Los ministros del Evangelio, como mensajeros de Dios a sus semejantes, no deben nunca perder de vista su misión ni sus responsabilidades. Si pierden su conexión con el cielo, están en mayor peligro que los demás, y pueden ejercer mayor influencia para mal. Satanás los vigila constantemente, esperando que se manifieste alguna debilidad, por medio de la cual pueda atacarlos con éxito. OE17
jueves, 19 de noviembre de 2009
11 ¡ MARANATA ELSEÑOR VIENE ! "Motivados por el Amor"
MOTIVADOS POR EL AMOR
Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano. (1 Juan 4: 21).
El amor es la base de la piedad. Cualquiera que sea la profesión que se haga, nadie tiene amor puro para con Dios a menos que tenga amor abnegado para con su hermano. . . Cuando el yo está sumergido en Cristo, el amor brota espontáneamente. La plenitud del carácter cristiano se alcanza cuando el impulso a ayudar y beneficiar a otros brota constantemente de adentro, cuando la luz del cielo llena el corazón y se revela en el semblante. . .
Relacionados con Cristo, estamos relacionados con nuestros semejantes por los áureos eslabones de la cadena del amor. Entonces la piedad y la compasión de Cristo se manifestarán en nuestra vida. No esperaremos que se nos traigan los menesterosos e infortunados. No necesitaremos que se nos suplique para sentir las desgracias ajenas. Será para nosotros tan natural ministrar a los menesterosos y dolientes como lo fue para Cristo andar haciendo bienes. . .
La gloria del cielo consiste en elevar a los caídos, consolar a los angustiados. . . Dios no reconoce ninguna distinción por causa de la nacionalidad, la raza o la casta. Es el Hacedor de toda la humanidad. Todos los hombres son una familia por la creación, y todos son uno por la redención. Cristo vino para demoler todo muro de separación, para abrir todo departamento del templo, para que cada alma pudiese tener libre acceso a Dios. Su amor es tan amplio, tan profundo, tan completo, que penetra por doquiera. Libra de la influencia de Satanás a las pobres almas que han sido seducidas por sus engaños. Las coloca al alcance del trono de Dios, el trono circuido por el arco de la promesa. . .
Cristo está tratando de elevar a todos aquellos que quieran ser elevados a un compañerismo consigo, para que podamos ser uno con él, como él es uno con el Padre. Nos permite llegar a relacionarnos con el sufrimiento y la calamidad a fin de sacarnos de nuestro egoísmo; trata de desarrollar en nosotros los atributos de su carácter: la compasión, la ternura y el amor. . .
"Si guardares mi ordenanza -declara el Señor-, entre éstos que aquí están te daré lugar" (Zac. 3: 7), aun entre los ángeles que rodean su trono. Cooperando con los seres celestiales en su obra en la tierra, nos estamos preparando para su compañía en el cielo.* 100
EL TESTIMONIO EMPIEZA POR CASA
Sean nuestros hijos como plantas crecidas en su juventud, nuestras hijas como esquinas labradas como la de un palacio. (Sal. 144: 12).
Nuestra obra por Cristo debe comenzar con la familia, en el hogar. . . No hay campo misionero más importante que éste.*
Dichosos los padres cuya vida es un reflejo fiel de la vida divina, de modo que las promesas y los mandamientos de Dios despierten en los hijos gratitud y reverencia; dichosos los padres cuya ternura, justicia y longanimidad interpretan fielmente para el niño el amor, la justicia y la paciencia de Dios; dichosos los padres que al enseñar a sus hijos a amarlos, a confiar en ellos y a obedecerles, les enseñan a amar a su Padre celestial, a confiar en él y a obedecerle. Los padres que hacen a sus hijos semejante dádiva los enriquecen con un tesoro más precioso que los tesoros de todas las edades, un tesoro tan duradero como la eternidad.*
Dios quiere que todo niño de tierna edad sea su hijo, adoptado en su familia. Por muy jóvenes que sean, pueden ser miembros de la familia de la fe, y tener una experiencia muy preciosa. Pueden tener corazones tiernos y dispuestos a recibir impresiones duraderas. Pueden sentir sus corazones atraídos en confianza y amor hacia Jesús, y vivir para el Salvador. Cristo hará de ellos pequeños misioneros. Toda la corriente de sus pensamientos puede cambiarse, de manera que el pecado aparezca, no como cosa que se pueda disfrutar, sino a la cual hay que rehuir y odiar.*
Por precepto y por ejemplo, los padres han de enseñar a sus hijos a trabajar por los inconversos. Los niños deben ser educados de tal manera que simpaticen con los ancianos y afligidos y traten de aliviar los sufrimientos de los pobres y angustiados. . . Desde los primeros años debe inculcárseles la abnegación y el sacrificio en favor del bienestar ajeno y del progreso de la causa de Cristo, a fin de que sean colaboradores con Dios. . .
