jueves, 2 de junio de 2011

SECCION X “La Mayordomía”


Por pequeño que sea vuestro talento Dios tiene un lugar para él.  Ese solo talento, sabiamente usado, realizará la obra que le fue asignada.  Mediante la fidelidad en los pequeños deberes, hemos de trabajar según el plan de adición, y Dios obrará en nuestro favor según el plan de multiplicación.  Estas cosas pequeñas llegarán a ser las más preciosas influencias en su obra (Palabras de vida del gran Maestro, págs. 338, 339). 297

98. LECCIONES SOBRE ECONOMÍA

MUCHO se podría decir a los jóvenes en cuanto a su privilegio de ayudar a la causa de Dios aprendiendo lecciones de economía y abnegación.  Muchos creen que deben permitirse este o aquel placer, y para poder hacerlo se acostumbran a una vida que les consume todas sus entradas.  Dios quiere que nos conduzcamos mejor en este sentido.

Pecamos contra nosotros mismos cuando nos sentimos satisfechos con tener lo suficiente para comer, beber y vestir.  Dios tiene reservado para nosotros algo superior.  Cuando estemos dispuestos a hacer a un lado nuestros deseos egoístas y entregar las facultades del corazón y la mente a la obra de la causa de Dios, los agentes celestiales cooperarán con nosotros, haciéndonos una bendición para la humanidad.

AHORRAD PARA LAS MISIONES

El joven industrioso y económico, aunque sea pobre puede ahorrar un poco para la causa de Dios.  Cuando yo tenía sólo doce años de edad, sabía lo que era economizar.  Aprendí un oficio, junto con mi hermana, y aunque sólo ganábamos veinticinco centavos de dólar por día, podíamos ahorrar algo de esta suma para dar para las misiones.  Ahorramos poco a poco hasta que tuvimos treinta dólares.  Luego, cuando oímos el mensaje de la pronta venida del Señor, junto con un pedido de hombres y medios, consideramos un privilegio entregar los treinta dólares a nuestro padre 298 y pedirle que los invirtiera en folletos para enviar el mensaje a los que se hallaban en tinieblas.

Es deber de todos los que se relacionan con la obra de Dios aprender la economía en el uso del tiempo y el dinero.  Los que se complacen en la ociosidad revelan que dan poca importancia a las gloriosas verdades que nos han sido encomendadas.  Necesitan adquirir hábitos de laboriosidad y aprender a trabajar teniendo sólo en vista la gloria de Dios.

LA ABNEGACIÓN

Los que no tienen buen criterio en el uso del tiempo y el dinero deberían pedir consejo a los que han tenido experiencia.  Con el dinero que habíamos ganado en nuestro oficio, nos proveíamos de ropa mi hermana y yo.  Le entregábamos el dinero a nuestra madre, diciéndole: "Compra de modo que después de pagar nuestra ropa quede algo para dar a la obra misionera".  Y ella lo hacía, estimulando en nosotros el espíritu misionero.

El acto de dar, si es fruto de la abnegación, es un maravilloso estímulo para el dador.  Imparte una educación que nos habilita más plenamente para comprender la obra de Aquel que anduvo haciendo bien, aliviando a los que sufrían y proveyendo a las necesidades de los destituidos.  El Salvador no vivió para complacerse a sí mismo.  No había en su vida rastro de egoísmo.  Aunque estaba en un mundo que él mismo había creado, no reclamó ninguna parte como hogar suyo.  "Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos -dijo-; mas el Hijo del hombre no tiene donde recostar su cabeza".*

EL USO DEBIDO DE LOS TALENTOS

Si hacemos el mejor uso posible de nuestros talentos, el Espíritu de Dios nos conducirá

continuamente 299 a una mayor eficiencia.  El Señor dijo al hombre que había negociado fielmente con sus talentos: "Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor".* También se esperaba del hombre que había recibido uno que hiciese el mejor uso posible de su talento.  Si hubiese negociado con las mercaderías de su señor, el Señor hubiera multiplicado el talento.

Dios ha dado a cada hombre su obra "conforme a su capacidad".* Dios tiene la medida de nuestra capacidad y sabe qué responsabilidad darnos.  Respecto al que ha sido hallado fiel ordena: Confiadle mayor responsabilidad.  Si se muestra fiel a ese cometido, vuelve a ordenar: Confiadle aún más.  Y así, mediante la gracia de Cristo, va creciendo hasta la plenitud de un hombre en Cristo Jesús.

