miércoles, 28 de septiembre de 2011

189. “La Tormenta Pasará”‏


Levántate, oh Dios, aboga tu causa; acuérdate de como el insensato te injuria cada día. Salmos 74:22.

El salmo de hoy nos enseña como orar cuando la aflicción toca a la puerta del corazón y da la impresión de que Dios está siendo ciego ante los acontecimientos. Hay gente que no toma a Dios en cuenta. Se burla de la fe de los que buscan al Señor. A veces, es un profesor universitario ridiculizándote en el aula, o el jefe incrédulo riéndose de tus principios, o el patrón sin escrúpulos queriendo que tú concuerdes con algo que va contra tu conciencia.

Este es otro de los salmos escritos por Asaf. Por el contexto, entendemos que Asaf vivió en un momento de la historia de Israel en que el ejército enemigo había destruido el Santuario. ¿Cuál es el mensaje de este salmo para ti hoy, ante los enemigos que persiguen tu cuerpo, pero tratan de llegar también al santuario de tu ser, que es tu conciencia?

El blanco final de los ataques del enemigo, no eres tú. El verdadero sufrimiento que los hijos de Dios experimentan, no es físico. El enemigo de Dios quiere distorsionar el carácter de Dios, hacer que tú creas que Dios no se interesa por tus problemas, que es injusto al permitir que sucedan tragedias en tu vida. La mayoría de los seres humanos no se da cuenta de este propósito maligno del enemigo, pero el salmo de hoy demuestra que Asaf lo entendió muy bien. Por eso, clama: “Levántate, oh Dios, aboga tu causa”.

Cada vez que el dolor llega a tu vida, está en juicio la soberanía de Dios. Su amor, su misericordia y su carácter justo, son juzgados. Esta es la explicación existencial para el sufrimiento de los inocentes. Todos los días hay millones de seres angelicales observando la reacción del ser humano ante el dolor. ¿Qué harás? ¿Maldecirás a Dios, como desea el enemigo, o te esconderás en los brazos de Jesús hasta que la tormenta pase?

El momento doloroso que tú estás viviendo ahora tiene explicación a la luz del conflicto universal entre Cristo y Satanás, pero la promesa divina es segura. Dios no se olvidó de ti y más pronto de lo que te imaginas, el enemigo tendrá que tragar todo el dolor y la tristeza que te causó.

Con esta certeza, enfrenta las dificultades y clama como Asaf: “Levántate, oh Dios, aboga tu causa; acuérdate de como el insensato te injuria cada día”.



Alejandro Bullón

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