domingo, 13 de junio de 2010

31. “El alma generosa será prosperada, y el que saciare, él también será saciado.”

¿Cómo estás? Mira lo que dice Prov. 11:25. “El alma generosa será prosperada, y el que saciare, él también será saciado.”

Nunca nadie pierde por ser bueno. Aquello que a primera vista puede parecer derrota, es victoria, si la consecuencia es haber extendido la mano a quien necesitaba de ayuda. Es verdad que vivimos en un mundo de traición e ingratitud. Muchas veces las personas pagan el bien con el mal, pero el principio bíblico continúa siendo el mismo. Más temprano o más tarde, si tú eres generoso, recibirás la recompensa de tu generosidad. Hoy, todo puede parecer derrota, pero si tienes paciencia, muy pronto, a la vuelta de la esquina, del otro lado de la curva —porque la vida es una carretera con muchas curvas—, tú encontrarás la recompensa de tu generosidad.

De acuerdo con la declaración de Salomón en el versículo de hoy, la prosperidad es la recompensa de las personas generosas. El sustantivo generosidad, en el original hebreo, proviene del verbo dússan, que literalmente significa "ser hecho gordo", en el sentido de recibir muchas bendiciones, riquezas, salud y dinero. Y, aunque todos esos beneficios son realidad en la vida de la persona generosa, la mayor bendición se menciona en la segunda parte del texto: "el que saciare, él también será saciado". La sed, en la Biblia, es usada como símbolo de los anhelos del corazón humano. La sed del alma no se mitiga con dinero o con cosas materiales. Hay en lo íntimo del ser un profundo e incomprensible deseo de estar bien con la vida en sí. El ser humano tarda en entender que ese deseo es el anhelo natural de estar en paz con Dios.

Una persona egoísta se torna el centro del universo. Busca todo para sí. No tiene la capacidad de mirar fuera de su pequeño mundo de ambiciones personales. Esa manera de ver la vida lo transforma en un remolino de traumas y complejos que no lo dejan ser feliz. Todas las aguas del mundo no son suficientes para calmar la sed de su corazón. Pero cuando la persona deja de beber ella sola, y se preocupa en dar de beber a otros, descubre que finalmente encontró lo que tanto buscaba. Lo que tú recibes es proporcional a lo que tú entregas.

Haz de este día un día de generosidad, no solo con las cosas que posees, sino también con tus sentimientos, "porque el alma generosa, será prosperada, y el que saciare, él también será saciado".

Alejandro Bullón

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