¿Tenéis sólo un talento?  Dadlo a los cambistas y transformadlo en dos invirtiéndolo sabiamente.  Haced con todas vuestras fuerzas lo que vuestras manos hallen para hacer.  Usad vuestro talento tan sabiamente que cumpla la misión que le estaba señalada.  Será digno de todos los esfuerzos el poder oír al fin las palabras, dirigidas a vosotros: "Bien, buen siervo y fiel".  Pero sólo se dirigirá la palabra "bien", a los que hayan hecho bien.

NO HAY TIEMPO QUE PERDER

Jóvenes y señoritas, no tenéis tiempo que perder.  Tratad fervorosamente de poner madera sólida en la edificación de vuestro carácter.  Os rogamos por causa de Cristo, que seáis fieles.  Tratad de redimir el tiempo.  Consagraos diariamente al servicio de Dios, y hallaréis que no necesitáis muchos días de fiesta para pasar ociosamente, ni mucho dinero para gastar en haceros los gustos.  El cielo observa a aquellos que 300 tratan de mejorar y de modelarse a la semejanza de Cristo.  Cuando el agente humano se somete a Cristo, el Espíritu Santo lleva a cabo una gran obra en su favor.

Todo verdadero y abnegado obrero de Dios, está dispuesto a gastar y a ser gastado en bien de otros.  Cristo dice: "El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará".* El verdadero cristiano muestra su amor hacia Dios y a sus semejantes en los esfuerzos fervientes y reflexivos que hace para ayudar a otros.  Quizá pierda la vida en el servicio, pero cuando Cristo venga a recoger sus joyas, la encontrará otra vez (Youth's Instructor, septiembre 10, 1907).

LA RECOMPENSA DEL SACRIFICIO

Los medios usados para beneficiar a otros producirán recompensas.  Las riquezas debidamente empleadas realizarán mucho bien.  Se ganarán almas para Cristo.  El que sigue el plan de vida de Cristo verá en las cortes celestiales a aquellos por quienes ha trabajado y se ha sacrificado en la tierra.  Los redimidos recordarán agradecidos a los que han sido instrumentos de su salvación.  El cielo será algo precioso para los que hayan sido fieles en la obra de ganar almas (Palabras de vida del gran Maestro, pág. 353). 301

99. EL ESPÍRITU DE SACRIFICIO

EL ESPÍRITU codicioso y la ambición por ocupar puestos elevados y ganar grandes sueldos es corriente en el mundo.  Rara vez se encuentra el antiguo espíritu de abnegación y sacrificio.  Pero es éste el único espíritu que puede impulsar a un verdadero seguidor de Jesús.  Nuestro divino Maestro nos ha dado ejemplo de cómo debemos trabajar.  Y a aquellos a quienes ordenó: "Venid en pos de mí, y os haré pescadores hombres",* él no ofreció ninguna suma estipulada como recompensa por sus servicios.  Ellos debían compartir con él su abnegación y sacrificio.

Los que dicen ser seguidores del Artífice Maestro y se ocupan en su servicio como colaboradores de Dios, han de aportar a su trabajo la exactitud y la habilidad, el tacto y la sabiduría que el Dios de perfección requería en la edificación del tabernáculo terrenal.  Y ahora como en aquel tiempo y como en los días del ministerio terrenal de Cristo, la devoción a Dios y el espíritu de sacrificio deberían ser considerados como los principales requisitos de un servicio aceptable.  Según el plan de Dios, no ha de entretejerse en su obra ni un hilo de egoísmo (Review and Herald, enero 4, 1906).

SEÑALES DE LA GRACIA EN EL CORAZÓN

La humildad, la abnegación, la benevolencia y la fiel devolución del diezmo, muestran que la gracia de Cristo obra en el corazón (Counsels on Health, pág. 590). 302

100. EL DIEZMO

LA GRAN obra que Jesús anunció que había venido a hacer fue confiada a los que le siguen en la tierra.  Cristo, como nuestra cabeza, nos guía en la gran obra de salvación, y nos invita a seguir su ejemplo.  Nos ha dado un mensaje mundial.  Esta verdad debe extenderse a todas las naciones, lenguas y pueblos.  El poder de Satanás debe ser desafiado y ser vencido por Cristo y también por sus discípulos.  Una gran guerra debe teñirse contra las potestades de las tinieblas. Y a fin de que esta obra se lleve a cabo con éxito, se requieren recursos.  Dios no se propone enviarnos recursos directamente del cielo, sino que confía a las manos de sus seguidores talentos y recursos para que los usen con el fin de sostener esta guerra.

