Se juzga el carácter de una persona por el estilo de su vestido. El gusto refinado y la mente cultivada se revelarán la elección de atavíos sencillos y apropiados. La casta sencillez en el vestir, unida a la modestia de conducta, será de mucho mayor influencia para rodear a una joven de una atmósfera de reserva sagrada que será para ella un escudo contra miles de peligros (La educación, pág. 242). 343
117. ELEMENTOS PARA LA EDIFICACIÓN DEL CARÁCTER
ES IMPORTANTE que tanto los niños como los jóvenes aprendan a vigilar sus palabras y acciones, pues su conducta produce sol o sombra no sólo en su propio hogar, sino también sobre todos aquellos con quienes se relacionan. Pero antes que los jóvenes puedan ser cuidadosos y reflexivos y abstenerse toda apariencia de mal, deben tener la sabiduría que viene de lo alto y la fuerza que sólo Jesús puede impartir. . .
EL VERDADERO ADORNO
Muchos se engañan al pensar que una buena apariencia y un atavío llamativo les conquistarán la consideración del mundo. Pero los encantos que sólo consisten en el vestido exterior son superficiales y variables; no se puede depender de ellos. El adorno que Cristo manda a sus seguidores no se marchitará jamás. "Vuestro atavío no sea el externo de peinadas ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios".*
Si se dedicara a la cultura del alma, al adorno interior, la mitad del tiempo que la juventud dedica a hacerse atrayente en su aspecto exterior, ¡qué diferencia se vería en su conducta, en sus palabras, en sus acciones! Los que realmente tratan de seguir a Cristo 344 tendrán concienzudos escrúpulos en cuanto a la ropa que usan; se esforzarán por satisfacer los requisitos de esa orden tan claramente dada por el Señor. El dinero gastado ahora en extravagancias del vestuario, será usado para el progreso de la causa de Dios y para almacenar en la mente conocimientos útiles que los habiliten para ocupar puestos de confianza. Tratarán de responder a las expectativas de Jesús, quien los compró a un precio infinito.
Queridos niños y jóvenes, Jesús ha hecho todo lo que está a su alcance para daros un hogar en las mansiones preparadas para los que lo aman y sirven aquí. El dejó su hogar celestial y vino a un mundo desfigurado por el pecado, vino a un pueblo que no lo apreciaba, que no amaba su pureza y santidad, que despreciaba sus enseñanzas, y que finalmente lo entregó a la muerte más cruel. "De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna".*
EL ASPECTO EXTERIOR
Dios quiere algo a cambio de este gran sacrificio que ha hecho en favor vuestro. Quiere que seáis cristianos, no sólo de nombre, sino en vuestra manera de vestir y conversar. Quisiera que os conformarais con vestir modestamente, no con volados y plumas y adornos innecesarios. Desea que tengáis modales atrayentes, modales que el cielo pueda aprobar. ¿Defraudaréis sus esperanzas, queridos jóvenes?
La apariencia exterior es frecuentemente un índice de lo que es la mente, y deberíamos cuidar lo que exponemos para que el mundo juzgue nuestra fe. Queremos que sigáis a Jesús como hijos queridos, obedientes a su expresa voluntad en todas las cosas. Queremos qué agradéis a vuestro Redentor buscando seriamente 345 ese adorno interior. De este modo, con la ayuda de Jesús, podréis vencer el yo día tras día. El orgullo y el amor a la ostentación quedarán excluidos de vuestro corazón y de vuestra vida. Serán estimulados la mansedumbre y el amor a la sencillez. De este modo pueden llegar a ser los jóvenes un ejército de fieles soldados de Cristo.
Vivimos en tiempos peligrosos, cuando aquellos que profesan amar y obedecer a Dios lo niegan en su vida diaria. "Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios; que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella".* Dios no quiere que seáis hallados en esta clase, queridos jóvenes. En su Palabra podéis aprender cómo evitar estos males y ser vencedores al fin. . .
"Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero, y de la palabra del testimonio de ellos".* "Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre".*
TESTIGOS
No es suficiente que evitéis la apariencia del mal; debéis ir más lejos: "aprended a hacer el bien".* Debéis representar a Cristo ante el mundo. Debéis estudiar diariamente para aprender a obrar las obras de Dios. Sus seguidores han de ser epístolas vivientes, "conocidas y leídas por todos los hombres".*
Jamás podréis lograr un buen carácter por el mero hecho de desearlo. Sólo podrá ser obtenido con esfuerzo. 346 Vuestros deseos a este respecto deben ser expresados mediante esfuerzos fervientes y sinceros y trabajo duro y paciente. Dando cada día pasos hacia adelante en la escalera del progreso, os hallaréis al fin en la cúspide como vencedores, sí, y más que vencedores, por medio de Aquel que os amó (Youths Instructor, noviembre 5, 1896).
LA RELIGIÓN JUZGADA POR LA MANERA DE VESTIR
Queridos jóvenes, vuestra tendencia a vestir de acuerdo con la moda y a usar encajes y oro y artificios para ostentación, no recomendará a otros vuestra religión o la verdad que profesáis. Las personas de discernimiento considerarán vuestras tentativas de embellecer el aspecto exterior como señales de una mente débil y un corazón orgulloso. El vestido sencillo, sin ostentación, será una recomendación para mis jóvenes hermanas. No habrá mejor modo de hacer brillar vuestra luz en bien de otros que por vuestra sencillez en el vestir y en la conducta. Podéis mostrar a todos que, en comparación con las cosas eternas, dais el valor que corresponde a las cosas de esta vida (Testimonies, tomo 3, pág. 376). 347
118. EL VESTUARIO Y EL CARÁCTER
CRISTO representa a sus seguidores como la sal de la tierra y la luz del mundo. Sin la influencia salvadora de los cristianos, el mundo perecería en su propia corrupción. Considerad la clase descrita de cristianos profesos, que son descuidados en su persona y en su manera de vestir; negligentes en sus transacciones comerciales, como lo son en su vestir; ordinarios, descorteses, rudos en sus modales; bajos en su conversación, que consideran al mismo tiempo estos miserables rasgos como señales de verdadera humildad y vida cristiana. ¿Creéis que si nuestro Salvador estuviese en la tierra los señalaría como la sal de la tierra y la luz del mundo? ¡No, nunca!
Los cristianos son elevados en su conversación, y aunque, creen que es un pecado condescender con la lisonja necia, son corteses, bondadosos y benévolos. Sus palabras son palabras de sinceridad y verdad. Son fieles en su trato con sus hermanos y con el mundo. En su vestido evitan lo superfluo y ostentoso, pero su ropa es prolija, modesta, no llamativa y es llevada con orden y gusto. Se tendrá especial cuidado en vestir en una forma que muestre sagrado respeto por el santo sábado y el culto de Dios.
La línea de demarcación entre una clase tal y el mundo será demasiado clara para ser confundida. La influencia de los creyentes sería diez veces mayor si los hombres y las mujeres que aceptan la verdad, que 348 han sido anteriormente descuidados en sus hábitos, fuesen tan elevados y santificados por la verdad que observasen hábitos de prolijidad, orden y buen gusto en su vestuario. Nuestro Dios es un Dios de orden, y en ningún grado le complacen el descuido, la suciedad o el pecado.
