Los ministros del Evangelio, como mensajeros de Dios a sus semejantes, no deben nunca perder de vista su misión ni sus responsabilidades. Si pierden su conexión con el cielo, están en mayor peligro que los demás, y pueden ejercer mayor influencia para mal. Satanás los vigila constantemente, esperando que se manifieste alguna debilidad, por medio de la cual pueda atacarlos con éxito. OE17
domingo, 1 de agosto de 2010
65. “Cuando los impíos son levantados se esconde el hombre; mas cuando perecen, los justos se multiplican.”
Hoy quiero meditar contigo en Proverbios 28:28. “Cuando los impíos son levantados se esconde el hombre; mas cuando perecen, los justos se multiplican.”
Adolfo Hitler tuvo un sueño. Creía en una raza superior y trató de conquistar el mundo de sus días para establecer la superioridad de su raza. Su carrera loca no tuvo escrúpulos. Mató, arrasó y destruyó, pero como todo mortal, también llegó a su fin.
Esa es la sentencia divina. La criatura no tiene hacia dónde huir. El tiempo de vida recibido de Dios puede ser usado para construir o destruir. El don de la libertad puede dar lugar a la perversión o a la justicia, pero la muerte es inevitable. Como la noche sucede al día, como el invierno viene después del otoño, la muerte llega colocando un punto final a cualquiera de las intenciones humanas. La brevedad de la vida y la certeza de la muerte, son dos motivos poderosos para vivir con sabiduría, administrando con prudencia cada pensamiento, sentimiento y acción.
La historia universal exhibe una larga lista de gente que ignoró el consejo de Salomón. Hombres y mujeres que creyeron que eran eternos. Fueron temidos en vida, persiguieron, humillaron y pretendieron quitar a Dios del escenario. Hoy, la historia registra el nombre de esas personas como estrellas fugaces. Brillaron con intensidad por algún tiempo, y luego se desvanecieron y se perdieron en el polvo de la historia. Lo peor de todo es que, por más que la muerte sea desagradable, en el caso de esas personas fue un presente misericordioso de Dios. La vida que vivían no era vida. La muerte para ellos fue el punto final a una historia de desesperación, locura y obsesión.
La felicidad de una persona y la realización de cualquier sueño, depende de la correcta relación que ella tiene con su Creador. El ser humano es apenas una pieza. Ninguna pieza funciona fuera de su lugar.
Cuando la criatura pretende ser Dios, se transforma en perversa y los resultados son sueños locos y devaneos que asustan. Por eso, haz de este día un día de estrecha comunión con Dios, porque: "Cuando los impíos son levantados se esconde el hombre; pero cuando perecen, los justos se multiplican".
Alejandro Bullón
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