7. Enfermedades que comienzan en la mente*
Se piensa muy poco en los factores causales.
Poca, muy poca consideración se da a las causas que determinan la mortalidad, la enfermedad y la degeneración, que existen hoy aun en los países más civilizados y favorecidos. La raza humana decae.
MC 294 (1905).
Nueve de cada diez enfermedades se originan en la mente.
Por doquiera prevalece la enfermedad mental. Los nueve décimos de las enfermedades que sufren los hombres tienen su fundamento en esto. Puede ser que alguna aguda dificultad del hogar esté royendo como un cáncer el alma y debilitando las fuerzas vitales. A veces el remordimiento por el pecado mina la constitución y desequilibra la mente. Hay también doctrinas erróneas, como la de un infierno que arde eternamente y el tormento sin fin de los impíos, que, al presentar ideas exageradas y distorsionadas del carácter de Dios, han producido el mismo resultado en las mentes sensibles. . .- 2JT 143 (1885).
La mente afecta al cuerpo.
La relación que existe entre la mente y el cuerpo es muy íntima. Cuando uno está afectado, el otro simpatiza. La condición de la mente afecta la salud del sistema físico. Si la mente es libre y feliz, por una conciencia de bien hacer y un sentido de satisfacción en hacer felices a otros, crea una alegría que reaccionará sobre todo el sistema, produciendo una mejor circulación de la sangre y una tonificación de todo el cuerpo. La bendición de Dios es un poder sanador, y los que benefician a otros con generosidad sentirán esa maravillosa bendición tanto en el corazón como en la vida. -CH 28 (1890); véase también 1JT 179, (1876).
Un cerebro sano y bien alimentado.
El cerebro es el órgano e instrumento de la mente, y controla todo el cuerpo. Para que las otras partes del sistema estén sana, el cerebro debe estar sano. Y para que el cerebro esté sano, la sangre debe ser pura. Si por los hábitos correctos en el comer y el beber se mantiene pura la sangre, el cerebro estará adecuadamente alimentado.
MM 291 (1900).
Extensa influencia de la imaginación.
Algunas veces la imaginación produce la enfermedad, y es frecuente que la agrave. Muchos hay que llevan vida de inválidos cuando podrían estar buenos si pensaran que lo están. Muchos se imaginan que la menor exposición del cuerpo les causará alguna enfermedad, y efectivamente el mal sobreviene porque se le espera. Muchos mueren de enfermedades cuya causa es puramente imaginaria. -MC 185 (1905).
La energía eléctrica del cerebro vitaliza el sistema.
Se debería dar realce a la influencia que tiene la mente sobre el cuerpo y éste sobre aquélla. La energía eléctrica del cerebro, aumentada por la actividad mental, vitaliza todo el organismo, y es de ayuda inapreciable para resistir la enfermedad. 61 Debería explicarse bien este punto. También se debería presentar el poder de la voluntad y la importancia del dominio propio, tanto en la conservación de la salud como en su recuperación, como asimismo el efecto depresivo y hasta ruinoso de la ira, el descontento, el egoísmo o la impureza y, por otra parte, el maravilloso poder vivificador que se encuentra en la alegría, la abnegación y la gratitud. -Ed 197 (1903).
Algunos están enfermos por falta de voluntad.
En mis viajes he encontrado a muchos que realmente sufrían por causa de su imaginación. Les faltaba poder de voluntad para elevarse por sobre la enfermedad del cuerpo y de la mente y combatirla; y, por lo tanto, estaban sumidos en la esclavitud del sufrimiento... Con frecuencia me aparto del lecho de esos que hicieron inválidos de sí mismos, diciéndome: Mueren de a poco, mueren de indolencia, una enfermedad que nadie sino ellos mismos pueden sanar- .
MM 106,107 (1871).
Importancia de una mente sana en un cuerpo sano.
El poder mental y moral dependen de la salud física. Se debiera enseñar a los niños que deberían sacrificar todos los placeres y complacencias que interfieran con la salud. Si se enseñara a los niños la negación propia y el autocontrol, serían mucho más felices que si se les permite complacer sus deseos de placeres y ropas extravagantes... La buena salud, mentes sanas, y corazones puros no son considerados como de primera importancia en los hogares. Muchos padres no educan a sus hijos para ser útiles y para cumplir sus deberes. Se los complace y mima hasta que la abnegación llega a ser para ellos casi un imposible. No se les enseña que para tener éxito en la vida cristiana es de la mayor importancia el desarrollo de mentes y cuerpos sanos.
RH, 31 de oct. de 1871.
Los niños que son presionados demasiado y muy temprano.
En el aula se ha colocado indudablemente el fundamento de diversas enfermedades. Pero en especial órgano mas delicados de todos, él cerebro, con frecuencia ha sido dañado permanente por habérselo sometido a una ejercitación excesiva... Y en esta forma se ha sacrificado la vida de muchos niños a causa del proceder de madres ambiciosas. De los niños que al parecer han tenido una constitución lo suficientemente fuerte como para sobrevivir a esas condiciones, hay muchísimos que soportan sus efectos durante toda la vida. La energía nerviosa del cerebro se debilita tanto, que después de llegara la madurez es imposible para ellos soportar mucho trabajo mental. Parecería que se ha agotado la fuerza de algunos de los delicados órganos del cerebro. Y no sólo se ha dañado la salud física y mental de los niños por habérselos enviado a la escuela a una edad demasiado tierna, sino que también han salido perdedores desde el punto de vista moral. -2MS 500, 501 (1865).
El egocentrismo a veces produce enfermedades.