El ha dado a su pueblo un plan para obtener sumas suficientes con qué financiar sus empresas.  El plan de Dios en el sistema del diezmo es hermoso por su sencillez e igualdad.  Todos pueden practicarlo con fe y valor porque es de origen divino.  En él se combinan la sencillez y la utilidad, y no requiere profundidad de conocimiento para comprenderlo y ejecutarlo.  Todos pueden sentir que son capaces de hace una parte para llevar a cabo la preciosa obra de salvación.  Cada hombre, mujer y joven puede llegar ser un tesorero del Señor, un agente para satisfacer la demandas de la tesorería.  Dice el apóstol:  "Cada un de vosotros aparte en su casa, guardando lo que por la bondad de Dios pudiere".*

Por este sistema se alcanzan grandes objetos.  Si todos lo aceptasen, cada uno sería un vigilante y fiel tesorero de Dios, y no faltarían recursos para llevar a 303 cabo la gran obra de proclamar el último mensaje de amonestación al mundo.  La tesorería estaría llena si todos adoptan este sistema, y los contribuyentes no serán más pobres por ello.  Mediante cada inversión hecha, llegarán a estar más vinculados a la causa de la verdad presente.  Estarán "atesorando para sí buen fundamento para lo por venir", a fin de "que echen mano a la vida eterna" *  (Joyas de los testimonios, tomo 1, págs. 367, 368).

EL RECONOCIMIENTO DE LA PROPIEDAD DE DIOS

La consagración a Dios de un diezmo de todas las rentas, ya fuesen de la huerta o de la mies, el rebaño o la vacada, el trabajo manual o intelectual; la consagración de un segundo diezmo destinado al alivio del pobre y otros usos benéficos, tendían a mantener siempre presente ante el pueblo el principio de que Dios es dueño de todo, y que ellos tenían la oportunidad de ser los canales por los cuales fluyeran sus bendiciones.  Era una educación adaptada para acabar con todo egoísmo estrecho, y cultivar la grandeza y nobleza de carácter  (La educación, pág. 41).

PERTENECE A DIOS

"Todas las décimas. . . de Jehová son". * En este pasaje se halla la misma forma de expresarse que en la ley del sábado.  "El séptimo día será reposo [sábado] para Jehová tu Dios".* Dios reservó para sí una porción específica del tiempo y de los recursos pecuniarios del hombre, y nadie podía dedicar sin culpa cualquiera de esas cosas a sus propios intereses (Patriarcas y profetas, pág. 565). 304

101. "HONRA A JEHOVÁ DE TU SUSTANCIA"

"¿CUANTO debes a mi Señor?" * ¿Hemos de recibir todas las bendiciones de mano de Dios y no retribuirle, ni siquiera dándole nuestro diezmo, la porción que él se ha reservado?  Ha llegado a ser una costumbre pasar de la línea del sacrificio a la senda de la complacencia propia.  Pero, ¿recibiremos continuamente sus favores con indiferencia sin corresponder en ninguna forma a su amor?

¿No queréis, queridos jóvenes, haceros misioneros de Dios? ¿Queréis, como no lo habéis hecho antes, aprender las preciosas lecciones de hacer donativos al Señor poniendo en la tesorería parte de lo que él os ha dado generosamente para vuestro gozo?  Sea lo que fuere aquello que hayáis recibido, devolved una porción al Dador como ofrenda de gratitud.  También debería entregarse una parte a la tesorería para obra misionera tanto en el país como en el extranjero.

TESOROS EN EL CIELO

La causa de Dios debería estar muy cerca de nuestros corazones. La luz de la verdad llegará a ser una gran bendición para otras familias si los padres y los hijos de la familia que ya ha recibido su bendición la comunican a otros.  Pero cuando las dádivas de Dios, tan rica y abundantemente prodigadas, se retienen de él y se destinan egoístamente a nosotros mismos se experimentará seguramente la maldición de Dios en 305 lugar de su bendición, pues el Señor lo ha declarado.  El derecho de Dios debe anteponerse a cualquier otro, y debe satisfacerse primero.  Luego, hay que atender a los pobres y los necesitados.  No se los debe descuidar, sea cual fuere el costo o sacrificio para nosotros.

"Y haya alimento en mi casa".* Es deber nuestro ser temperantes en todas las cosas: en el comer, en el beber y en el vestir.  Deberíamos considerar cuidadosamente nuestras casas y el moblaje de nuestros hogares, inspirados por el deseo de entregar a Dios lo que es suyo, no sólo como diezmos, sino hasta donde sea posible también como dádivas y ofrendas.  Muchos podrían estar acumulando tesoros en el cielo si mantuviesen el granero de Dios provisto con la porción que él reclama como suya y con las ofrendas.