ACTITUD HACIA LAS MODAS
Los cristianos no deberían afanarse por vestir de un modo tan distinto al del mundo que lleguen a ser objeto de todas las miradas. Pero si, de acuerdo con su fe y su deber respecto a la modestia e higiene en el vestir, están al margen de la moda, no deberían cambiar su vestido para ser como los del mundo. Deberían en cambio manifestar una noble independencia y valor moral para ser rectos, aunque todo el mundo difiera de ellos. Si el mundo introduce una moda modesta, conveniente y sana y que está de acuerdo con la Biblia, no cambiará nuestra relación con Dios o con el mundo el adoptar tal estilo de vestido. Los cristianos deberían seguir a Cristo y conformar su vestuario con la Palabra de Dios. Deberían evitar los extremos. Deberían seguir humildemente una conducta recta, indiferentes al aplauso o la censura, y aferrarse a la justicia por causa de sus propios méritos (Review and Herald, enero 30, 1900). 349
119. LA INDUMENTARIA APROPIADA
LA BIBLIA nos enseña la modestia en el vestir. "Asimismo que asistan las mujeres en traje modesto, adornándose con recato y sobriedad".* Este pasaje prohibe la ostentación en el vestir, los colores chillones, adornos profusos. Todo medio destinado a llamar atención a la persona así vestida, o a despertar la admiración, queda excluido de la modesta indumentaria prescrita por la Palabra de Dios.
LA ECONOMÍA EN LA INDUMENTARIA
Nuestro modo de vestir debe ser de poco costo; no con "oro o con perlas, o costosos adornos". El dinero es un depósito que Dios nos ha confiado. No es nuestro para gastarlo en la complacencia del orgullo o ambición. En manos de los hijos de Dios el dinero es alimento para los hambrientos, y ropa para los desnudos. Es una defensa para los oprimidos, un recurso de salud para los enfermos, y un medio para predicar Evangelio a los pobres. Podríais proporcionar felicidad a muchos corazones usando sabiamente los recursos que ahora se gastan para la ostentación. Considerad la vida de Cristo. Estudiad su carácter, y sed partícipes con él en su abnegación.
En la sociedad así llamada cristiana se gasta en joyas y en vestidos costosos e inútiles lo que bastaría para dar de comer a todos los hambrientos y vestir a los desnudos. La moda y la ostentación absorben los recursos con que se podría consolar y aliviar a los pobres y a los enfermos. Privan al mundo del Evangelio del amor del Salvador. . . 350
CALIDAD Y GUSTO
Pero nuestra indumentaria, si bien modesta y sencilla debe ser de buena calidad, de colores apropiados y adecuados para el servicio. Deberíamos escogerla por su durabilidad más bien que para la ostentación. Debe proporcionarnos abrigo y protección adecuada. La mujer prudente descrita en los Proverbios "no tiene temor de la nieve por su familia, porque toda su familia está vestida de ropas dobles".*
SALUD Y LIMPIEZA
Nuestra ropa debe ser limpia. El desaseo en el vestir es contrario a la salud, y por lo tanto contamina el cuerpo y el alma. "¿No sabéis que sois templo de Dios?... Sí alguno destruyera el templo de Dios, Dios le destruirá a él".*
En todo sentido debemos vestir conforme a la higiene. "Más que todas las cosas", Dios quiere que tengamos salud, salud del cuerpo y del alma. Debemos colaborar con Dios para asegurar la salud, del alma y del cuerpo. Ambas son promovidas por la indumentaria saludable.
GRACIA Y BELLEZA NATURAL
La ropa debe tener la donosura, la belleza y las cualidades propias de la sencillez natural. Cristo nos ha prevenido contra el orgullo de la vida, pero no contra su gracia y su belleza natural. Nos llama la atención a las flores del campo, a los lirios de tan significativa pureza, y dice: "Ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos".* Así, por medio de las cosas de la naturaleza, Cristo nos enseña cuál es la belleza que el cielo aprecia, la gracia modesta, la sencillez,: la pureza, la propiedad, que harán nuestro atavío agradable a Dios (Consejos para los maestros, págs. 231, 232). 351
120. LA INFLUENCIA DEL VESTUARIO
NO QUEREMOS disuadir de la prolijidad en el vestir. No debe despreciarse ni condenarse el gusto correcto. Nuestra fe, llevada a la práctica, nos inducirá a ser tan sencillos en el vestir y celosos de buenas obras, que seremos considerados peculiares. Pero cuando perdemos el gusto por el orden y la prolijidad en el vestir, dejamos virtualmente la verdad, pues la verdad nunca degrada, sino que eleva. Cuando los creyentes son descuidados en su manera de vestir y toscos y rudos en sus modales su influencia perjudica la verdad. "Hemos llegado a ser -dijo el inspirado, apóstol- espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres".* Todo el cielo observa la influencia diaria que los profesos seguidores de Cristo ejercen sobre el mundo. . .
