Los ministros del Evangelio, como mensajeros de Dios a sus semejantes, no deben nunca perder de vista su misión ni sus responsabilidades. Si pierden su conexión con el cielo, están en mayor peligro que los demás, y pueden ejercer mayor influencia para mal. Satanás los vigila constantemente, esperando que se manifieste alguna debilidad, por medio de la cual pueda atacarlos con éxito. OE17
miércoles, 16 de junio de 2010
36. “Te has enlazado con las palabras de tu boca, y has quedado preso en los dichos de tus labios.”
Mira lo que dice Prov. 6:2. “Te has enlazado con las palabras de tu boca, y has quedado preso en los dichos de tus labios.”
Nunca digas algo que necesite ser explicado. Las palabras sabias son claras, cristalinas y verdaderas. La mentira es como una tela de araña. Cuanto más intentas salir de ella, más preso quedas. Cuanto más explicas, más complicas.
La palabra es una de las mayores bendiciones del ser humano. Es el mayor y mejor instrumento de comunicación. A través de ella tú puedes dar a conocer los sentimientos más nobles o más bajos. Con la palabra tú construyes, diseñas y escribes los cuadros más bellos. Con ella también traicionas, desfiguras y engañas. En el versículo de hoy, el sabio Salomón presenta la palabra como instrumento de opresión. Irónico como pueda parecer, la víctima es el mismo dueño de la palabra.
El otro día leí la noticia de un niño de dos años que murió asfixiado con una bolsa de plástico. Me duele solo imaginar a aquella criatura queriendo sacar la cabeza, desesperada, tratando de respirar, mientras el plástico penetraba cada vez más en sus narices. El proverbio de hoy transfiere esta situación a la persona que habla sin pensar. Se asfixia en sus propias palabras. Se enreda, queda presa. La persona que miente, lo hace porque se siente insegura. Finge ser lo que no es. Pinta cuadros irreales, describe situaciones ficticias. Esconde la verdad por miedo. En realidad, no se acepta tal como es.
Cuando Jesús le dijo a la samaritana: "Vé, llama a tu marido, y ven acá", recibió como respuesta: "No tengo marido". Mentira. Tenía marido. Pero Jesús crea un clima de amor y seguridad para que ella abra el corazón. "Bien has dicho", afirma el Maestro.* El mira dentro de ella, mira su mundo lleno de sombras, inseguridades y temores. Jesús está siempre dispuesto a encaminar a las personas por la senda de la verdad, porque ese es el único camino de libertad y paz.
A partir de aquel momento, la samaritana ya no necesitaba mentir. Estaba libre. Ya no era prisionera de sus mentiras, sus medias verdades o simplemente de sus silencios. Encontrar a Jesús es encontrar la seguridad y la libertad. La vida se hace cristalina y las palabras transparentes. Recuerda el consejo del sabio: "Te has enlazado con las palabras de tu boca, y has quedado preso en los dichos de tus labios".
* Juan 4:16-18.
Alejandro Bullón
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Es curioso como muchos de nosotros tratamos a Jesús como si no nos conociera, supiera lo profundo de nuestro corazón, o como si ignorara nuestro pasado, el nos conoce, y en el caso particular de la samaritana, conoce nuestra intimidad, que bueno saber que podemos ser libres en su verdad, (si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres Juan 8:36 )
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