Los que averiguan sinceramente qué es lo que Dios requiere de ellos en cuanto a la propiedad que consideran como propia, deberían escudriñar las Escrituras del Antiguo Testamento y ver qué indicó a ese respecto a su pueblo Cristo, el conductor invisible de Israel en su largo viaje por el desierto.  Individualmente deberíamos estar dispuestos a sufrir cualquier molestia, a encontrarnos en cualquier aprieto, antes que robar a Dios la porción que debería ser entregada a su casa.  Los que son lectores de la Biblia y creyentes en ella, tendrán en este asunto un inteligente conocimiento de lo que "dijo el Señor".

SIN EXCUSA

En aquel día en que cada hombre será juzgado de acuerdo con los hechos realizados en el cuerpo, se evaporará, como el rocío al sol, toda excusa que pueda dar ahora el egoísmo para no entregar al Señor el diezmo y las ofrendas.  Si no fuera para siempre demasiado tarde, ¡con cuánto gusto volverían muchos atrás y 306 reedificarían su carácter!  Pero será entonces demasiado tarde para cambiar el registro de los que semanal, mensual y anualmente han robado a Dios.  Su destino estará ya decidido inalterablemente.

El egoísmo es un mal mortal.  El amor propio y la indiferencia descuidada hacia los términos específicos del acuerdo entre Dios y el hombre, la negativa a proceder como fieles mayordomos suyos, han acarreado sobre el hombre la maldición de Dios, tal cual él había declarado que ocurriría.  Esas almas se han separado de Dios y por precepto y ejemplo han inducido a otros a desatender los claros mandamientos de Dios,

EL DIEZMO

El Señor ha especificado: El diezmo de todas vuestras posesiones es mío; vuestros dones y ofrendas ha de ser traídos a la tesorería para ser usados para el adelantamiento de mi causa, para enviar al predicado viviente a abrir las Escrituras ante los que están en tinieblas.

¿Correrá, pues, alguien el riesgo de retener de Dios lo que es suyo, haciendo así lo que hizo el siervo infiel que escondió en la tierra el dinero de su señor? ¿Trataremos, como dicho hombre, de justificar nuestra infidelidad, quejándonos de Dios y diciendo: "Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste, y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra: aquí tienes lo que es tuyo"?* ¿No presentaremos más bien nuestras ofrendas de gratitud a Dios? (Youth's Instructor, agosto 26, 1897). 307

102. LA RESPONSABILIDAD INDIVIDUAL

NUESTRO Padre celestial no exige ni más ni menos que aquello que él nos ha dado la capacidad de efectuar.  No coloca sobre sus siervos ninguna carga que no puedan llevar.  "El conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo",* Todo lo que él exige de nosotros podemos cumplirlo mediante la gracia divina.

"A todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará".* Se nos hará individualmente responsables si hacemos una jota menos de lo que podríamos efectuar con nuestra capacidad.  El Señor mide con exactitud toda posibilidad de servicio.  Hemos de dar cuenta tanto de las facultades no empleadas como de las que se aprovechan.  Dios nos tiene por responsables de todo lo que llegaríamos a ser por medio del uso debido de nuestros talentos.  Seremos juzgados de acuerdo con lo que debiéramos haber hecho, pero no efectuamos por no haber usado nuestras facultades para glorificar a Dios.  Aun cuando no perdamos nuestra alma, en la eternidad nos daremos cuenta del resultado de los talentos que dejamos sin usar.  Habrá una pérdida eterna por todo el conocimiento y la habilidad que podríamos haber obtenido y no obtuvimos.

Pero cuando nos entregamos completamente a Dios y en nuestra obra seguimos sus instrucciones, él mismo se hace responsable de su realización.  El no quiere que conjeturemos en cuanto al éxito de nuestros sinceros esfuerzos.  No debemos pensar en el fracaso.  Hemos 308 de cooperar con Uno que no conoce el fracaso.

No debemos hablar de nuestra propia debilidad o incapacidad.  Esto es una manifiesta desconfianza en Dios, una negación de su Palabra.  Cuando murmuramos a causa de nuestras cargas, o rechazamos las responsabilidades que él nos llama a llevar, estamos prácticamente diciendo que él es un amo duro, que exige lo que no nos ha dado poder para hacer (Palabras de vida del gran Maestro, págs. 341, 342).