La sencillez en el vestir le dará; a la mujer sensata la mejor apariencia. juzgamos el carácter de una persona por su manera de vestir. La mujer modesta, piadosa, vestirá modestamente. El gusto refinado, la mente cultivada, se pondrán de manifiesto por un atavío sencillo, apropiado. Las jóvenes que rompen con la esclavitud de la moda serán ornamentos de la sociedad. La que es sencilla y sin pretensiones en su manera de vestir y en sus modales, muestra que comprende que una verdadera mujer se caracteriza por su valor moral. Cuán encantadora, cuán interesante es la sencillez en el vestir, la cual puede compararse en gracia con las flores del campo (Review and Herald, noviembre 17, 1904). 352
121. LA SENCILLEZ EN EL VESTIR
"VUESTRO atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios".*
El razonamiento humano ha tratado siempre de evadir o de poner a un lado las instrucciones sencillas y directas de la Palabra de Dios. En todas las épocas, una mayoría de los profesos seguidores de Cristo ha desatendido esos preceptos que ordenan la abnegación y la humildad, que requieren modestia y sencillez de conversación, de conducta y de indumentaria. El resultado ha sido siempre el mismo: un alejamiento de las enseñanzas del Evangelio conduce a la adopción de las modas, las costumbres y los principios del mundo. La piedad vital cede su lugar a un formalismo muerto. La presencia y el poder de Cristo, retirados de esos círculos amadores del mundo, hallan cabida entre una clase de humildes adoradores que están dispuestos a obedecer las enseñanzas de la Santa Palabra. Se ha seguido esta conducta durante generaciones sucesivas. Se han levantado, una tras otra, diferentes denominaciones que, abandonando su sencillez, han perdido, en gran medida, su poder primitivo.
UNA TRAMPA PARA EL PUEBLO DE DIOS
Cuando vemos el amor a la moda y el lujo entre los que profesan creer la verdad presente, nos preguntamos 353 con tristeza: ¿No aprenderá el pueblo de Dios nada de la historia del pasado? Pocos entienden sus propios corazones. Los vanos y frívolos amadores de los placeres pueden decir que son seguidores de Cristo, pero su manera de vestir y su conversación muestran qué es lo que ocupa la mente y halaga los afectos. Sus vidas denuncian su amistad con el mundo, y éste los reclama como suyos.
¿Cómo puede el que alguna vez ha probado el amor de Cristo, satisfacerse con las frivolidades de la moda? Mi corazón se apena al ver a los que profesan ser seguidores del manso y humilde Jesús, tan ansiosos por adaptarse a la norma mundana de vestir. Apenas pueden ser distinguidos del incrédulo, a pesar de su profesión de piedad. No gozan de una vida religiosa. Dedican su tiempo y sus medios al solo objeto de vestirse para hacer ostentación.