Dios quiere que las familias de la tierra sean un símbolo de la familia celestial. Los hogares cristianos, establecidos y dirigidos de acuerdo con el plan de Dios, se cuentan entre sus agentes más eficaces para formar el carácter cristiano y para adelantar su obra.* 101
UN MUNDO NECESITADO
Esperamos luz, y he aquí tinieblas; resplandores, y andamos en oscuridad. (Isa. 59: 9).
Muchos leen las Escrituras sin comprender su verdadero sentido. En todo el mundo hay hombres y mujeres que miran fijamente al cielo. Oraciones, lágrimas e interrogaciones brotan de las almas anhelosas de luz en súplica de gracia y de la recepción del Espíritu Santo. Muchos están en el umbral del reino esperando únicamente ser incorporados en él.*
En todas partes hay corazones que claman por algo que no poseen. Suspiran por una fuerza que les dé dominio sobre el pecado, una fuerza que los libre de la esclavitud del mal, una fuerza que les dé salud, vida y paz . Muchos que en otro tiempo conocieron el poder de la palabra de Dios, han vivido en lugares donde no se reconoce a Dios y ansían la presencia divina.
El mundo necesita hoy lo que necesitaba mil novecientos años atrás, esto es, una revelación de Cristo. Se requiere una gran obra de reforma y sólo mediante la gracia de Cristo podrá realizarse esa obra de restauración física, mental y espiritual.
Sólo el método de Cristo será el que dará éxito para llegar a la gente. El Salvador trataba con los hombres como quien deseaba hacerles bien. Les mostraba simpatía, atendía sus necesidades y se ganaba su confianza. Entonces les decía: "Seguidme".
Es necesario acercarse a la gente por medio del esfuerzo personal. . . Hay que aliviar a los pobres, atender a los enfermos, consolar a los afligidos y dolientes, instruir a los ignorantes y aconsejar a los inexpertos. Hemos de llorar con los que lloran y regocijarnos con los que se regocijan. Acompañada del poder de persuasión, del poder de la oración, del poder del amor de Dios, esta obra no será ni puede ser infructuosa.*
Los seres celestiales aguardan para cooperar con los agentes humanos, a fin de revelar al mundo lo que pueden llegar a ser los humanos, y lo que, mediante la unión con lo divino, puede llevarse a cabo para la salvación de las almas que están a punto de perecer. No tiene límite la utilidad de quien, poniendo el yo a un lado, da lugar a la obra del Espíritu Santo en su corazón y lleva una vida dedicada por completo a Dios.* 102
ENSEÑANDO DE CASA EN CASA
Nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas. (Hech. 20: 20).
Los miembros de nuestras iglesias deben hacer más trabajo de casa en casa, dando estudios bíblicos y repartiendo impresos. . . Al sembrar junto a todas las aguas, experimentaremos que "el que siembra generosamente, generosamente también segará" (2 Cor. 9: 6).
El ejemplo de Cristo debe ser seguido por los que dicen ser sus hijos. Socorred a los desvalidos, su agradecimiento derribará las barreras y os permitirá alcanzar su corazón. . .
Las mujeres, tanto como los hombres, pueden sembrar la verdad. . . Pueden realizar en las familias una obra que los hombres no pueden hacer, una obra que penetra hasta la vida interior. Pueden acercarse a los corazones de personas a las cuales los hombres no pueden alcanzar. su cooperación es necesaria. Las mujeres discretas y humildes pueden hacer una obra buena al explicar la verdad en los hogares. Así explicada, la Palabra de Dios obrará como una levadura, y familias enteras serán convertidas. . .
En el círculo de la familia, en el hogar de vuestro vecino, a la cabecera del enfermo, podéis con serenidad leer las Escrituras y decir una palabra en favor de Jesús y de la verdad. Así será sembrada la preciosa semilla que. . . brotará y dará fruto.