EL VALOR DEL DINERO

No nos ha sido dado nuestro dinero para que pudiéramos honrarnos y glorificarnos a nosotros mismos.  Como fieles mayordomos, hemos de usarlo para honra y gloria de Dios.  Algunos piensan que sólo pertenece al Señor una porción de sus medios.  Cuando han puesto aparte una porción con fines religiosos y caritativos, consideran que el resto les pertenece para usarlo como crean conveniente.  Pero en esto se equivocan.  Todo lo que poseemos es del Señor y somos responsables ante él del uso que le demos.  En el empleo de cada centavo se verá si amamos a Dios por encima de todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

El dinero tiene gran valor porque puede hacer mucho bien.  En manos de los hijos de Dios es alimento para el hambriento, bebida para el sediento, y vestido para el desnudo.  Es una defensa para el oprimido y un medio de ayudar al enfermo.  Pero el dinero no es de más valor que la arena, a menos que sea usado para satisfacer las necesidades de la vida, beneficiar a otros, y hacer progresar la causa de Cristo (Palabras de vida del gran Maestro, pág. 331). 309

103. LOS REGALOS DE LAS FIESTAS

SE ACERCAN las fiestas.  En vista de ello convendrá considerar cuánto dinero se gasta anualmente en hacer regalos a los que no los necesitan.  La fuerza de la costumbre es tal, que nos parecería que descuidamos a los amigos si no les hacemos regalos en estas ocasiones.  Pero recordemos que nuestro bondadoso Benefactor celestial tiene sobre nosotros derechos superiores a los de cualesquiera amigos terrenales.  ¿No presentaremos nuestras ofrendas a Dios durante las próximas fiestas? Hasta los niños pueden participar en esta obra.  Podemos dar ropas y otros artículos útiles a los pobres dignos y así hacer una obra para el Maestro.

LOS MALOS RESULTADOS DE LA COMPLACENCIA PROPIA

Recuérdese que se celebra la Navidad en conmemoración del nacimiento del Redentor del mundo.  Generalmente se celebra este día con festejos y glotonería.

Se gastan grandes sumas de dinero en una innecesaria complacencia propia.  Se da rienda suelta a los apetitos y placeres sensuales a expensas del poder físico, mental y moral.  Sin embargo, esto ha llegado a ser un hábito.  El orgullo, la moda, la satisfacción del paladar han consumido inmensas sumas de dinero que en realidad no han beneficiado a nadie, sino que han estimulado una prodigalidad de medios que desagrada a Dios.  Se vive en estos días glorificando al yo antes que a Dios.  Se ha sacrificado la salud, se ha dado al dinero un uso que es peor que tirarlo, muchos han 310 perdido la vida por sus excesos en el comer o por una disipación envilecedora, y se han perdido almas por esta causa.

Dios sería glorificado si sus hijos disfrutasen de un régimen alimenticio sencillo y usasen los medios que les han sido confiados, para traer a su tesorería ofrendas pequeñas y grandes, que serían usadas para enviar la luz de la verdad a las almas que se hallan en la oscuridad del error.  Los corazones de las viudas y huérfanos pueden ser alegrados por los regalos que alimenten su comodidad y satisfagan su hambre.

PRESENTES PARA EL SEÑOR

Calculen todos los que profesan creer la verdad para este tiempo cuánto gastan anualmente y en especial en ocasión de las fiestas anuales, en la satisfacción de deseos egoístas y profanos; cuánto en la complacencia del apetito y cuánto en competir con otros en ostentación no cristiana.  Sumad los medios así gastados innecesariamente, y calculad luego cuánto se podría haber ahorrado como dones consagrados a la causa de Dios sin perjuicio para el alma ni el cuerpo.

Se pueden hacer ofrendas pequeñas o más liberales, según la capacidad del dador, para ayudar a cubrir las deudas de las iglesias que han sido dedicadas a Dios.  Hay que enviar además misioneros a nuevos campos y sostener a otros en sus respectivos puestos de labor.  Estos misioneros tienen que practicar la más estricta economía, hasta negarse las cosas que vosotros gozáis diariamente y que consideráis indispensables.  Ellos disfrutan de pocos lujos (Review and Herald, noviembre 21, 1878). 311

104. LA ECONOMÍA EN LA INDUMENTARIA

EL PUEBLO de Dios debería practicar una estricta economía en sus gastos para tener algo que presentar a Dios, diciendo: "Lo recibido de tu mano te damos".* Así han de ofrecer a Dios acciones de gracias por las bendiciones de él recibidas.  Así también han de acumular para sí tesoro junto al trono de Dios.

Los mundanos gastan para vestir grandes sumas de dinero que deberían ser usadas para alimentar y vestir a los que sufren hambre y frío.  Muchos, por quienes Cristo dio su vida, tienen apenas lo suficiente para comprarse la ropa más barata y vulgar, mientras que otros gastan miles de pesos en sus esfuerzos por satisfacer las demandas interminables de la moda.