Muchos están enfermos física, mental y moralmente porque su atención está dirigida casi exclusivamente hacia sí mismos. Se podrían salvar de la paralización por la vitalidad saludable de mentes más jóvenes y variadas, y por la incansable energía de los niños. Muy pocos se dan cuenta de los beneficios del cuidado, la responsabilidad y la experiencia que los niños traen consigo a la familia. . . Un hogar sin niños es un lugar desolado. Los corazones de sus habitantes está en peligro de transformarse en egoístas, de acariciar el amor por su propia comodidad, y de consultar propios deseos y comodidades. Buscan simpatía para sí mismos pero tienen poca que dar a otros. El cuidado y el afecto de niños que dependen de uno elimina la aspereza de nuestra naturaleza, nos hace tiernos y llenos de simpatía, y tiene una influencia en el desarrollo de los elementos más nobles de nuestro carácter. 2T 647 (1871).
Las emociones depresivas perjudican la salud.
Es el deber de cada uno cultivar la alegría en lugar de rumiar las angustias y los problemas. De esta manera, muchos no sólo se vuelven miserables ellos mismos, sino que también sacrifican su salud y felicidad a una imaginación mórbida. A su alrededor hay cosas que no son agradables, y sus rostros muestran un ceño fruncido constante que expresa mejor que las palabras su descontento. Estas emociones depresivas son un grave daño a su salud, porque al estorbar el proceso de la digestión interfieren con la nutrición. Mientras que los lamentos y la ansiedad no pueden remediar un solo mal, pueden hacer mucho daño; pero la alegría y la esperanza, mientras iluminan el sendero de otros, son "vida a los que las hallan, y medicina a todo su cuerpo" (Prov. 4: 22).
ST, 12 de feb. de 1885.
Al tratar a los enfermos, estudie las mentes.*
En el tratamiento de los enfermos no debe pasarse por alto el efecto de la influencia ejercida por la mente. Aprovechada debidamente, esta influencia resulta uno de los agentes más eficaces para combatir la enfermedad. -MC 185 (1905).
La enfermedad se origina en la mente.
Una gran parte de las enfermedades que afligen a la humanidad tienen su origen en la mente y sólo pueden ser sanadas por la restauración de la salud de la mente. Hay mucho más enfermos de la mente de lo que imaginamos. La enfermedad del corazón produce muchas personas dispépticas, porque los problemas de la mente tienen un efecto paralizador sobre los órganos digestivos. 3T 184 (1872).
Cristo sana.
Hay una enfermedad del alma que ningún bálsamo puede alcanzar, ninguna medicina curar. Orad por estas [almas] y traedlas a Jesucristo. -MB 75 (1898).
La atmósfera proporciona salud y vigor.
Sobre todas las cosas, los padres deben rodear a sus hijos de una atmósfera de alegría, cortesía y amor. Los ángeles se deleitan en morar en un hogar donde vive el amor y éste se expresa tanto en las miradas y las palabras como en los actos. Padres, permitid que el sol del amor, la alegría y un feliz contentamiento penetre en vuestro corazón, y dejad que su dulce influencia impregne el hogar. Manifestad un espíritu bondadoso y tolerante, y estimuladlo en vuestros hijos, cultivando todas las gracias que alegran la vida del hogar. La atmósfera así creada será para los niños lo que son el aire y el sol para el mundo vegetal, y favorecerá la salud y el vigor de la mente y del cuerpo.
CM 109, 110 (ed. PP) 88,89 (ed. ACES)(1913).
8. La religión y la mente*
El amor de Cristo vitaliza el ser entero.
El amor que Cristo infunde en todo nuestro ser es un poder vivificante. Da salud a cada una de las partes vitales: el cerebro, el corazón y los nervios. Por su medio las energías más potentes de nuestro ser despiertan y entran en actividad. Libra al alma de culpa y tristeza, de la ansiedad y congoja que agotan las fuerzas de la vida. Con él vienen la serenidad y la calma. Implanta en el alma un gozo que nada en la tierra puede destruir: el gozo que hay en el Espíritu Santo, un gozo que da salud y vida.- MC 78 (1905).
La obra de Cristo es sanar a los quebrantados de corazón.
El poder sanador de Dios se hace sentir en toda la naturaleza. Si se corta un árbol, si un ser humano se lastima o se rompe un hueso, la naturaleza empieza inmediatamente a reparar el daño. Aun antes de que exista la necesidad, están listos los elementos sanadores, y tan pronto como se lastima una parte, todas las energías se dedican a la obra de restauración. Lo mismo ocurre en el reino espiritual. Antes que el pecado creara la necesidad, Dios había provisto el remedio. Toda alma que cede a la tentación, es herida por el adversario, pero dondequiera que haya pecado, está el Salvador. Es obra de Cristo "sanar a los quebrantados de corazón;. . . pregonar libertad a los cautivos. . . poner en libertad a los oprimidos" (Lucas 4: 18).- Ed 113 (1903).
La receta del Salvador para los males mentales y espirituales.
Las palabras de nuestro Salvador: "venid a mí,. . . que yo os haré descansar" (S. Mateo 11: 28), son una receta para curar las enfermedades físicas, mentales y espirituales. A pesar de que por su mal proceder los hombres han atraído el dolor sobre sí mismos, Cristo se compadece de ellos. En él pueden encontrar ayuda. Hará cosas grandes en beneficio de quienes en él confíen.- MC 78, 79 (1905).
El evangelio versus la ciencia y la literatura.
La ciencia y la literatura no pueden llevar a la mente oscurecida de los hombres la luz que puede dar el glorioso evangelio del Hijo de Dios. Sólo él puede hacer la gran obra de iluminar el alma. No es extraño que Pablo exclamara: "porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación para todo aquel que cree" (Rom. 1: 16). El evangelio de Cristo llega a ser personalidad en los que creen, y los hace epístolas vivientes, conocidas y leídas por todos los hombres. De esta manera, la levadura de la piedad pasa a la multitud. Las inteligencias celestiales pueden discernir los verdaderos elementos de grandeza del carácter, pues sólo la bondad es estimada como eficiencia por Dios. - RH, 15 de dic. de 1891. (FE 199, 200).
Sólo el Evangelio puede curar los males que maldicen a la sociedad.
