Los ministros del Evangelio, como mensajeros de Dios a sus semejantes, no deben nunca perder de vista su misión ni sus responsabilidades. Si pierden su conexión con el cielo, están en mayor peligro que los demás, y pueden ejercer mayor influencia para mal. Satanás los vigila constantemente, esperando que se manifieste alguna debilidad, por medio de la cual pueda atacarlos con éxito. OE17
domingo, 13 de junio de 2010
30. “Danos socorro contra el enemigo, porque vana es la ayuda de los hombres.”
Hoy es un nuevo día y el texto para tu inspiración es: “Danos socorro contra el enemigo, porque vana es la ayuda de los hombres.” Sal. 60:11.
En la parábola del hijo pródigo, después de haber despilfarrado todo, el hijo busca la ayuda de un hacendado rico que lo manda a cuidar puercos. Final triste para un judío. Los judíos no podían ni siquiera pasar cerca de un cerdo. La lección es que el socorro humano, por mejor que sea, es vano. Es un simple comprimido para el dolor de cabeza, cuando el problema es un tumor cerebral.
Esto no significa que debamos rechazar los recursos humanos. Los médicos, abogados, arquitectos y enfermeras son necesarios. La tecnología, los remedios y el dinero son útiles, pero deben verse como instrumentos de solución y no como la solución en sí. El ser humano se decepciona por depositar su confianza en las propias fuerzas, en vez de ponerlas en Dios. Eso sucede individual y colectivamente. Sucedió también con Israel. El pueblo de Israel se olvidó de Dios en los tiempos de bonanza. Creía que los buenos vientos nunca pasarían, que la cosecha siempre sería abundante y que el sol siempre brillaría.
Dios no discute cuando la criatura se apodera de la vida y vive como si el Creador no existiera. El Señor observa en silencio la insensatez humana. La vida se encarga de enseñarte que "vana es la ayuda de los hombres". Cuando el salmista escribió este salmo, Israel pasaba por uno de esos momentos. Las cosas no andaban bien. El salmista comienza diciendo: "Oh Dios, tú nos has desechado, nos quebrantaste; te has airado, ¡vuélvete a nosotros!" ¿Abandona Dios al ser humano? ¡Nunca! Es el hombre el que abandona a Dios. Después sufre, llora y se lamenta. El peso de la incertidumbre se posesiona de su corazón. Todos sus esfuerzos son vanos. Tampoco podría, pues, por ventura, ¿no es polvo? ¿No fue tomado del polvo y al polvo volverá? ¿Puede alguien construir un edificio sólido con polvo?
El salmista aprendió esta lección al ver las tragedias de su pueblo. Todos necesitamos aprender. A veces con lágrimas, con gemidos, sin saber adonde ir ni qué hacer. Pero todos, más tarde o más temprano, necesitamos aprender a depender de Dios. Hoy, antes de salir de casa, dile a Jesús en tu corazón: "Danos socorro contra el enemigo, porque vana es la ayuda de los hombres".
Alejandro Bullón
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