domingo, 6 de junio de 2010

24. “Porque no me afrentó un enemigo, lo cual habría soportado; ni se alzó contra mí el que me aborrecía, porque me hubiera ocultado de él.”


Sal. 55:12 dice: “Porque no me afrentó un enemigo, lo cual habría soportado; ni se alzó contra mí el que me aborrecía, porque me hubiera ocultado de él.”

Absalón, el hijo rebelde de David, avanzaba con sus ejércitos en dirección ' *a Jerusalén. El rey amaba la ciudad y sabía que si se quedaba allí para enfrentar al enemigo, la ciudad de Jerusalén sería destruida. De modo que, guiado por el buen sentido, inició la retirada. "David subió la cuesta de los Olivos; y la subió llorando, llevando la cabeza cubierta y los pies descalzos. También todo el pueblo que tenía consigo cubrió cada uno su cabeza, e iban llorando mientras subían. Y dieron aviso a David, diciendo: Ahitofel está entre los que conspiraron con Absalón".*

Ahitofel había sido hasta entonces miembro prominente del consejo real de David. El rey confiaba en él y su tristeza aumentó al sentirse traicionado por un amigo. Toda traición es dolorosa, y cuando el traidor es alguien en quien tú confías parece que el suelo tiembla bajo tus pies. No hay peores enemigos que aquellos que se fingen amigos. Porque ellos te conocen y saben cuáles son tus puntos frágiles. Observa la tristeza del rey: "Sino tú, hombre, al parecer íntimo mío, mi guía y mi familiar; que juntos comunicábamos dulcemente los secretos, y andábamos en amistad en la casa de Dios".**

Es asombroso saber que Ahitofel congregaba con David en la misma iglesia. También existen traidores en la iglesia, entre los que dicen ser cristianos. Asusta, pero es real. Hay personas que nunca permiten que el evangelio trabaje en su corazón, que viven un cristianismo teórico, de fachada, pero el corazón nunca fue convertido. El fin de Ahitofel fue triste. Acabó traicionándose a sí mismo. Se suicidó. La amistad es algo tan sagrado que el mismo Señor Jesucristo dice que es nuestro Amigo. Pero el traidor, por conveniencia, por envidia, o simplemente por maldad, pisa la tierra sagrada de la amistad para corromperla con la traición.

Si tú fuiste herido por la actitud desleal de un "amigo", pídele a Dios que te quite la amargura del corazón. Administra la traición con altruismo. Aprende a perdonar. Jesús aceptó que el traidor Judas participara de la última cena con él. No lo condenó. Dejó que la propia vida se encargase de cobrarle el precio de la traición.
2Sam. 15:30,31. "Sal 55:13, 14. 203

Alejandro Bullón

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