jueves, 29 de octubre de 2009

02. NUESTRO CUERPO ES UN TEMPLO


¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? si alguno destruye eltemplo de Dios,Dios lo destruirá a él.Por que el templo de Dios es santo.Y ese templo sois vosotros (1 Cor. 3: 16,17)

Dios os ha dado una morada que debéis cuidar y conservar en la mejor condición posible para su servicio y gloria. Vuestros cuerpos no os pertenecen... "¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?" La salud es una bendición cuyo valor pocos aprecian... La vida es un sagrado cometido; y sólo Dios puede capacitarnos para conservarla y usarla para su gloria. Pero el que formó la maravillosa estructura del cuerpo tendrá especial cuidado de mantenerla en buenas condiciones si los hombres no se ponen en pugna con el divino proceder. El nos ayudará a aprovechar cada talento que se nos ha encomendado y a usarlo de acuerdo con la voluntad del Dador.

La juventud es la época en que se deben establecer buenos hábitos, corregir las malas costumbres ya contraídas, adquirir y conservar el dominio propio, y confeccionar el plan futuro y acostumbrarse a ordenar todos los actos de la vida con relación a la voluntad de Dios. Hay que mantener puro y sin contaminación el sagrado templo del cuerpo, para que el Santo Espíritu de Dios pueda morar en él. Debemos conservar fielmente la propiedad del Señor, porque cualquier exceso que cometamos con nuestras facultades acortará el tiempo en que nuestra vida pueda ser usada para gloria de Dios. Tened presente que debemos consagrar todo, alma, cuerpo y espíritu, a Dios. Todo es la propiedad que él ha adquirido, y debemos usarla con discernimiento, a fin de conservar el talento de la vida. Al usar nuestras facultades en forma conveniente y al máximo con un, propósito útil, al conservar sanos nuestros órganos, al mantener nuestro organismo en buenas condiciones de manera que la mente, los tendones y los músculos trabajen en armonía, podemos rendir valiosísimo servicio al Señor. Cuando hacemos cuanto está de nuestra parte para estar bien de salud, podemos esperar benéficos resultados, y podemos pedir a Dios con fe que bendiga nuestros esfuerzos por conservar la salud. EGW

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