Debe hacerse obra misionera en muchos lugares que aparentemente prometen poco resultado. El espíritu misionero debe posesionarse de nuestras almas e impulsarnos a alcanzar cierta clase de personas en las que no habíamos pensado, y a trabajar en lugares y con recursos que no hubiésemos imaginado siquiera. El Señor tiene su plan para esparcir la semilla del Evangelio. Sembrando según su voluntad, multiplicaremos la semilla en tales proporciones que su Palabra podrá alcanzar a millones de personas que aún no han oído la verdad.*
Miríadas y miríadas de ángeles están listos para colaborar con los miembros de nuestras iglesias para comunicar la luz que Dios impartió generosamente para preparar a un pueblo para la venida de Jesús.*
Nuestras hermanas, las jóvenes, las de edad madura y las ancianas, pueden desempeñar una parte en la terminación de la obra para este tiempo; y al hacerlo, a medida que tienen oportunidad, obtendrán una experiencia del valor mas alto. Al olvidarse del yo crecerán en la gracia.* 103
TESTIMONIO DE CORAZÓN A CORAZÓN
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. (Juan 3: 16).
¿Por qué todos los que dicen amar a Dios no tratan de iluminar a sus vecinos y conocidos para que no descuiden esta gran salvación? Cristo se entregó a sí mismo para padecer una muerte de vergüenza y angustia, poniendo así de manifiesto el gran sufrimiento de su alma por la salvación de los que estaban a punto de perecer. Cristo puede, desea y anhela salvar a todos los que acuden a él. Hablad a las almas que están en peligro e inducidlas a contemplar a Jesús en la cruz, mientras muere para poder perdonar. Hablad al pecador con el corazón rebosante del tierno y compasivo amor de Cristo. Haya profundo fervor, pero no se oiga una sola nota áspera o estridente de parte del que está tratando de ganar al alma para que mire y viva.
Consagrad primero vuestra propia alma a Dios. Al contemplar a vuestro Intercesor en el cielo, permitid que se quebrante vuestro corazón. Entonces, enternecidos y subyugados, podréis dirigiros a los pecadores que se arrepienten como quienes han experimentado el poder del amor redentor. Orad con esas almas, llevándolas por fe al pie de la cruz; elevad sus mentes junto con la vuestra, para que contemplen con el ojo de la fe lo que vosotros miráis, es decir, a Jesús, el Portador del pecado. Apartad sus miradas de su pobre yo pecaminoso para que miren al Salvador, y la victoria estará ganada. contemplarán entonces por sí mismos al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Verán el Camino, la Verdad y la Vida. El Sol de Justicia derramará sus refulgentes rayos en su corazón. La fuerte corriente del amor redentor inundará el alma reseca y sedienta, y el pecador será salvo para Jesucristo.
Cristo crucificado: Hablad, orad, cantad acerca de él, y él quebrantará y ganará corazones. Este es el poder y la sabiduría de Dios para conquistar almas para Cristo. Las frases hechas, formales, la presentación de asuntos meramente argumentativos, harán poco bien. Cuando el enternecedor amor de Dios se encuentra en los corazones de los obreros, aquellos por quienes ellos trabajan lo perciben. Las almas están sedientas del agua de la vida. No seáis cisternas vacías. Si les reveláis el amor de Cristo, podréis guiar a las almas hambrientas y sedientas a Jesús, y él les dará el pan de vida y el agua de salvación.* 104
¡TOCAD LA ALARMA!
Tocad trompeta en Sion, y dad alarma en mi santo monte; tiemblen todos los moradores de la tierra, porque viene el día de Jehová, porque está cercano. (Joel 2: 1).
Ahora debemos concentrar nuestra atención en las cosas que conciernen a nuestro bienestar eterno. No podemos dar a las cosas celestiales el segundo lugar. . . Los juicios de Dios están en la tierra. Dirigen una solemne amonestación diciendo: "También vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis" (Mat. 24: 44).
Hay muchos, muchos en nuestras iglesias que saben poco del verdadero significado de la verdad para este tiempo. Yo los exhorto a no descuidar el cumplimiento de las señales de los tiempos, que dicen tan claramente que el fin está cerca. ¡Oh, cuántos que han procurado la salvación de su alma emitirán pronto esta amarga queja: "Pasó la siega, terminó el verano, y mi alma no está salvada"!
