domingo, 1 de agosto de 2010

69. “Oh Dios, santo es tu camino; ¿Qué dios es grande como nuestro Dios?”


No hay nada mejor que empezar el día con un pensamiento bíblico. Escogí hoy Sal. 77:13. “Oh Dios, santo es tu camino; ¿Qué dios es grande como nuestro Dios?”

Hacía varias horas que mi guía y yo caminábamos en silencio. Él iba adelante, abriendo el sendero con un machete en la mano. Yo iba atrás, medio desconfiado, porque lo veía mirar insistentemente para todos lados. De repente, se paró y respiró hondo. Casi dije: "No me diga que está perdido". Él me miró, sin demostrar mucha emoción: "Yo nunca estoy perdido" -dijo-o "Pero usted está confundido" -repliqué. Esta vez sonrió suavemente, como para inspirar confianza, y afirmó: "Yo soy el camino", y continuó andando.

Durante los años que fui misionero en la Amazonia, aprendí la importancia de seguir al guía. Es la única manera de sobrevivir a los peligros. Seguir al guía es indispensable. Él siempre sabe el camino. En el versículo de hoy, Asaf descubre el camino de Dios. "Oh Dios, santo es tu camino", dice él. La palabra "santo" en el original hebreo es qadosh, que significa separado para un propósito especial.

En la vida hay muchos caminos. Cada uno tiene un propósito diferente, pero el fin siempre es el mismo: la destrucción del ser humano. Pero entre todos ellos hay un camino especial, diferente, separado y consagrado para llevar al ser humano al deseado puerto de la felicidad. Dios quita de este camino todo aquello que distrae la atención. Por eso es un camino santo. Las personas que siguen ese camino son santas por su relación con el Dios Santo que los llamó.

No es fácil tener siempre conciencia de haber sido separado por Dios para vivir una vida de valores y principios espirituales. Solo, nadie conseguirá vivir la vida que Dios desea. Por eso, el salmista menciona también el poder. "¿Qué dios es grande como nuestro Dios?". La respuesta es obvia. Nadie. Ninguno de los dioses pequeños que la criatura fabrica será capaz de implantar en el corazón humano el principio de la santidad.

Haz de tu vida hoy una vida de entrega y consagración al elevado propósito que Dios tenía en mente cuando permitió que tú nacieras. Acepta su Consejo, sigue su camino. Nadie que hizo eso, fracasó en su vida. Antes de salir de tu casa, repite hoy: "Oh Dios, santo es tu camino; ¿Qué dios es grande Como nuestro Dios?"

Alejandro Bullón

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