El único remedio para los pecados y dolores de los hombres es Cristo. Únicamente el Evangelio de su gracia puede curar los males que azotan a la sociedad. La injusticia del rico hacia el pobre, el odio del pobre hacia el rico, tienen igualmente su raíz en el egoísmo, el cual puede extirparse únicamente por la sumisión a Cristo. Solamente él da un nuevo corazón de amor en lugar del corazón egoísta de pecado. Prediquen los siervos de Cristo el Evangelio con el Espíritu enviado desde el cielo, y trabajen como él lo hizo por el beneficio de los hombres. Entonces se manifestarán, en la bendición y la elevación de la humanidad, resultados que sería totalmente imposible alcanzar por el poder humano.
PVGM 200 (ed. PP); 175 (ed. ACES) (1900).
Sólo mediante el desarrollo armonioso puede alcanzarse la perfección.
El mejoramiento del espíritu es un deber que tenemos para con nosotros mismos, para con la sociedad y para con Dios. Pero nunca debemos idear medios de cultivar el intelecto a expensas de lo moral y lo espiritual. Y es únicamente por el desarrollo armonioso de las facultades mentales y morales como puede alcanzarse la más alta perfección de ambas-. CM 527 (ed. PP); 418 (ed. ACES) (1913).
La levadura divina cambia la mente.
En la parábola la mujer puso la levadura en la harina. Era necesaria para suplir una necesidad. . . Así obra la levadura divina... La mente es transformada; las facultades son puestas al trabajo. El hombre no recibe nuevas facultades, pero las que tiene son santificadas. La conciencia, muerta hasta entonces, se despierta. Pero el hombre no puede hacer este cambio por sí mismo. Sólo puede hacerlo el Espíritu Santo...
Cuando nuestras mentes son controladas por el Espíritu de Dios, entenderemos la lección que enseña la parábola de la levadura. Los que abren sus corazones para recibir la verdad percibirán que la Palabra de Dios es el gran instrumento en la transformación del carácter.
RH, 25 de julio de 1899.
La verdad del evangelio proporciona un propósito firme.
Cada uno de nosotros necesita tener una profunda percepción de las enseñanzas de la Palabra de Dios. Nuestras mentes deben estar preparadas para soportar toda prueba, y para resistir cada tentación, venga ésta de afuera o de adentro. Debemos saber por qué creemos como lo hacemos, y por qué estamos del lado del Señor. La verdad debe mantenerse despierta en nuestros corazones, lista para hacer sonar la alarma, y llamarnos a la acción contra todo enemigo. Los poderes de las tinieblas apuntarán sus baterías contra nosotros; y todo el que sea indiferente y descuidado, que haya puesto sus afectos en su tesoro terrenal, y que no se haya preocupado por comprender el trato de Dios con su pueblo, pronto Regará a ser una víctima. Ningún poder fuera del conocimiento de la verdad como es en Jesús, podrá mantenernos firmes; pero teniendo esto, uno hará huir a mil, y dos pondrán en fuga a diez mil.- RH, 29 de abril de 1884; NEV 334.
Consagrarnos a Cristo produce paz.
Todo nuestro futuro depende de nuestra acción individual en abrir nuestro corazón para recibir al Príncipe de paz. Nuestras mentes pueden encontrar reposo y quietud al dedicarnos a Cristo, en quien está la eficiencia del poder. Habiendo obtenido esa paz, ese consuelo, esa esperanza, que El ofrece a tu alma, tu corazón se regocijará en Dios nuestro Salvador por la grande y maravillosa esperanza que te ofrece como persona que reconoce el gran Don. Entonces estarás tan agradecido que alabarás a Dios por el gran amor y gracia que te otorgó. Contempla a tu Ayudador, Jesucristo. Dale la bienvenida e invita a su amorosa presencia. Tu mente puede ser renovada día tras día, y es tu privilegio aceptar la paz y el descanso, elevarte por sobre las preocupaciones, y alabar a Dios por tus bendiciones. No levantes barreras con cosas objetables para mantener a Jesús lejos de tu alma. Cambia tu voz; no te quejes; expresa tu gratitud por el gran amor de Cristo que se te ha mostrado y se te sigue ofreciendo.- Carta 294, 1906.
Espaciarse en Cristo provee estímulo.
Si permitiéramos que nuestras mentes se espacian más en Cristo y el mundo celestial, encontraríamos un poderoso estímulo y apoyo al pelear las batallas del Señor. El orgullo y el amor al mundo perderán su poder cuando contemplamos las glorias de esa tierra mejor que tan pronto será nuestro hogar. Comparadas con la hermosura de Cristo todas las atracciones terrenales parecerán de poco valor. -RH, 15 de nov. de 1887.
El conocimiento fortalece la mente y el alma.
Necesitamos conocimientos que robustezcan la mente y el alma, y nos hagan mejores hombres y mujeres. La educación del corazón es mucho más importante que lo aprendido de los libros. Es bueno, hasta esencial, poseer cierto conocimiento del mundo en que vivimos; pero si no tenemos en cuenta la eternidad, experimentaremos un fracaso del cual jamás nos repondremos. MC 356 (1905).
La mente y la lucha espiritual.
Nuestro progreso en pureza moral depende de la correcta manera de pensar y de actuar. "No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre". "Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre" (Mat. 15: 11, 19, 20). Los malos pensamientos destruyen el alma. El poder convertidor de Dios cambia el corazón, refina y purifica los pensamientos. A menos que se haga un esfuerzo decidido para mantener los pensamientos centrados en Cristo, la gracia no se puede revelar en la vida. La mente tiene que entrar en la lucha espiritual. Cada pensamiento debe ser llevado en cautiverio a la obediencia de Cristo. Todos los hábitos deben ser puestos bajo el control de Dios. Carta 123, 1904.
La ocupación de la mente es una salvaguardia contra el mal.
Como salvaguardia contra el mal, la mente ocupadaen cosas buenas es de mucho más valor que un sinnúmero de barreras, de leyes y disciplina. -Ed 213 (1903),
Una imaginación pervertida produce oscuridad.
