miércoles, 5 de marzo de 2014

REFLEXIÓN 45.- El Misterio De La Salvación: “La Salvación Por Medio De Tu Ministerio Personal”


Uno de los más aguerridos y fervorosos, misioneros que haya llegado a predicar la palabra de Dios, llevando esperanza a todo el mundo conocido de su tiempo; valiente, y muy comprometido con su ministerio. Fue El Apóstol San Pablo. Amaba tanto a las personas, que siempre aprovechaba la oportunidad en todo momento. 

 Pero el ser humano en estado natural, no tiene capacidad de hacer todo esto. Solo hay un poder que da todo esta sabiduría, y es el Espíritu Santo: Y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen. 

Más hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria. Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.
 (1Corintios 2:4-10 R60). 

 Pero a pesar de tener el Espíritu Santo, sus emociones propias no desaparecieron, tenía temor como todo ser humano, pero un temor que podía dominar y llevar adelante su Ministerio. “Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor.
 (1Corintios 2:3 R60). 

 En una oportunidad dijo que predicaba por que se sentía deudor, responsable. Realmente que hermoso sentimiento, si todos no sintiéramos deudores y responsables por las almas que perecen en la ignorancia y el pecado, cuanto más grande seria el reino de Dios en este mundo y la vida en esta sociedad sería mucho mejor: 

“A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor… Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá. 
(Romanos 1:14,16,17 R60).

 Pues si anuncio el evangelio, 
no tengo por qué gloriarme; 
porque me es impuesta necesidad;
 y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!
(1Corintios 9:16 R60). 

 Tanto fue su amor y pasión por las almas y su grande responsabilidad que llego a predicar en lugares nuevos y llenarlos del evangelio de Cristo: “Con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo. Y de esta manera me esforcé a predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiese sido nombrado, para no edificar sobre fundamento ajeno, sino, como está escrito: Aquellos a quienes nunca les fue anunciado acerca de él, verán; Y los que nunca han oído de él, entenderán. (Romanos 15:19-21 R60).

 Somos la luz: Todo cristiano es hijo e hija de la luz, por donde pase, dejará su influencia, y eso pasó con el Apóstol Pablo. Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. (San Mateo 5:14-16 R60). 

 No solo podemos predicar y predicar, también tenemos que bautizar… con el bautismo se inicia la vida cristiana, y llegamos a ser hijos e hijas de Dios. 
 ¡Ojo! 
Dios tiene solo hijos e hijas… 

 A pesar de que el apóstol dice que bautizo pocos, tuvo que haber otros que se dedicaban a bautizar; como ocurre hoy con los pastores. Doy gracias a Dios de que a ninguno de vosotros he bautizado, sino a Crispo y a Gayo, para que ninguno diga que fuisteis bautizados en mi nombre. También bauticé a la familia de Estéfanas; de los demás, no sé si he bautizado a algún otro. Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio; no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo. (1Corintios 1:14-17 R60). 

 La orden expresa de Jesucristo fue predicar y hacer discípulos bautizándolos, Porque el Bautismo: Es el fin de la vida de pecado y el inicio de la nueva vida… además es la meta primaria de toda predicación. Gracias a este rito sagrado, el creyente llega a ser adoptado como parte de la familia divina. Y es habilitado para llevar adelante en forma fructífera su Ministerio, su Misión. 
(San Mateo 28: 19,20; San Juan 1:12; 
Gálatas 3:26,27; Hechos 2:38; Romanos 6:22). 

 Todo hijo e hija de Dios, es nacido primeramente por medio del santo bautismo y nace con dones del Espíritu Santo, y uno de esos dones es el de predicar su palabra a otros. No te excuses que no tienes el don, porque sí; lo tienes y lo tienen todos los hijos e hijas de Dios, porque lo recibiste en el bautismo. 

Los doce apóstoles todos salieron a predicar, sí; toda la iglesia naciente y luego creció a 70 y así sucesivamente. 
(San Lucas 10:17-20). 

 ¡No Olvides Nunca! “Nadie podrá realizar tus deberes; más que tú mismo, porque cada uno tiene su deber y misión. Y solo tú podrás alcanzar a las personas que serán alcanzadas por ti. “Se salvarán si escuchan el evangelio por tu medio”.

 Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo: Te he puesto para luz de los gentiles, A fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra (Hechos 13:47 R60).

 No solo debemos predicar la palabra de Dios, ni solo bautizar. Tenemos que incluir dentro de nuestro Ministerio de Salvación el ayudar y atender en lo posible a los necesitados, que están presentes siempre en cualquier lugar.

 Orando, y ministrando (Sirviendo), porque al ayudarlos; estaremos ayudando al Señor mismo. Y al final, en el gran ajuste de cuentas, recibirás tu premio por tu labor. Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. (San Mateo 25:21 R60). 

 Entonces el Rey dirá a los de su derecha: 
Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. 
Porque tuve hambre, y me disteis de comer;
 tuve sed, y me disteis de beber; 
fui forastero, y me recogisteis; 
estuve desnudo, y me cubristeis; 
enfermo, y me visitasteis;
 en la cárcel, y vinisteis a mí.

 Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, 
¿cuándo te vimos hambriento, 
y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? 
 ¿Y cuándo te vimos forastero, 
y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos?
 ¿O cuándo te vimos enfermo, 
o en la cárcel, y vinimos a ti? 

Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. (San Mateo 25:34-40 R60). 

 Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama. Más a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada. (Malaquías 4:1-2 R60). Amen.

Ministerio: Hno. Pio 

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