Estamos viviendo durante las escenas finales de la historia de esta tierra. La profecía se cumple rápidamente. El tiempo de prueba está pasando velozmente. No tenemos tiempo que perder, ni un solo momento. Nadie debe encontrarnos durmiendo en nuestro puesto. Nadie debe decir en su corazón o por medio de sus obras: "Mi Señor tarda en venir". Resuene en fervientes palabras de amonestación el mensaje del pronto retorno de Cristo. Persuadamos a hombres y mujeres por doquier que se arrepientan y huyan de la ira venidera. Instémoslos a prepararse inmediatamente. . . Salgan predicadores y miembros laicos a los campos maduros. Hallarán su mies doquiera proclamen las olvidadas verdades de la Biblia. Hallarán a los que han de aceptar la verdad y han de dedicar sus vidas a ganar almas para Cristo.
El Señor viene pronto, y debemos estar preparados para salir a su encuentro en paz. Resolvamos hacer todo lo que podamos para impartir luz a los que nos rodean. No debemos estar tristes, sino gozosos, y debemos tener al Señor Jesús siempre delante de nosotros.. . Debemos estar listos y esperar su venida. ¡Cuán glorioso será verle y recibir la bienvenida como sus redimidos! Hemos esperado mucho, pero nuestra fe no debe menguar. Si sólo podemos ver al Rey en su hermosura, seremos benditos para siempre. Siento que debo gritar: "¡Al hogar!" Se acerca el tiempo cuando Cristo vendrá con poder y gran gloria para llevar a sus redimidos a su eterno hogar.* 105
EL MENSAJE ESPECIAL DE DIOS PARA HOY
La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. (Rom. 13: 12).
En un tiempo como éste deberíamos tener un solo objetivo en vista: Emplear todo medio que Dios ha provisto para sembrar la verdad en los corazones de los hombres. . . Es deber de todo cristiano esforzarse al máximo para difundir el conocimiento de la verdad.*
Dios ha esperado largo tiempo, y todavía está esperando, que los seres que son suyos por creación y por redención escuchen su voz y le obedezcan como hijos amantes y dóciles que desean estar cerca de él y que la luz de su semblante los ilumine. Debemos llevar al mundo el mensaje del tercer ángel, amonestando a los hombres que no adoren a la bestia ni a su imagen e invitándolos a tomar ubicación entre los que "guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús" (Apoc. 14: 12). Dios no nos ha revelado cuándo terminará este mensaje o cuándo concluirá el tiempo de gracia. . . Nuestro deber consiste en velar, trabajar y esperar, y trabajar continuamente por las almas de los hombres que están a punto de perecer.
Ahora mismo debemos velar, trabajar y esperar. . . El fin de todas las cosas se acerca. . . El Espíritu del Señor está obrando para tomar la verdad de la Palabra inspirada y grabarla en el alma, de modo que los profesos seguidores de Cristo tengan un gozo santo y sagrado que puedan impartir a los demás. El momento oportuno para realizar nuestra obra es ahora, ahora mismo, entre tanto que el día dura. . .
Se necesita un testimonio más profundo, más decidido, más convincente del poder de la verdad, manifestado en la piedad práctica de los que profesan creerla. . .
Debemos tener la verdad implantada en el corazón, y debemos enseñarla a los demás tal como es en Jesús. El mundo está pasando por un período muy solemne, porque las almas están decidiendo cuál será su destino eterno. Satanás y sus ángeles están conspirando continuamente para invalidar la ley de Dios y esclavizar de esa manera las almas de los hombres mediante los afanes del pecado. La oscuridad que cubre la tierra es cada vez más densa, pero los que andan humildemente con Dios no tienen nada que temer.* 106
UN TIEMPO DE DECISIÓN
Escogeos hoy a quién sirváis. (Jos. 24: 15).
Hoy el mundo está loco: Una demencia se ha apoderado de hombres y mujeres, y los está precipitando hacia la ruina eterna. Prevalece toda clase de complacencia, y los hombres se han infatuado tanto con el vicio que no escuchan llamados ni amonestaciones.