Si el ojo de la mente contempla la excelencia del misterio de la piedad, la ventaja de las riquezas espirituales sobre las mundanales, el cuerpo entero estará lleno de luz. Si la imaginación está pervertida por la fascinación de la pompa y el esplendor terrenales hasta que la ganancia parezca piedad, el cuerpo entero estará lleno de oscuridad. Cuando los poderes de la mente están concentrados sobre los tesoros de la tierra, se rebajan y degradan. -RH, 18 de sept. de 1888.
La mente dirigida al Creador, y no a la exaltación propia.
Si se concediera a este principio [trabajar para gloria de Dios] la atención que merece por su importancia, se efectuaría un cambio radical en algunos de los métodos corrientes de enseñanza. En vez de despertar el orgullo, la ambición egoísta y un espíritu de rivalidad, los maestros procurarían evocar un sentimiento de amor a la bondad, a la verdad y a la belleza; harían desear lo excelente... En vez de ser encauzado hacia las meras normas terrestres o movido por el deseo de exaltación propia que de por sí empequeñece y rebaja, el espíritu sería dirigido hacia el Creador, para conocerle y llegar a serle semejante. -PP 646 (1890).
Aguas vivas versus cisternas rotas.
Jesús conocía las necesidades del alma. La pompa, las riquezas y los honores no pueden satisfacer el corazón. "Si alguno tiene sed, venga a mi y beba." Los ricos, los pobres, los encumbrados y los humildes son igualmente bienvenidos. El promete aliviar el ánimo cargado, consolar a los tristes, dar esperanza a los abatidos. Muchos de los que oyeron a Jesús lloraban esperanzas frustradas; muchos alimentaban un agravio secreto; muchos estaban tratando de satisfacer su inquieto anhelo con las cosas del mundo y la alabanza de los hombres; pero cuando habían ganado todo encontraban que habían trabajado tan sólo para llegar a una cisterna rota en la cual no podían aplacar su sed. Allí estaban en medio del resplandor de la gozosa escena, descontentos y tristes. Este clamor repentino: "Si alguno tiene sed," los arrancó de su pesarosa meditación, y mientras escuchaban las palabras que siguieron, su mente se reanimó con una nueva esperanza. El Espíritu Santo presentó delante de ellos el símbolo hasta que vieron en él el inestimable don de la salvación. -DTG 417, 418 (1898).
Se necesita la unión de lo divino con la iniciativa humana.
El Espíritu proporciona la fortaleza que sustenta al alma que lucha y se esfuerza en toda emergencia, en medio de la hostilidad de los parientes, del odio del mundo, de la comprensión de sus propias imperfecciones y errores. La unión del esfuerzo divino y humano, la estrecha conexión, primero, último y siempre con Dios, la fuente de toda fortaleza -esto es absolutamente necesario. -RH, 19 de mayo de 1904; NEV 153.
9. La mente, la ciudadela
La capital del cuerpo.
Cada órgano del cuerpo ha sido hecho para estar subordinado a la mente. Es ella la capital del cuerpo. -EC 14 (1872). La mente controla al hombre entero. Todos nuestros actos, buenos o malos, tienen su origen en la mente. Es la mente la que adora a Dios y nos une con los seres celestiales. Sin embargo, muchos pasan toda su vida sin llegar a ser inteligentes con respecto al alhajero que contiene este tesoro.
FE 426 (1896).
El cerebro controla al cuerpo.
Hay muchos inválidos hoy que permanecerán así porque no se los puede convencer de que su experiencia no es confiable. El cerebro es la capital del cuerpo, el asiento de todas las fuerzas nerviosas y de la acción mental. Los nervios que salen del cerebro controlan el cuerpo. Por medio de los nervios del cerebro, las impresiones mentales se transmiten a todos los nervios del cuerpo como por hilos telegráficos, y ellos controlan la acción vital de cada parte del sistema. Todos los órganos del movimiento son gobernados por las comunicaciones que reciben del cerebro.-3T 69 (1872). Los nervios del cerebro que relacionan todo el organismo entre sí son el único medio por el cual el cielo puede comunicarse con el hombre, y afectan su vida más íntima. -1JT 254 (1870).
Satanás ataca las facultades de percepción.*
Satanás se presenta al hombre con sus tentaciones en la forma en que se presentó a Cristo: como ángel de luz. Ha estado trabajando para debilitar física y moralmente al hombre a fin de vencerlo con sus tentaciones, y luego triunfar sobre su ruina. Y ha tenido acceso a aquellos que están esclavizados por los apetitos, sin tener en cuenta los resultados. Bien sabe él que es imposible al hombre desempeñar sus obligaciones para con Dios y sus semejantes mientras malogra las facultades que Dios le ha dado. El cerebro es la capital del cuerpo. Si las facultades perceptivas son entorpecidas por cualquier clase de intemperancia, no se disciernen las cosas eternas. -RH, 8 de sept. de 1874; MJ 234.
La tiranía de la costumbre.
La fuerza o la debilidad de la mente tienen mucho que ver con nuestra utilidad en este mundo y con nuestra salvación final. Es deplorable la ignorancia que ha prevalecido con respecto a la ley de Dios y nuestra naturaleza física. La intemperancia de cualquier clase es una violación de las leyes de nuestro ser. La imbecilidad prevalece en un grado terrible. El pecado se hace atrayente bajo el manto de luz con que Satanás lo cubre, y él se complace en retener el mundo cristiano en sus hábitos diarios bajo la tiranía de las costumbres, como los paganos, y gobernado por el apetito. -RH, 8 de sept. de 1874; MJ 235.
Vigilemos la ciudadela.
Todos deberían sentir la necesidad de mantener la naturaleza moral fortalecida por una vigilancia constante. Como centinelas fieles, deberían guardar la ciudadela del alma, y nunca sentir que pueden aflojar su vigilancia ni por un momento. -CH 411 (1879).
La mente bien educada no vacila.