El Señor ha mandado a su pueblo salir del mundo y separarse de él.  La indumentaria vistosa o costosa no es propia de los que creen que vivimos en los últimos días de gracia.  "Quiero, pues -escribe el apóstol Pablo- que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda.  Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad".*

Aun entre los que profesan ser hijos de Dios hay quienes gastan más de lo necesario en vestidos.  Deberíamos vestirnos con prolijidad y buen gusto, pero, hermanas mías, cuando estáis comprando y haciendo 312 vuestra ropa y la de vuestros hijos, pensad en la obra de la viña del Señor que aún espera ser hecha.  Está bien comprar buen material y trabajarlo cuidadosamente.  Esto es economía.  Pero los adornos costosos no son necesarios, y el complacerse en ellos es gastar para satisfacción propia un dinero que debiera ser dado a la causa de Dios.

No es vuestro vestido lo que os hace valiosos a la vista del Señor.  Dios aprecia el adorno interior, las gracias del Espíritu, la palabra bondadosa, la reflexiva consideración hacia los demás.  Arreglaos sin los adornos innecesarios, y poned aparte, para el progreso de la causa de Dios, los medios así ahorrados.

LA ABNEGACIÓN AGRADA A DIOS

Aprended la lección de abnegación y enseñadla a vuestros hijos.  Se necesita ahora todo lo que se pueda ahorrar para la obra que ha de hacerse.  Hay que aliviar al que sufre, vestir al desnudo, alimentar al hambriento; hay que hablar de la verdad para este tiempo a los que no la conocen. . .

Somos testigos de Cristo y no podemos permitir que los intereses mundanos absorban en tal forma nuestro tiempo y atención que, no prestemos oído a las cosas que Dios ha declarado más importantes.  Están en juego intereses más elevados. "Buscad primeramente reino de Dios y su justicia".* Cristo entregó todo a la obra que vino a hacer, y nos dice: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame".* "Y seáis así mis discípulos".* Cristo se entregó voluntaria y alegremente para hacer la voluntad de Dios.  Se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz; ¿hemos de sentir que es una molestia negarnos algo? ¿Nos rehusaremos a ser participantes de sus sufrimientos?  Su muerte debería conmover cada 313 fibra del ser, y disponernos a consagrar a su obra todo lo que tenemos y somos.  Al pensar en lo que él ha hecho por nosotros, nuestros corazones debieran llenarse de amor.

Cuando los que conocen la verdad practiquen la abnegación ordenada en la Palabra de Dios, el mensaje avanzará con poder.  El Señor oirá nuestras oraciones en favor de la conversión de las almas.  El pueblo de Dios hará brillar su luz, y los incrédulos, al ver sus buenas obras, glorificarán a nuestro Padre celestial (Review and Herald, diciembre 1, 1910).

EL AMOR A LA OSTENTACIÓN

El amor a la ostentación produce extravagancia, y en muchos jóvenes mata la aspiración de vivir una vida más noble, En vez de esforzarse por obtener una educación, pronto emprenden alguna ocupación para ganar dinero y satisfacer la pasión por los vestidos.  Y esta pasión conduce a más de una joven a la ruina (La educación, págs. 240, 241).

UNA SENCILLEZ PURITANA

Una sencillez y una simplicidad puritanas debieran caracterizar la morada y el aspecto de todos los que creen en las solemnes verdades para este tiempo.  Todos los recursos gastados innecesariamente en ropa o en el adorno de nuestras casas, constituyen un derroche del dinero del Señor.  Eso es defraudar la causa de Dios para satisfacer el orgullo (Testimonies, tomo 5, pág. 189) . 314

105. LA SATISFACCIÓN PROPIA

CUANDO visito los hogares de nuestros hermanos y nuestras escuelas, veo que todos los espacios disponibles de las mesas, rincones y repisas de chimeneas, están llenos de fotografías.  A derecha e izquierda se ven retratos de caras humanas, Dios desea que cambie este orden de cosas.  Si Cristo estuviera en la tierra diría: "Quitad de aquí esto".* Se me ha indicado que estos retratos son otros tantos ídolos que ocupan el tiempo y el pensamiento que deberían ser santamente dedicados a Dios.

Estas fotografías cuestan dinero. ¿Es consecuente con nuestro modo de pensar, conociendo la obra que hay que hacer en este tiempo, que gastemos el dinero de Dios en sacar fotografías de nuestro rostro y del rostro de nuestros amigos? ¿No deberíamos usar en la edificación de la causa de Dios todo peso que podamos ahorrar?  Estos retratos requieren el dinero que debiera ser santamente dedicado al servicio de Dios y apartan la mente de las verdades de la Palabra de Dios.

UNA ESPECIE DE IDOLATRÍA

Este sacar e intercambiar fotografías es una especie de idolatría.  Satanás está haciendo todo lo que puede por eclipsar el cielo a nuestra vista.  No le ayudemos haciendo ídolos de los retratos.  Necesitamos alcanzar una norma más elevada que la que sugieren estos rostros humanos.  El Señor dice: "No tendrás dioses ajenos delante de mí"* Los que dicen creer en Cristo 315 necesitan percatarse de que deben reflejar su imagen.  Es su semejanza lo que debe estar de continuo ante la mente.  Las palabras pronunciadas deben estar henchidas de inspiración celestial. . .

