la cuide con ternura; porque se arrojan a su alrededor toda clase de influencias ponzoñosas con el propósito de impedirle crecer para causarle la muerte. Los esfuerzos de Satanás son más poderosos que nunca, porque sabe que es corto el tiempo de que dispone para engañar. . .
Se me mostró la recompensa de los santos, la herencia inmortal. Entonces se me mostró cuánto tuvo que soportar el pueblo de Dios por causa de la verdad, y que de todos modos pueden considerar bastante barato el cielo. Reconocieron que los sufrimientos de este tiempo presente no son nada en comparación con la gloria que ha de ser manifestada en ellos. El pueblo de Dios será probado en estos últimos días. Pero pronto vendrá su última prueba, y entonces recibirán el don de la vida eterna.* 51
¿GIGANTES O ENANOS ESPIRITUALES?
Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios. (2 Cor. 7: 1).
El Señor reprende y corrige a los que profesan observar su ley. Señala sus pecados y presenta su iniquidad, porque desea separar de ellos todo pecado y perversidad, a fin de que perfeccionen la santidad en su temor, y estén preparados para morir en el Señor, o ser trasladados al cielo. Dios los reprende y corrige, a fin de que sean refinados, santificados, elevados, y finalmente exaltados a su propio trono.*
Dios no aceptará nada que no sea pureza y santidad; una mancha, una arruga, un defecto de carácter, nos apartarán del cielo para siempre, con todas sus glorias y sus tesoros.*
La mayoría de los que profesan ser cristianos no tienen idea de la fuerza espiritual que podrían tener si fuesen tan ambiciosos, celosos y perseverantes para alcanzar el conocimiento de las cosas divinas como lo son para obtener las miserables y perecederas cosas de esta vida. Las masas que profesan ser cristianas se satisfacen con su condición de enanos espirituales. No están dispuestas a buscar primeramente el reino de Dios y su justicia; de ahí que la piedad sea para ellas un misterio oculto e incomprensible. No conocen a Cristo por experiencia.*
Se ha hecho amplia provisión para todos los que sincera, ferviente y meditativamente se dedican a la tarea de perfeccionar la santidad en el temor de Dios. Fuerza, gracia y gloria han sido provistas por medio de Cristo, para que los ángeles ministradores las lleven a los herederos de la salvación. Nadie es tan miserable, corrompido y vil, que no pueda encontrar en Jesús, que murió por él, fortaleza, pureza y justicia, si quiere abandonar sus pecados, dejar la senda de la iniquidad y volverse con plena decisión del corazón al Dios viviente. Espera para quitarles sus vestiduras, manchadas y contaminadas por el pecado, para revestirlos de las blancas y resplandecientes túnicas de justicia; y los intima a vivir, no a morir. En él pueden florecer . Sus ramas no se secarán ni serán infructíferas. Si moran en él, podrán extraer savia y nutrición de él, e imbuidos de su espíritu, caminar como él anduvo, vencer como él venció, y ser exaltados a su diestra.* 52
¿SABIOS O INSENSATOS?
Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. (Mat. 25: 1, 2).
No debemos descansar en la idea de que porque somos miembros de la iglesia ya estamos salvos, mientras no damos evidencias de que nos estamos conformando a la imagen de Cristo, mientras nos aferrarnos de nuestros antiguos hábitos e introducimos en nuestra trama las hebras de las ideas y las costumbres del mundo. . .
Las diez vírgenes están en guardia en el atardecer de la historia de la tierra. Todas pretenden ser cristianas. Todas han sido llamadas, tienen un nombre, una lámpara, y pretenden servir a Dios. Aparentemente todas aguardan su aparición. Pero cinco son deficientes. Cinco, sorprendidas y angustiadas, se encontrarán fuera del lugar del banquete. . .