La mente debe ser adiestrada por medio de pruebas diarias hasta lograr hábitos de fidelidad, hasta obtener un sentido de las exigencias de lo recto y del deber por sobre las inclinaciones y los placeres. Las mentes así educadas no vacilarán entre lo correcto y lo equivocado, como si fuera una caña mecida por el viento; pero tan pronto como el problema se presenta ante ellas, descubren de inmediato el principio que está involucrado, e instintivamente eligen lo correcto sin debatir largamente el asunto. Son leales porque se han adiestrado por medio de hábitos de fidelidad y de verdad. -3T 22,(1872).
La ciudadela no protegida.
Por la contemplación somos transformados. Aunque formado a la imagen de su Hacedor, el hombre puede educar de tal modo su mente que el pecado que una vez despreciaba llegue a ser un placer para él. Al dejar de velar y orar, deja de proteger la ciudadela, el corazón, y se compromete con el pecado y el crimen. La mente se envilece, y es imposible elevarla de la corrupción mientras se adiestra para esclavizar los poderes morales e intelectuales y ponerlos bajo la sujeción de pasiones groseras. Ha de mantenerse una guerra constante contra la mente carnal; y necesitamos ser auxiliados por la influencia refinadora de la gracia de Dios, la cual atraerá la mente hacia arriba y la habituará a meditar sobre cosas puras y santas. -2T 479 (1870).
Manantial de vida o muerte.
"Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra" (Col. 3: 1, 2). El corazón es la ciudadela del hombre. De él manan la vida o la muerte. Mientras su corazón no esté purificado, una persona queda descalificada para tener parte alguna en la comunión de los santos. ¿No sabe el que escudriña el corazón quiénes están permaneciendo en pecado, sin consideración por sus almas? ¿No hubo acaso un testigo que vio las cosas más secretas de la vida de cada uno? Fui obligada a oír las palabras dichas por algunos hombres a mujeres y niñas: palabras de adulación, palabras que querían engañar e infatuar. Satanás emplea todos estos medios para destruir almas. Algunos de vosotros podéis haber sido así sus agentes; y en tal caso, tendréis que afrontar estas cosas en el juicio. El ángel dijo acerca de esta clase: "Su corazón no ha sido nunca entregado a Dios. Cristo no está en ellos. La verdad no está allí. Su lugar está ocupado por el pecado, el engaño y la mentira. No creen la Palabra de Dios ni actúan de acuerdo con ella".
2JT 208, 209 (1889).
El ocio, la complacencia propia y la seguridad: traidores dentro de los muros.
Los israelitas fueron inducidos al pecado, precisamente cuando se hallaban en una condición de ocio y seguridad aparente. Se olvidaron de Dios, descuidaron la oración, y fomentaron un espíritu de seguridad y confianza en sí mismos. El ocio y la complacencia propia dejaron la ciudadela del alma sin resguardo alguno, y entraron pensamientos viles y degradados. Los traidores que moraban dentro de los muros fueron quienes destruyeron las fortalezas de los sanos principios y entregaron a Israel en manos de Satanás. Así precisamente es cómo Satanás procura aún la ruina del alma. Antes que el cristiano peque abiertamente, se verifica en su corazón un largo proceso de preparación que el mundo ignora. La mente no desciende inmediatamente de la pureza y la santidad a la depravación, la corrupción y el delito. Se necesita tiempo para que los que fueron formados en semejanza de Dios se degraden hasta llegar a lo brutal o satánico. Por la contemplación nos transformamos. Al nutrir pensamientos impuros en su mente, el hombre puede educarla de tal manera que el pecado que antes odiaba se le vuelva agradable. -PP 490 (1890).
El tabaco adormece la sensibilidad.
De cualquier manera que se use el tabaco, afecta la constitución del ser. Es un veneno lento. Afecta el cerebro y adormece la sensibilidad de modo que la mente no pueda discernir claramente las cosas espirituales, especialmente aquellas verdades que podrían tener una tendencia a corregir su sucia complacencia. Los que usan el tabaco en cualquier forma no están limpios delante de Dios. En esta sucia práctica es imposible que puedan glorificar a Dios en sus cuerpos y espíritus, que son de El. Y mientras usan venenos lentos y seguros, que arruinan su salud y rebajan las facultades de la mente, Dios no los puede aprobar. El puede ser misericordioso con ellos mientras se complacen en este pernicioso hábito por ignorar el daño que les está produciendo, pero cuando se les presenta el problema en su verdadera luz, son culpables ante Dios si continúan complaciendo este grosero apetito.
4SG 126 (1864).
Esclavos del alcohol y de las drogas.
Por doquiera, Satanás procura atraer a los jóvenes al camino de la perdición, y si puede colocar una vez los pies de ellos en el camino, los apresura en su curso descendente guiándolos de un libertinaje a otro, hasta que sus víctimas pierden la sensibilidad de la conciencia y no tienen mas temor de Dios delante de sus ojos. Cada vez tienen menos dominio propio. Se entregan al vino y al alcohol, al tabaco y al opio, y van de un grado de disipación a otro. Son esclavos del apetito. Aprenden a despreciar consejos que una vez respetaron. Se revisten de fanfarronería y se jactan de ser libres, cuando son los esclavos de la corrupción. Por libertad quieren decir que son esclavos del egoísmo, del apetito depravado y del libertinaje. -ST, 22 de junio de 1891; Te 243.
Las armas de Satanás.
La complacencia de los apetitos carnales batalla contra el alma. El apóstol, de la manera más impresionante, se dirige a los cristianos: "Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios" (Rom. 12: 1). Si el cuerpo está saturado de licor y la contaminación del tabaco, no es santo ni aceptable a Dios. Satanás sabe que no lo puede ser, y por esta razón presiona con sus tentaciones a los hombres en cuanto al apetito, para poder llevarlos a la esclavitud de sus propensiones y, de esa manera, obrar su ruina. -RH, 8 de sept. de 1874.
El factor decisivo de la pasión y el apetito.
