Los ministros del Evangelio, como mensajeros de Dios a sus semejantes, no deben nunca perder de vista su misión ni sus responsabilidades. Si pierden su conexión con el cielo, están en mayor peligro que los demás, y pueden ejercer mayor influencia para mal. Satanás los vigila constantemente, esperando que se manifieste alguna debilidad, por medio de la cual pueda atacarlos con éxito. OE17
jueves, 27 de agosto de 2020
LA FELICIDAD. La felicidad que se procura por motivos egoístas, fuera de la senda del deber, es desequilibrada, caprichosa y transitoria; pasa, y deja el alma llena de soledad y tristeza; pero en el servicio de Dios hay gozo y satisfacción; Dios no abandona al cristiano en caminos inciertos; no le deja librado a pesares vanos y contratiempos. Aunque no tengamos los placeres de esta vida, podemos gozarnos a la espera de la vida venidera. CC 124.
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