Somos representados ya sea por las vírgenes prudentes o por las insensatas. Hay muchos que no permanecen a los pies de Jesús para aprender de él. No conocen sus caminos; no están preparados para su venida. La espera del Señor es fingida. No han velado y orado con esa fe que obra por el amor y purifica el alma. Han vivido una vida descuidada. Han escuchado la verdad y han estado de acuerdo con ella, pero nunca la han incorporado a su vida práctica. . . El aceite de la gracia no ha alimentado sus lámparas, ni están preparadas para entrar en la cena de bodas del Cordero. . .
No seáis como las vírgenes insensatas, que dan por sentado que las promesas del Señor les pertenecen, mientras no siguen las intimaciones de Cristo. Jesús nos enseña que la profesión de fe no vale nada. "Si alguno quiere venir en pos de mí -dice él-, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame" (Mat. 16: 24).
Cuando pasemos por la prueba refinadora de Dios, por su proceso purificador; cuando el fuego del crisol consuma la escoria y surja el oro fino de un carácter purificado, seguiremos diciendo, con Pablo: "No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo. . . Una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús" (Fil. 3: 12-14).* 53
AHORA, CASI AHORA MISMO
Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir. (Mat. 25:13).
La venida de Cristo se producirá, por así decirlo, a la medianoche, cuando todos duermen. Será bueno que todos tengan sus cuentas arregladas antes de la puesta del sol. Todas sus obras deben ser rectas, todos sus tratos, justos, entre ellos y sus semejantes. Toda deshonestidad, toda costumbre pecaminosa debe ser puesta de lado. El aceite de la gracia debe estar en las vasijas, con nuestras lámparas. . . Triste ciertamente será la condición del alma que haya tenido apariencia de piedad pero que haya negado la eficacia de ella; que haya llamado a Cristo: "Señor, Señor", y que sin embargo no tenga ni su imagen ni su inscripción. . .
Dios en su gracia nos concede un día de prueba, un tiempo de prueba. Nos extiende la invitación: "Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano" (Isa. 55: 6). . .
Hoy llama la voz de la misericordia, y Jesús atrae a los hombres con las cuerdas de su amor; pero va a llegar el día cuando Jesús se va a ataviar con ropajes de venganza. . . La maldad del mundo crece cada día, y cuando llegue a ciertos límites, se cerrarán los registros y se ajustarán las cuentas. No habrá más sacrificio por el pecado. El Señor viene. Por mucho tiempo la misericordia ha extendido una mano de amor, de paciencia y tolerancia, hacia un mundo culpable. Se ha dado la invitación: "Que se acojan a mi fortaleza" (Isa. 27: 5, versión Straubinger). Pero los hombres han actuado con temeridad frente a su misericordia y han rechazado su gracia.
¿Por qué ha demorado tanto el Señor su venida? Toda la hueste del cielo espera que se cumpla la última obra en favor de este mundo perdido, y no obstante la tarea sigue inconclusa. Se debe a que los pocos que profesan tener el aceite de la gracia en sus vasijas juntamente con sus lámparas, no se han convertido en antorchas para arder y resplandecer en el mundo. Se debe a que los misioneros son pocos. . .
"El que persevere hasta el fin, éste será salvo" (Mat. 10: 22).
Verifica a ver si tenéis el aceite de la gracia en vuestros corazones. Su posesión establecerá una enorme diferencia con respecto a vosotros en el juicio.* 54
LA ÚLTIMA VIGILIA
Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana; para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo. (Mar. 13: 35, 36).
Se me mostró un grupo. . . Sus ojos estaban dirigidos hacia el cielo, y las palabras de su Maestro estaban en sus labios: "Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad" (Mar. 13: 37). . . El Señor ha ordenado un receso antes de que amanezca plenamente. Pero no quiere que nadie dé lugar al cansancio, ni que abandone su ferviente vigilancia, debido a que la mañana no llega tan pronto como la esperaba. . .