Si los hombres y las mujeres inteligentes tienen sus facultades morales entorpecidas por cualquier clase de intemperancia son poco superiores a los paganos en muchos de sus hábitos. Satanás desvía constantemente a la gente de la luz salvadora a las costumbres y la moda, sin tener en cuenta su salud física, moral y mental. El gran enemigo sabe que si predominan el apetito y la pasión, se sacrifican la salud del cuerpo y la fuerza del intelecto en el altar de la satisfacción de los apetitos y el hombre es llevado a una rápida ruina. Si el intelecto iluminado lleva las riendas, dominando las propensiones animales y manteniéndolas sujetas a las facultades morales, Satanás sabe que es pequeño su poder para vencer con sus tentaciones. -RH, 8 de sept. de 1874; MJ 235.
Lo que podría haber sido.
Si los padres, miembros de las generaciones pasadas, hubiesen mantenido con firmeza el cuerpo como siervo de la mente y si no hubiesen permitido que el intelecto fuera esclavizado por las pasiones animales, en esta época habría una clase diferente de seres viviendo sobre la tierra. -2MS 496 (1865).
Elección del control de la mente o del cuerpo.
Todo estudiante necesita comprender la relación que existe entre la vida sencilla y el pensamiento elevado. A nosotros nos toca decidir individualmente si nuestras vidas han de ser regidas por la mente o por el cuerpo. Cada joven por sí mismo debe hacer la decisión que amoldará su vida, y no se deberían ahorrar energías para hacerle comprender las fuerzas con las cuales tendrá que contender y las influencias 78 que modelan el carácter y determinan el destino. -Ed 202 (1903).
Enseñar a la gente.
Presenten delante de la gente la necesidad de resistir la tentación de complacer el apetito. Aquí muchos fracasan. Expliquen cuán estrechamente se relacionan la mente y el cuerpo, y muestren la necesidad de mantener a ambos en las mejores condiciones.
Carta circular a los médicos y evangelistas, 1910; CH 543.
10. Comprensión
Una obra que exige discernimiento y discriminación.
Tratar con las mentes es la obra más delicada y más difícil alguna vez encomendada a los mortales. Los que se ocupan en esta obra debieran tener un claro discernimiento y un buen poder de discriminación.
La verdadera independencia de la mente es un elemento enteramente diferente de la imprudencia. Esa cualidad de independencia que conduce a una opinión cautelosa, deliberada y con oración no debería ser cedida fácilmente, no hasta que la evidencia es lo suficientemente fuerte como para asegurarnos que estamos equivocados. Esta independencia mantendrá la mente en calma e inmutable en medio de los múltiples errores que prevalecen, y conducirá, a los que ocupan puestos de responsabilidad, a considerar cuidadosamente todos los aspectos de la evidencia y a no ser desviados por la influencia de otros, o por el ambiente, o a formular a conclusiones sin un conocimiento inteligente y completo de todas las circunstancias. -3T 104, 105 (1872).
Una tarea agotadora.
Ya que el hombre costó tanto al cielo, el precio del amado Hijo de Dios, cuán cuidadosos 80 deberían ser los ministros, los maestros y los padres al tratar con las almas de quienes están bajo su influencia. Tratar con las mentes es una obra delicada, y se la debería realizar con temor y temblor.
Los educadores de la juventud deberían mantener un perfecto autocontrol. Destruir la influencia de uno sobre un alma humana por la impaciencia, o a fin de mantener una dignidad y supremacía indebidas, es un error terrible, pues puede ser el medio de perder esa alma para Cristo. Las mentes de los jóvenes puede llegar a estar tan deformada por una administración no juiciosa que el daño hecho nunca pueda ser totalmente reparado. La religión de Cristo debiera tener una influencia controladora sobre la educación y el adiestramiento de los jóvenes. El ejemplo de abnegación, bondad universal y paciente amor del Salvador es una reprensión para los ministros y maestros impacientes. El pregunta a estos instructores impetuosos: ¿esta la forma en que tratas a las almas de aquellos por quienes di mi vida? ¿No aprecias más que este el precio infinito que pagué por su redención?" 4T419 (1880).
El médico encuentra toda clase de mentes.
El Dr.______ debería procurar añadir algo diariamente a su bagaje de conocimientos y cultivar la cortesía y el refinamiento de sus modales... Debería recordar que está asociado con toda clase de mentes y que las impresiones que produzca se extenderán a otros estados y perjudicarán al Instituto [el Sanatorio de Battle Creek]. -3T 183, 184 (1872).
Se necesitan paciencia y sabiduría.
Los predicadores deben tener cuidado de no esperar demasiado de los que están andando a tientas en las tinieblas del error. Deben hacer bien su obra, confiando en que Dios impartirá a las mentes indagadoras la influencia misteriosa y vivificadora de su Espíritu Santo, sabiendo que sin esto sus labores no tendrán éxito. Deben ser pacientes y sabios para tratar con las mentes, recordando cuán múltiples son las circunstancias que 81 han desarrollado tales rasgos diferentes en los individuos. Deben vigilarse constantemente para que el yo no obtenga la supremacía, y Jesús sea dejado afuera. OE 395 (1915).
El amor de Cristo se abre paso.
Sólo Aquel que lee en el corazón sabe llevar a los hombres al arrepentimiento, Sólo su sabiduría nos proporcionará éxito en alcanzar a los perdidos. Podéis erguiros, imaginándoos ser más santos que ellos, y por acertado que sea vuestro razonamiento o veraz vuestra palabra, no conmoverán los corazones. El amor de Cristo, manifestado en palabras y obras, se abrirá camino hasta el alma, cuando de nada valdría la reiteración de preceptos y argumentos. -MC 121 (1905).
Con compasión y amor.
No todos están preparados para corregir a los que yerran. No tienen sabiduría para tratar con justicia a la vez que con amante misericordia. No se inclinan a ver la necesidad de mezclar el amor y la tierna compasión con las reprensiones justas. Algunos son siempre innecesariamente severos y no sienten la necesidad de escuchar el mandato del apóstol: "Tengan compasión de los que dudan. A unos sálvenlos sacándolos del fuego" (Judas 22, 23, versión Dios habla hoy).-3T 269, 270 (1873).
