jueves, 30 de mayo de 2019

LA FAMILIA. Nunca estamos solos. Sea que le escojamos o no, tenemos siempre a Uno por compañero. Recordemos que doquiera estemos, hagamos lo que hagamos, Dios está siempre presente. Nada de lo que se diga, se haga o se piense puede escapar a su atención. Para cada palabra o acción tenemos un testigo, el Santo Dios, que aborrece el pecado. Recordémoslo siempre antes de hablar o de realizar un acto cualquiera. Como cristianos, somos miembros de la familia real, hijos del Rey celestial. No digan una palabra ni hagan cosa alguna que afrente “el buen nombre que fue invocado sobre vosotros”. Santiago 2:7. CE 208.



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