El Señor dice a los habitantes de la tierra: "Escogeos hoy a quién sirváis". Todos están decidiendo ahora su destino eterno. Los hombres necesitan que se les haga comprender la solemnidad de la hora, la cercanía del día cuando terminará el tiempo de prueba. Dios no le da a nadie el mensaje de que pasarán cinco, diez o veinte años antes que termine la historia de esta tierra. No quiere dar excusa a ningún ser viviente para demorar la preparación para su advenimiento. No quiere que nadie diga, como el siervo infiel: "Mi Señor tarda en venir", pues esto conduce al temerario descuido de las oportunidades y los privilegios que se nos dan a fin de que nos preparemos para ese gran día. Todo aquel que pretende ser siervo de Dios, está llamado a prestar servicio como si cada día fuera el último. . .
Hablad de la pronta aparición del Hijo del hombre en las nubes del cielo con poder y gran gloria. No posterguéis aquel día. . .
Esta es la gran preocupación que cada cual debe sentir. ¿Están perdonados mis pecados? ¿Ha quitado mi culpa Cristo, el Portador del pecado? ¿Tengo yo un corazón limpio, purificado por la justicia de Cristo? ¡Ay del alma que no esté buscando refugio en Cristo! ¡Ay de los que de alguna manera apartan la mente de la obra e inducen a alguna alma a ser menos vigilante ahora. . .
La gran obra de la cual no debiéramos desviar nuestra mente consiste en averiguar cuál es nuestra situación personal frente a Dios. ¿Están asentados nuestros pies sobre la Roca de los siglos? ¿Nos estamos escondiendo en el único Refugio? La tormenta se avecina con furia implacable. ¿Estamos preparados para hacerle frente? ¿Somos uno con Cristo así como él es uno con el Padre? ¿Somos herederos de Dios y coherederos con Cristo?. . .
El carácter de Cristo debe ser el nuestro. Debemos ser transformados por la renovación de nuestro corazón. En esto consiste nuestra única seguridad. Nada puede separar a un cristiano viviente de Dios.* 107
VIVIR PARA SALVAR A OTROS
Si alguno quiere venir en pon de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. (Luc. 9: 23).
El pecado más difundido que nos separa de Dios y provoca tantos trastornos espirituales contagiosos, es el egoísmo. No se puede volver al Señor excepto mediante la abnegación. Por nosotros mismos no podemos hacer nada; pero si Dios nos fortalece, podemos vivir para hacer bien a otros, y de esta manera rehuir el mal del egoísmo. No necesitamos ir a tierras paganas para manifestar nuestros deseos de consagrarlo todo a Dios en una vida útil y abnegada. Debemos hacer esto en el círculo del hogar, en la iglesia, entre aquellos con quienes tratamos y con aquellos con quienes hacemos negocios. En las mismas vocaciones comunes de la vida es donde se ha de negar al yo y mantenerlo en sujeción.
Pablo podía decir: "Cada día muero" (1 Cor. 15: 31). Es esa muerte diaria del yo en las pequeñas transacciones de la vida lo que nos hace vencedores. Debemos olvidar el yo por el deseo de hacer bien a otros. A muchos les falta decididamente amor por los demás. En vez de cumplir fielmente su deber, procuran más bien su propio placer.
Dios impone positivamente a todos los que le siguen el deber de beneficiar a otros con su influencia y recursos, y de procurar de él la sabiduría que los habilitará para hacer todo lo que esté en su poder para elevar los pensamientos y los afectos de aquellos sobre quienes pueden ejercer su influencia. Al obrar por los demás, se experimentará una dulce satisfacción, una paz íntima que será suficiente recompensa. Cuando estén movidos por un elevado y noble deseo de hacer bien a otros, hallarán verdadera felicidad en el cumplimiento de los múltiples deberes de la vida. Esto les proporcionará algo más que una recompensa terrenal; porque todo cumplimiento fiel y abnegado del deber es notado por los ángeles, y resplandece en el registro de la vida.
En el cielo nadie pensará en sí mismo, ni buscará su propio placer; sino que todos, por amor puro y genuino, procurarán la felicidad de los seres celestiales que los rodeen. Si deseamos disfrutar de la sociedad celestial en la tierra renovada, debemos ser gobernados aquí por los principios celestiales.*
La mayor obra que puede hacerse en nuestro mundo consiste en glorificar a Dios viviendo el carácter de Cristo.
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