Un hombre apasionado no debe tratar con las mentes.
La carencia de una fe firme y de discernimiento en las cosas sagradas debieran ser causas suficientes para separar a cualquier hombre de la obra de Dios. De la misma manera, el ceder al mal genio, el espíritu rudo y dominador, ponen de manifiesto que quien los posee no debe ser puesto donde tenga que decidir asuntos importantes que afectan la heredad de Dios. Un hombre apasionado no debiera tener trato alguno con las mentes humanas. No se le puede confiar la atención de asuntos que se relacionan con los que Cristo compró a un precio infinito. Si se pone a dirigir hombres, herirá y magullará sus almas; porque carece del toque refinado y la delicada sensibilidad que imparte la gracia de 82 Cristo. Su propio corazón necesita ser enternecido, subyugado por el Espíritu de Dios; el corazón de piedra no se ha transformado en corazón de carne. -TM 261 (1896).
Cualidades necesarias para comprender las mentes (consejos a un colportor).
Hay más dificultades en esta obra que en algunos otros ramos comerciales; pero las lecciones aprendidas, el tacto y la disciplina, os capacitarán para otros campos de utilidad, donde podréis ministrar en favor de las almas. Los que aprenden en forma muy pobre las lecciones y son descuidados y bruscos al acercarse a las personas, manifestarán la misma falta de tacto y habilidad al tratar con las mentes, si entraran en el ministerio. .. -CE 52 (1902).
Afrontar los impulsos, la impaciencia, el orgullo y la estima propia.
El tratar con las mentes humanas es la obra más delicada que se haya confiado alguna vez a los mortales, y los maestros necesitan constantemente la ayuda del Espíritu de Dios para poder hacer correctamente su trabajo. Entre los jóvenes que asisten a la escuela se encontrará una gran diversidad de caracteres y educación. El maestro hará frente a los impulsos, la impaciencia, el orgullo, el egoísmo, y la estima propia desmedida. Algunos de los jóvenes han vivido en un ambiente de restricción arbitraria y dureza, que ha desarrollado en ellos un espíritu de obstinación y desafío. Otros han sido mimados, y sus padres, excediéndose en sus afectos, les han permitido seguir sus propias inclinaciones. Han disculpado sus defectos hasta deformarles el carácter. -CM 251 (ed PP); 203 (ed ACES) (1913).
Se necesitan paciencia, tacto y sabiduría.
Para tratar con éxito con estas diversas mentes, el maestro necesita ejercitar mucho tacto y delicadeza en su dirección, al mismo tiempo que firmeza en el gobierno. Con frecuencia, se manifestará desagrado y hasta desprecio por los reglamentos debidos. Algunos ejercitarán su ingenio para evitar las penalidades mientras que otros ostentarán una temeraria indiferencia para con las consecuencias de la transgresión. Todo esto exigirá paciencia, tolerancia y sabiduría de parte de aquellos a quienes se ha confiado la educación de estos jóvenes.
CM 251 (ed PP); 203 (ed ACES) (1913).
Una conducta que puede dejar cicatrices y heridas irreparables.
Un maestro puede tener suficiente educación y conocimiento en las ciencias para instruir, pero ¿se ha averiguado si tiene tacto y sabiduría para tratar con las mentes humanas? Si los instructores no tienen el amor de Cristo en su corazón, no son idóneos para llevar las graves responsabilidades confiadas a quienes educan a los jóvenes. Careciendo ellos mismos de la educación superior, no saben tratar con las mentes humanas. Su propio corazón insubordinado procura dominar; el sujetar a una disciplina tal el carácter y la mente plástica de los niños es dejar sobre ésta cicatrices y magulladuras que nunca se eliminarán.
CM 185 (ed PP); 149 (ed ACES) (1913).
Se requiere el discernimiento más sutil.
El Señor me ha mostrado, de muchas maneras y en diversas ocasiones, cuán cuidadosamente debemos obrar con los jóvenes, -que se requiere el discernimiento más sutil para tratar con las mentes. Todo aquel que tenga algo que ver con la educación y preparación de los jóvenes, necesita vivir muy cerca del gran Maestro, para participar de su Espíritu y manera de trabajar. Tiene que dar lecciones que afecten el carácter y la obra de toda la vida de aquellos a quienes instruye. -OE 348, (1915).
El elemento personal es esencial.
En toda enseñanza verdadera, es esencial la relación personal. Al enseñar, Cristo trató individualmente con los hombres. Educó a los doce por medio del trato y la asociación personales. Sus más preciosas instrucciones fueron dadas en privado, y con frecuencia a un solo oyente. Reveló sus más ricos tesoros al honorable rabino en la entrevista nocturna celebrada en el Monte de los Olivos, y a la mujer despreciada, junto al pozo de Sicar, porque en esos oyentes percibió un corazón sensible, una mente abierta, un espíritu receptivo. Ni siquiera la muchedumbre que con tanta frecuencia seguía sus pasos era para Cristo una masa confusa de seres humanos. Hablaba y exhortaba en forma directa a cada mente y se dirigía a cada corazón. Observaba los rostros de sus oyentes, veía cuando se iluminaban, notaba la mirada rápida y de comprensión que revelaba el hecho de que la verdad había llegado al alma, y su corazón vibraba en respuesta con gozosa simpatía.
Ed 231 (1903).
El exceso de trabajo incapacita para tratar con otros.
Los maestros mismos deberían prestar atención a las leyes de la salud, a fin de conservar sus propios poderes en las mejores condiciones posibles, y por ejemplo así como por precepto puedan ejercer una influencia correcta sobre sus alumnos. El maestro cuya capacidad física ya está debilitada por la enfermedad o el exceso de trabajo debería prestar especial atención a las leyes de la vida. Debería tomarse tiempo para la recreación. No debería cargar sobre sí mismo responsabilidades adicionales a su trabajo escolar, las cuales lo abrumarán física o mentalmente tanto su sistema nervioso que se desequilibra; porque en este caso se incapacita para tratar con las mentes y no puede hacer justicia a sí mismo o a sus alumnos. -FE 147 (1890).