El orgullo y la extravagancia en el vestir es un pecado al que tiene especial tendencia la mujer. De aquí que el mandato del apóstol se refiera directamente a ella: "Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad".*
SE NECESITA UNA REFORMA
Vemos que gana constantemente terreno en la iglesia un mal que la Palabra de Dios condena. ¿Cuál es el deber de los que tienen autoridad, con respecto a este asunto? La influencia de la iglesia, ¿será lo que debiera ser, mientras muchos de sus miembros obedecen los dictados de la moda, en lugar de la voluntad de Dios, claramente expresada? ¿Cómo podemos esperar la presencia y ayuda del Espíritu Santo mientras 354 permitimos que estas cosas existan entre nosotros? ¿podemos guardar silencio mientras los profesos seguidores de Cristo ponen a un lado sus enseñanzas? Estas cosas causan pena y perplejidad a los que tienen a su cargo el cuidado de la iglesia de Dios. ¿No reflexionarán sinceramente mis hermanos cristianos, y orarán sobre este asunto? ¿No tratarán de dejarse guiar la por Palabra de Dios? El tiempo extra gastado en la preparación de la indumentaria de acuerdo con las modas del mundo, debería dedicarse a un examen prolijo del corazón y al estudio de las Escrituras.
Las horas que ahora se pueden considerar peor que malgastadas porque se las dedica a preparar adornos innecesarios, serían más valiosas que el oro si se las emplease en adquirir principios rectos y dotes sólidas. Me duele el corazón al ver señoritas que profesan seguir a Cristo y que ignoran prácticamente su carácter y voluntad. Estas jóvenes se han conformado con alimentarse de desperdicios. El brillante oropel del mundo les parece más valioso que las riquezas eternas. Las facultades mentales, que podrían ser desarrolladas por el pensamiento y el estudio, permanecen dormidas, y los afectos no son disciplinados, porque se considera el aspecto exterior de más importancia que el encanto espiritual o el vigor mental.
EL ADORNO INTERIOR
¿Tratarán los seguidores de Cristo de obtener el adorno interior, el espíritu manso y tranquilo que Dios considera de gran precio, o malgastarán las pocas breves horas de gracia en innecesario afán de ostentación? El Señor quiere que la mujer trate constantemente de mejorar su mente y corazón, de obtener fuerza intelectual y moral para vivir una vida útil y feliz que sea una bendición para el mundo y una honra para su Creador. 355
Yo preguntaría a las jóvenes de hoy que profesan creer la verdad para este tiempo en qué se niegan a sí mismas por amor a la verdad. Cuando desean realmente una prenda de vestir o algún adorno o comodidad, ¿presentan el asunto a Dios en oración para saber si su Espíritu sancionaría este gasto? Al preparar su ropa, ¿tienen cuidado de no deshonrar su profesión de fe? ¿Pueden pedir la bendición del Señor sobre el tiempo así empleado? Una cosa es unirse a la iglesia, y otra bien distinta unirse a Cristo. Las personas sin consagración, amantes del mundo, que profesan ser religiosas, son una de las causas más serias de la debilidad de la iglesia de Cristo.
En esta época del mundo hay un afán de placeres sin precedentes. Prevalecen por todas partes la disipación y la extravagancia atrevida. Las multitudes están ansiosas de diversiones. La mente se vuelve liviana y frívola porque no está acostumbrada, a la meditación ni disciplinada para el estudio. Es corrientes un sentimentalismo ignorante. Dios requiere que cada mente sea cultivada, refinada, elevada y ennoblecida. Pero con demasiada frecuencia se descuida todo progreso noble, por una ostentación de la moda o un placer superficial. Las mujeres permiten que sus almas sean consumidas y empequeñecidas por la moda, y así llegan a ser una maldición para la sociedad, más bien que una bendición. (Review and Herald, diciembre 6, 1881). 356
122. LA IDOLATRÍA DEL VESTIDO
LA IDOLATRÍA del atavío es una enfermedad moral. No debe ser introducida en la nueva vida. En la mayoría de los casos, la sumisión a los requerimientos del Evangelio Exigirás un cambio decidido en la manera de vestir.
