Los ministros del Evangelio, como mensajeros de Dios a sus semejantes, no deben nunca perder de vista su misión ni sus responsabilidades. Si pierden su conexión con el cielo, están en mayor peligro que los demás, y pueden ejercer mayor influencia para mal. Satanás los vigila constantemente, esperando que se manifieste alguna debilidad, por medio de la cual pueda atacarlos con éxito. OE17
domingo, 13 de junio de 2010
32. “Dad a Jehová la gloría debida a su nombre; adorad a Jehová en la hermosura de la santidad.”
“Dad a Jehová la gloría debida a su nombre; adorad a Jehová en la hermosura de la santidad.” Salmo 29: 2.
La alabanza es el instrumento divino para ayudarnos a enfrentar las tormentas de la vida. Los salmos nos muestran eso. La vida de David era una vida de persecución y lucha. Siempre, cuando se sentía abandonado, se preguntaba: "¿Por qué sucede esto conmigo?" Si el poeta Víctor Hugo viviese en los días de David, tal vez respondería: "los ojos no pueden ver bien a Dios, sino a través de lágrimas". Cuando todo anda bien damos por "entendido" que Dios está presente. Es necesario pasar por dificultades para ver al Señor como una realidad.
En el salmo de hoy, David alaba a Dios por la tormenta. La tempestad, el cielo oscuro, los relámpagos y los truenos, en vez de asustarlo, llevaron su espíritu a adorar. Es más, el salmista encontraba motivo para adorar a Dios en todo. En el Salmo 8, alaba por causa de la luna y las estrellas. En el Salmo 19, adora por causa del firmamento y, aquí en el Salmo 29, porque oye el ruido ensordecedor del trueno.
Una vida victoriosa necesita ser una vida de alabanza. La alabanza es la gratitud por la certeza de la existencia del sol, aunque sea de noche, o aunque la tormenta parezca dominar las circunstancias. En el versículo de hoy encontramos dos imperativos: Dar y adorar. Aunque parecidas, ambas palabras son similares, o tal vez diferentes, o complementarias. Una lleva a la otra.
Dar gloria es reconocer a Dios como Dios, y adorar es someterse a su voluntad. El es Dios y nosotros somos criaturas. El salmista, en un corto salmo, de apenas 11 versículos, reconoce a Dios como Señor 18 veces, y en 7 ocasiones menciona la "voz de Jehová". Su adoración no es solo palabras cargadas de emoción. Es la disposición de obedecer la "voz del Señor". Y cuando tú estás dispuesto a obedecer a Dios no tienes porqué temer delante de las tormentas de la vida. Jesús es tu piloto y llevará tu barco al puerto seguro.
¿Cuáles son los desafíos que tienes por delante hoy? ¿Te sientes pequeño ante las circunstancias? Reconoce a Dios como tu Dios. Acepta ser guiado por él y verás, más pronto de lo que piensas, el sol brillando Otra vez. Y no olvides: "Dad a Jehová la gloria debida a su nombre; adorad a Jehová en la hermosura de la santidad".
Alejandro Bullón
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Dios bendiga este blog y sea de bendicion para otros gracias hno. y quesea el senor quien prospere su palabra en los corazones.
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