Comprender las diferentes necesidades.
Se me mostró que los médicos en nuestro Instituto deberían ser hombres y mujeres de fe y espiritualidad. Deberían poner en Dios su confianza. Hay muchos que vienen al Instituto que se provocaron enfermedades de casi todo tipo por su complacencia pecaminosa. Esta clase de personas no merece la simpatía que con frecuencia requieren. Y resulta penoso que los médicos dediquen tiempo y esfuerzos a estas personas, degradadas física, mental y moralmente. Pero hay un grupo de personas que vivieron en violación de las leyes naturales por ignorancia. Trabajaron y comieron en forma intemperante porque tal era la costumbre. Algunos sufrieron mucho a mano de muchos médicos pero no mejoraron sino que indudablemente empeoraron. Al fin son arrancados de sus tareas, y de la sociedad, de sus familiares; y como último recurso vienen al Instituto con una débil esperanza de que puedan encontrar alivio. Estas personas necesitan simpatía. Deberían ser tratadas con la mayor ternura, y debiera cuidarse de que comprendan con claridad las leyes de su ser, para que puedan, al cesar de violarlas y al dominarse evitar el sufrimiento y la enfermedad -el castigo por violar las leyes de la naturaleza.- 3T 178 (1872).
No debe decirse la verdad en todo momento.
Pero pocos de los que actúan en la sociedad del mundo, y que consideran las cosas desde el punto de vista del mundano, están preparados para escuchar una presentación de la realidad con respecto a sí mismos. Aun la verdad no debe ser presentada en todo momento. Hay un tiempo y una oportunidad apropiados para hablar cuando las palabras no ofenderán. Los médicos no deberían estar con exceso de trabajo y con sus sistemas nerviosos debilitados, pues esta condición del cuerpo no favorece una mente calmada, nervios serenos y un espíritu alegre y jovial. -3T 182 (1872).
Cristo comprende.
El que se humanó sabe simpatizar con los padecimientos de la humanidad. No sólo conoce Cristo a cada alma, así como sus necesidades y pruebas particulares, sino que conoce todas las circunstancias que irritan el espíritu y lo dejan perplejo. Tiende su mano con tierna compasión a todo hijo de Dios que sufre. Los que más padecen reciben mayor medida de su simpatía y compasión. Le conmueven nuestros achaques y desea que depongamos a sus pies nuestras congojas y nuestros dolores, y que allí los dejemos.
MC 192, 193 (1905).
La comprensión produce una relación más estrecha con Cristo.
Las buenas obras son el fruto que Cristo requiere que llevemos palabras bondadosas; actos de bondad, de tierna compasión por los pobres, los necesitados, los afligidos. Cuando los corazones simpatizan con los corazones cargados de desánimo y angustia, cuando la mano reparte a los necesitados, cuando se viste a los desnudos, cuando se invita a un extraño a descansar en la sala y se le da un lugar en su corazón, los ángeles llegan a estar muy cerca, y un acorde responde en el cielo. Cada acto de justicia, misericordia y bondad produce melodías en el cielo. El Padre desde su trono contempla a quienes realizan estos actos de misericordia y los cuenta entre sus joyas más preciosas, "Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe" (Mal. 3: 17). Cada acto de misericordia hacia los necesitados y los sufrientes se considera como si fuera hecho a Jesús. Cuando usted socorre al pobre, simpatiza con el afligido y el oprimido y se hace amigo del huérfano, usted mismo se pone en una relación más estrecha con Jesús. -2T 25 (1868).
Cristo pide ternura y compasión.
La verdadera simpatía entre el hombre y sus semejantes ha de ser la señal que distingue a los que aman y temen a Dios de los que desconocen su ley. ¡Cuán grande es la simpatía que expresó Cristo al venir a este mundo para dar su vida como un sacrificio por un mundo agonizante! Su religión condujo a la realización de la auténtica obra médico misionera. El fue un poder senador. "Misericordia quiero, y no sacrificio" (Ose. 6: 6), dijo. Esta es la prueba que el gran Autor de la verdad usó para distinguir entre la verdadera religión y la falsa. Dios quiere que sus misioneros médicos actúen con la ternura y compasión que Cristo mostraría si estuviera en nuestro mundo. -MM 251, 1893.
La suma de la felicidad de la vida.
Un intelecto cultivado es un gran tesoro; pero sin la influencia suavizadora de la simpatía y el amor santificado no es del máximo valor. Deberíamos tener palabras y hechos de tierna consideración por los demás. Podemos manifestar mil pequeñas atenciones con palabras amables y miradas agradables, las cuales se reflejarán sobre nosotros. Por su descuido de los demás los cristianos desconsiderados manifiestan que no están en unión con Cristo. Es imposible estar en unión con Cristo y sin embargo mostrar falta de bondad hacia otros y olvidar sus derechos. Muchos desean ardientemente una simpatía amistosa. Dios nos ha dado a cada uno una identidad propia, que no puede fundirse en la de otro; pero nuestras características individuales serán mucho menos prominentes si realmente somos de Cristo y su voluntad es la nuestra. Nuestras vidas deberían estar consagradas al bien y la felicidad de otros, como fue la del Salvador. Deberíamos olvidarnos de nosotros mismos, siempre buscando oportunidades aun en cosas pequeñas para mostrar gratitud por los favores que hemos recibido de otros y buscar oportunidades de alegrar a otros y aliviar sus tristezas y cargas con actos de tierna bondad y pequeños hechos de amor. Estas cortesías atentas que, comenzando con nuestras familias se extienden fuera de ese círculo, ayudan a producir la suma de la felicidad de la vida; y el descuido de estas cosas pequeñas produce la suma de la amargura y la tristeza de la vida. -3T 539, 540 (1875).
(Mente, Carácter y Personalidad 1 de E.G. de White)
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