No debe haber negligencia al respecto. Por amor a Cristo, cuyos testigos somos, debemos tratar de sacar el mejor partido de nuestra apariencia. En el servicio del tabernáculo, Dios especifico todo detalle concerniente a las vestiduras de los que ministraban delante de él. Esto nos enseña que él tiene una preferencia con respecto a la indumentaria de los que le sirven. Fueron muy específicas las instrucciones dadas acerca de las vestiduras de Aarón, porque eran simbólicas. Así la indumentaria de los que siguen a Cristo debe ser, simbólica. En todas las cosas hemos de ser representantes de él. Nuestra apariencia en todo respecto debe caracterizarse por la prolijidad, la modestia y la pureza. Pero la Palabra de Dios no sanciona el hacer cambios en el atavío meramente por seguir la moda, a fin de conformarse al mundo. Los cristianos no han de adornar su persona con atavíos costosos o adornos caros.
Las palabras de la Escritura acerca de la indumentaria deben ser consideradas cuidadosamente. Necesitamos comprender lo que el Señor del cielo aprecia, aun en lo referente a vestir el cuerpo. Todos los que busquen sinceramente la gracia de Cristo, escucharán las preciosas palabras de instrucción inspiradas por Dios. Aun el modo de ataviarnos expresará la verdad del Evangelio. (Joyas de los testimonios, Tomo 2, págs. 393, 394). 357
123. EL VERDADERO ADORNO
POR todas partes prevalece una extravagancia corruptora, y las almas se dirigen a la ruina a causa de su amor al vestido y la ostentación. La vida de las nueve décimas partes de los que son devotos de la moda, es una mentira viviente. Diariamente practican el engaño, el fraude, pues quieren aparentar lo que no son.
Venden la nobleza del alma, la suavidad, la generosidad, para satisfacer la concupiscencia de cosas malas. Miles venden su virtud para tener medios con que seguir las modas del mundo. Esta locura por seguir las modas variables del mundo debería hacer surgir un ejército de reformadores que se pongan de parte dé un atavío sencillo. Satanás está siempre inventando modas que sólo pueden ser seguidas a costa del sacrificio del dinero, el tiempo y la salud.
EN POS DEL MUNDO
Teniendo ante nuestra vista el cuadro de la degradación del mundo en lo que se refiere a la moda, ¿cómo se atreven los cristianos profesos a seguir la senda de los mundanos? ¿Daremos muestras de sancionar estas modas desmoralizadoras adoptándolas? Muchos adoptan las modas del mundo, pero es porque no se ha formado en ellos Cristo, la esperanza de gloria. Se practica la vida lujosa, el vestir extravagante, hasta el punto de constituir una de las señales de los últimos días.
Por todas partes se manifiestan el orgullo y la vanidad; pero los que tienen inclinación a mirarse en el 358 espejo para admirarse, tienen poca tendencia a mirar en la ley de Dios, el gran espejo moral. Esta idolatría del vestido destruye todo lo que es humilde, manso y amable en el carácter. Consume las horas preciosas, que deberían ser dedicadas a la meditación, al examen del corazón, al estudio de la Palabra de Dios acompañado de oración. En la Palabra de Dios, la inspiración ha registrado especialmente lecciones para nuestra instrucción. . .
La devoción al vestido se apropia de medios confiados para obras de misericordia y benevolencia, y este gasto extravagante es robo hecho a Dios. No se nos han dado nuestros medios para la gratificación del orgullo y del amor al lujo. Hemos de ser mayordomos sabios, y vestir al desnudo, alimentar al hambriento y dar nuestros medios para hacer progresar la causa de Dios. Si queremos adorno, las gracias de la mansedumbre, de la humildad, de la modestia y la prudencia, convierten a toda persona, sea cual fuere su categoría y condición de vida.
¿No definiremos nuestra posición como fieles centinelas, y por precepto y ejemplo no condenaremos el participar en la disipación y extravagancia de esta época degenerada?
¿No daremos un buen ejemplo a nuestra juventud? Si comemos, bebemos o hacemos cualquier otra cosa, ¿no lo haremos todo para gloria de Dios? (Review and Herald, diciembre 12, 1912). 360
(Mensaje para los Jóvenes de E. G. de White)
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