PRIMERO LAS COSAS PRIMERAS

Los que han participado del solemne rito del bautismo se han comprometido a buscar las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios; a trabajar fervientemente por la salvación de los pecadores.  Dios pregunta a los que adoptan su nombre: ¿Cómo estáis usando las facultades que han sido redimidas por la muerte de mi Hijo? ¿Estáis haciendo todo lo que podéis para alcanzar una altura mayor en la comprensión espiritual? ¿Estáis poniendo vuestros intereses y actos en armonía con los importantes requisitos de la eternidad?

Debe producirse una reforma en el pueblo de Dios.  "Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria, de Dios".* Aquellos sobre quienes el Señor ha puesto la carga de su obra luchan por proclamar el mensaje, para que sean amonestadas las almas que están pereciendo en la ignorancia. ¿No podéis hacer algo mediante la abnegación para ayudarlos en su trabajo?  Despertad y mostrad, por vuestro celo abnegado y vuestro fervor, que estáis convertidos.

En la obra de salvar almas se requiere todo nuestro dinero.  El dinero invertido por el profeso pueblo de Dios en retratos de rostros humanos podría sostener a varios misioneros.  Muchas corrientes pequeñas, al juntarse, forman un río grande.  Cometemos un desfalco con los bienes de nuestro Señor cuando usamos para placeres egoístas los medios que deberían ser usados para proclamar el último mensaje de amonestación.  Si gastáis el dinero del Señor en la satisfacción 316 propia, ¿cómo podéis esperar que él siga otorgándoos sus bienes? ¿Qué opinión tiene el Maestro de los que egoístamente invierten su dinero en fotografías?  Ese mismo dinero hubiera podido ser usado para comprar publicaciones para enviar a los que están en las tinieblas de la ignorancia.

La verdad que Dios nos ha dado debe anunciarse al mundo.  Se nos ha dado el privilegio de hacer este trabajo.  Hemos de sembrar la semilla de la verdad junto a todas las aguas.  El Señor nos pide que practiquemos la abnegación y el sacrificio.  El Evangelio demanda una consagración completa.  Las necesidades de la causa demandan todo lo que podamos dar.  Nuestra complacencia en sacar fotografías ha sido una satisfacción egoísta de nuestra parte, que testifica silenciosamente en contra de nosotros.  Por esta complacencia se ha colocado en el cimiento una gran cantidad de madera, heno y hojarasca, que será consumida por el fuego del último día.

EL DEBER DE LA ABNEGACIÓN

Después de ir de casa en casa y ver tantas fotografías, recibí la instrucción de amonestar a nuestro pueblo contra este mal.

Podemos hacer esto por Dios.  Podemos poner fuera de la vista estos ídolos gráficos.  No tienen poder bienhechor, antes bien se interponen entre Dios y el alma.  Nada pueden hacer para ayudar a sembrar las semillas de la verdad.  Cristo pide a aquellos que dicen seguirle, que se vistan de toda la armadura de Dios.

Nuestras instituciones educativas necesitan sentir el poder reformador del Espíritu de Dios.  "Si la sal se desvaneciera, ¿con qué será salada? no sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres".* Los que trabajan como maestros en 317 nuestros colegios y sanatorios deberían alcanzar una elevada norma de consagración.  Y los estudiantes de estas instituciones, que se preparan para salir como misioneros, deberían aprender a practicar la abnegación.

Somos mayordomos de Dios y "se requiere en los dispensadores, que cada uno sea hallado fiel".* Debe economizarse fielmente el dinero que Dios nos ha confiado.  Hemos de aumentar nuestra eficacia haciendo mejor uso de los talentos que se nos confiaron a fin de que a la venida de Dios podamos devolverle lo suyo con ganancia (Review and Herald, junio 13, 1907).

LA COSTUMBRE DE RETRATARSE CON FRECUENCIA

Los jóvenes tienen el corazón lleno de amor a sí mismos.  Esto se manifiesta en su deseo de ver sus rostros daguerrotipados [reproducidos] por el artista; y no se conforman con ser representados una vez, sino que posan repetidas veces para que se les saque un retrato, con la esperanza de que éste sea cada vez mejor que los anteriores y la figura aparezca en realidad más hermosa que el original. De este modo malgastan el dinero de su Señor, y ¿qué ganan? (Testimonies, tomo 1, pág. 500). 318

106. LA ECONOMÍA Y LA BENEVOLENCIA

MUCHOS desprecian la economía, confundiéndola con la tacañería y la mezquindad.  Pero la economía se aviene perfectamente con la más amplia liberalidad.  Efectivamente, sin economía no puede haber verdadera liberalidad.  Hemos de ahorrar para poder dar.

