Los ministros del Evangelio, como mensajeros de Dios a sus semejantes, no deben nunca perder de vista su misión ni sus responsabilidades. Si pierden su conexión con el cielo, están en mayor peligro que los demás, y pueden ejercer mayor influencia para mal. Satanás los vigila constantemente, esperando que se manifieste alguna debilidad, por medio de la cual pueda atacarlos con éxito. OE17
viernes, 30 de julio de 2010
50. “No aprovecharán las riquezas en el día de la ira; mas la justicia librará de muerte.”
Ahora a medite en Prov. 11:4 : “No aprovecharán las riquezas en el día de la ira; mas la justicia librará de muerte.”
La expresión "el día de la ira" se menciona muchas veces en la Biblia. Se refiere al día final de la historia de este mundo. Al arreglo de cuentas del cual ningún ser humano podrá escapar. El universo tuvo un comienzo, es lógico que tendrá un fin.
Cierto día conversé con un grupo de adolescentes, que usaban las hojas de una Biblia para hacer cigarrillos de marihuana. El líder del grupo me dijo con soberbia: "La vida es mía y hago lo que quiero con mi vida". Era verdad. Podía hacer lo que deseara con la vida, pero eso de que la vida fuera de él, era mentira. La vida es un don confiado por Dios al ser humano. Junto con el don de la vida, Dios le confió también el don de la libertad. Somos libres para hacer elecciones y tomar decisiones, pero, tan ciertamente como estamos vivos hoy, tendremos que rendir cuentas de la manera como administramos la vida.
En el proverbio de hoy, el sabio Salomón advierte que en el día final habrá cosas que hoy valen, y que en aquel momento no servirán para nada. El dinero es una de ellas. Cuando Jesús estaba en esta tierra, preguntó: "¿Qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?"* Esta es la pregunta que debe determinar nuestras prioridades. El dinero es bueno y necesario. Nadie tiene que sentirse culpable por tener dinero, como resultado del trabajo honesto. Las riquezas también son un don que puede hacer maravillas en este mundo, cuando son administradas con sabiduría.
El problema está cuando hacemos del dinero el gran objetivo de la vida. Cuando por causa del dinero el ser humano atropella los principios, olvida los valores espirituales y agrede su propia conciencia, allí es evidente que está en el camino equivocado. No es feliz en esta vida y se dirige peligrosamente a un final desastroso. Cuando el Señor llame a todos para el arreglo de cuentas final, será reprobado.
No tengas miedo de perder dinero por defender la justicia. Pídele a Dios sabiduría para establecer prioridades, en la familia, en el trabajo y en la vida en general. No mires solo lo que puedes palpar. Trata de ver más allá de las cosas materiales, porque: "No aprovecharán las riquezas en el día de la ira; mas la justicia librará de muerte".
* Mat. 16:26.
Alejandro Bullón
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