viernes, 30 de julio de 2010

49. Amor Prohibido

Esta semana recibí la carta de una joven cristiana que mantiene, hace tres años, una relación amorosa con un hombre casado. Es una carta dolorosa. Ella siente que lo ama pero que ese amor, en lugar de hacerla feliz, la está destruyendo. Quiere que yo ore para que él se divorcie de la esposa y se case con ella. ¿Qué podría haberle dicho? ¿Qué Dios está triste y no acepta esa relación? ¡Claro que está! Pero la tristeza divina, no nace apenas del hecho de que ella está transgrediendo un mandamiento, sino de la realidad dolorosa de que ella no es feliz.

¿Sabes? El amor es algo que Dios te confió para que contemples las facetas desconocidas y lindas de la vida; para que te sientas viva e importante, para que tu autoestima se mantenga en un estado saludable, para que ve el mundo más lleno de colores y de melodías; para que tengas fuerzas y enfrentes sin miedo las tormentas de la vida. ¿Por qué? Porque el Amor viene de Dios. “Dios es amor,” dice Juan. Pero cuando el amor es confundido con la pasión, se convierte en un motivo de infelicidad y te sumerge en el caos interior, como en el caso de la joven que me escribe. La pasión, la ató a una persona que ya está comprometida y ella siente que en vez de ser feliz, se está destruyendo lentamente.

Pensemos más, en esta chica. Ella no se siente bien desempeñando el papel de amante, destruyendo a una familia, ni hiriendo el corazón de Dios. Tanto así que en su desesperación me escribe, pidiendo ayuda. Sin embargo, ella no se da cuenta de que el problema no radica solo en el hecho de que está haciéndole mal a Dios, y a los otros. Ella cayó en la red de un hombre casado y está condenada a sufrir grandes decepciones y a perder el respeto por ella misma. Porque en esta vida, nadie es valorado si no se valora a sí mismo y nadie puede ser feliz, si no está en paz con Dios y consigo mismo.

¿Qué es lo que lleva a esta muchacha a conformarse viviendo un “amor” que no es amor? ¿Cómo hace ella para olvidar que el hombre que dice amar pertenece a otra persona? ¿Puede alguien, como aquel “novio,” cambiar y no traicionarla a ella un día, como hoy, él está traicionando a la esposa? ¿Se puede confiar en un hombre así? Porque el amor se basa en la confianza mutua y en el respeto por el otro, y si no existen esas cosas no existe amor.

La chica que me escribe dice que comenzó esa relación porque tenía miedo de quedarse sola, pero ¿acaso relacionarse sentimentalmente con una persona casada, no implica que ella continuará sola, compartiendo apenas los pocos momentos que le sobren a él? En esta sociedad machista y existencialista en la que vivimos, generalmente, los hombres buscan un aventura fuera del matrimonio, solo para huir de la rutina del casamiento y justamente por eso, es difícil que un relacionamiento de esa naturaleza, tenga la posibilidad de ser algo serio y responsable. Sería volver al mismo estado de rutina del matrimonio.

Cuando la soledad te abruma o te entristece y te hace sentir que hay algo de errado en ti, porque todavía no encontraste una pareja, es inútil que te aferres a alguien que te va a usar como un objeto, haciéndote sentir aún más triste y más sola. El problema es que cuando una persona confunde pasión con amor, no quiere percibir que es usada, que sólo se la necesita para una cosa y que luego se prescinde de ella. Se conforma con unas migajas de afecto, mintiéndose a sí misma e ilusionándose con una fantasía que ocurrirá “un día,” que nunca llega..

Llego al fin de la semana tocado por la carta de esta joven. Podría haberle dicho que le ponga un punto final a esa situación, porque esa no es la voluntad de Dios, y tal vez, todo hubiera sido más fácil, pero sé que Dios no es un Dios egoísta que solo está preocupado con que los seres humanos le obedezcan, sino que Él es un padre amoroso que desea el bienestar de sus hijos. Y tú querida, eres una hija preciosa de Dios. No continúes hiriéndote, solo por “miedo de sentirte sola.” Al fin de cuentas, la soledad, no es apenas una condición, es un estado de ánimo. Viviendo sin Jesús, puedes sentirte sola, a pesar de tener la compañía de otra persona. Qué Dios te abra los ojos y te de fuerzas para que dejes de hacerte sufrir, queriendo ser feliz. Un abrazo.

Pastor Alejandro Bullón

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