Nadie puede practicar la verdadera benevolencia sin abnegación.  Sólo mediante una vida sencilla, abnegada y de estricta economía, podemos llevar a cabo la obra que nos ha sido señalada como a representantes de Cristo.  El orgullo y la ambición mundana deben ser desalojados de nuestro corazón.  En todo nuestro trabajo ha de cumplirse el principio de la abnegación manifestado en la vida de Cristo.  En las paredes de nuestras casas, en los cuadros, en los muebles tenemos que leer esta inscripción: "A los pobres que no tienen hogar acoge en tu casa".  En nuestros roperos tenemos que ver escritas, como con el dedo de Dios, estas palabras: "Viste al desnudo".  En el comedor, en la mesa cargada de abundantes manjares, deberíamos ver trazada esta inscripción: "Comparte tu pan con el hambriento".

PUERTAS DE UTILIDAD ABIERTAS

Se nos ofrecen mil medios de ser útiles.  Nos quejamos muchas veces de que los recursos disponibles son escasos; pero si los cristianos tomaran las cosas más en serio, podrían multiplicar mil veces esos 319 recursos.  El egoísmo y la concupiscencia nos impiden ser más útiles.

¡Cuánto no se gasta en cosas que son meros ídolos, cosas que embargan la mente, el tiempo y la energía que deberían dedicarse a usos más nobles! ¡Cuánto dinero se derrocha en casas y muebles lujosos, en placeres egoístas, en manjares costosos y malsanos, en perniciosos antojos! ¡Cuánto se malgasta en regalos que no aprovechan a nadie!  En cosas superfluas y muchas veces perjudiciales gastan hoy día los cristianos de profesión mucho más de lo que gastan en el intento de arrebatar almas de las garras del tentador.

Muchos cristianos de profesión gastan tanto en su vestimenta, que nada les queda para las necesidades ajenas.  Se figuran que deben lucir adornos y prendas de mucho valor, sin pensar en las necesidades de los que apenas pueden proporcionarse la ropa más modesta.

JUNTAD LOS FRAGMENTOS

Hermanas mías, si queréis conformar vuestro modo de vestir con las reglas de la Biblia dispondréis de abundantes recursos con que auxiliar a vuestras hermanas pobres.  Dispondréis no sólo de recursos, sino de tiempo, que muchas veces es lo que más se necesita.  Son muchas las personas a quienes podríais ayudar con vuestros consejos, vuestro tacto y vuestra habilidad.  Mostradles cómo se puede vestir sencillamente y, no obstante, con buen gusto. ¡Cuántas mujeres no van a la casa de Dios porque sus vestidos no les sientan bien y contrastan deplorablemente con los de las demás!  Muchas de estas son quisquillosas al respecto y albergan sentimientos de amarga humillación e injusticia a causa de este contraste.  Y por ello, muchas dudan de la realidad de la religión y endurecen sus corazones contra el Evangelio. 320

Cristo nos manda: "Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada".* Mientras que cada día millares perecen de hambre, en matanzas, incendios y epidemias, incumbe a todo aquel que ama a sus semejantes procurar que nada sea desperdiciado, que no se gaste sin necesidad nada de lo que puede aprovechar a algún ser humano.

Malgastar el tiempo y nuestra inteligencia resulta pecaminoso.  Perdemos todo momento que dedicamos a nuestros intereses egoístas.  Si supiéramos apreciar cada momento y dedicarlo a cosas buenas, tendríamos tiempo para hacer todo lo que necesitamos hacer para nosotros mismos o para los demás.  Al desembolsar dinero, al hacer uso del tiempo, de las fuerzas y oportunidades, mire todo cristiano a Dios, y pídale que le dirija.  "Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, demándela a Dios, el cual da a todos abundantemente, y no zahiere, y le será dada"* 
(El ministerio de curación, págs. 157-159).

UNA GUÍA EN LA ECONOMÍA

No es necesario precisar aquí cómo se haya de practicar la economía en todos sus detalles.  Aquellos cuyos corazones estén completamente rendidos a Dios y que tomen su Palabra como guía, sabrán cómo conducirse en todos los deberes de la vida.  Aprenderán de Jesús, que es manso y humilde de corazón, y al cultivar la mansedumbre de Cristo, cerrarán la puerta a innúmeras tentaciones
(La educación cristiana, pág. 139). 322


(Mensaje para los Jóvenes de E. G. de White)


No hay comentarios.:

Publicar un comentario