Vi que es imposible que los afectos e intereses se entretejan con los cuidados de esta vida, que las posesiones terrenales sigan aumentando y que al mismo tiempo se pueda permanecer en actitud de espera y vigilancia, como el Señor lo ha ordenado. Dijo el ángel: "Sólo podrán lograr un mundo. Para conseguir el tesoro celestial, deben sacrificar el terrenal. No pueden poseer los dos mundos". . .
Vi que pasaba una vigilia tras otra. ¿Debiera disminuir la vigilancia por causa de eso? ¡Oh, no! Hay mayor necesidad de una alerta incesante ahora, porque disponemos de menos tiempo que cuando terminó la primera vigilia. . . Si velamos en forma constante en ese entonces, cuánto más necesitamos duplicar la vigilancia en esta segunda vela. La conclusión de ésta dará lugar a la tercera, y no tenemos excusa para disminuir nuestra vigilancia. La tercera vela implica una triple dedicación a la tarea. Si nos impacientamos ahora, perderemos todo el provecho de la vigilancia ferviente y perseverante que hemos sostenido hasta ahora. . .
Por medio de nuestra actitud vigilante, debemos demostrar que somos verdaderamente extranjeros y peregrinos en la tierra. La diferencia que existe entre los que aman al mundo y los que aman a Cristo es evidente e inconfundible. Mientras los mundanos se dedican con todo entusiasmo ambición a obtener el tesoro terrenal, los miembros del pueblo de Dios no se conforman al mundo, sino que manifiestan mediante su actitud fervorosa, vigilante y expectante, que han sido transformados; que su hogar no se encuentra en este mundo, sino que están buscando una patria mejor, es a saber, la celestial.* 55
LA ÚNICA CONDUCTA SEGURA
Velad y orad, para que no entréis en tentación. (Mat. 26: 41).
¿Qué diré para despertar al pueblo remanente de Dios?. . . Insto a todos los que profesan el nombre de Cristo a que se examinen, y hagan una plena y cabal confesión de todos sus yerros, para que vayan delante de ellos al juicio, y el ángel registrador escriba el perdón frente a sus nombres.
Hermanos míos, si no aprovecháis estos preciosos momentos de misericordia, quedaréis sin excusa. Si no hacéis un esfuerzo especial para despertaros, si no manifestáis celo para arrepentiros, estos momentos áureos pasarán pronto, y seréis pesados en la balanza y hallados faltos. Entonces, vuestros gritos de agonía no os servirán de nada.*
Al exhortarnos a vigilar y orar, Jesús nos señala la única conducta segura. Necesitamos vigilar. Nuestros corazones son engañosos; estamos rodeados por las debilidades y fragilidades de la humanidad, y el propósito de Satanás es destruirnos. Aunque nosotros bajemos la guardia, nuestro adversario jamás estará ocioso. Puesto que estamos informados acerca de su incansable vigilancia, no durmamos, como los demás, sino "velemos y seamos sobrios". Tenemos que enfrentar el espíritu y la influencia del mundo, pero no debemos permitir que tome posesión de nuestra mente y nuestro corazón. *
Examinad escrupulosamente vuestro corazón a la luz de la eternidad. No escondáis nada. Examinadlo, ¡oh, sí! examinadlo como si en ello os fuera la vida, y condenaos, dictad sentencia sobre vosotros, y entonces, por fe, pedid que la sangre purificadora de Cristo elimine toda mancha de vuestro carácter cristiano. No os aduléis ni os excuséis. Tratad lealmente con vuestra propia alma. Entonces, al veros pecadores caed quebrantados a los pies de la cruz. Jesús os recibirá, tan contaminados como estáis, y os lavará con su sangre, y limpiará de vosotros toda contaminación, y os hará idóneos para participar de la compañía de los ángeles celestiales, en un cielo puro y armonioso. No hay contiendas ni discordias allí. Todo es salud, felicidad y gozo.*
Este mundo es una escuela en la cual nos preparamos para la escuela superior. Esta vida es una preparación para la vida venidera. Aquí hemos de preparamos para entrar en los atrios celestiales.
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