"Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él, no perezca, sino tenga vida eterna. "Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. "El que cree en él, no es condenado. Pero el que no cree, ya es condenado, porque no creyó en el Nombre del único Hijo de Dios. "Y ésta es la condenación: La Luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la Luz, porque sus obras eran malas. "Todo el que obra el mal, aborrece la Luz y no viene a la Luz, para que no se descubran sus obras. "Pero el que vive de acuerdo a la verdad, viene a la Luz, para que se manifieste que sus obras son hechas en Dios". (San Juan 3: 16 – 21).
El amor de Dios en un marco general ama a todos, sin excepciones. Por su grande amor, entregó a su unigénito para que pagara la deuda que el hombre había contraído con La ley de Dios. La ley pedía muerte al transgresor, muerte eterna. Es tanto el amor de Dios por la humanidad que se sometió a las exigencias de su ley. Que es tan sagrado como el mismo porque es el trasunto de su carácter. Es una copia de su carácter.
Pero el amor es una moneda de dos caras: primero es su amor incondicional, hagas lo que hagas siempre te amará, siempre hasta el final de tu vida; te estará amando. Y segundo es su amor condicional, que dice que Cristo vino a este mundo para que tengamos vida eterna a condición de que creamos en él. Y este amor es que hará que sean condenados los que no creen, al final de la historia de este mundo.
Recordemos la oración del salvador en San Juan 17: 5 - 9. "Ahora Padre, glorifícame a tu lado con la gloria que tuve junto a ti antes que el mundo fuera creado. "He manifestado tu Nombre a los hombres que del mundo me diste. Eran tuyos, me los diste, y guardaron tu Palabra. "Ahora han conocido que todas las cosas que me diste provienen de ti. "Porque les he dado las Palabras que me diste, y ellos las recibieron. Han conocido que realmente salí de ti, y han creído que tú me enviaste. "Ruego por ellos. No ruego por el mundo, sino por los que me diste, porque son tuyos. Jesús oró por su iglesia, y no oro por el mundo. Lo amplia más en el versículo 20 “No ruego sólo por ellos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos”. Jesús oro por ti y por mí, porque creemos en él.
Así como el amor, la fe también tiene dos caras:
primero el creer, confianza en los méritos de Cristo.
Y segundo una fe que obra y da frutos.
Jesús dijo en San Mateo 7: 20.
“…Por sus frutos lo conoceréis”.
Cuando nuestro amado salvador vuelva otra vez: vendrá a pagar a cada uno conforme a sus frutos.
*San Mateo 16: 27, Isaías 40:10; 62:11; 35: 4.*
¿Y que es ese pago?
“Cuando el hijo del hombre venga en su gloria, y todo los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda…entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán estos al castigo eterno, y los justos a la vida terna.
*San Mateo 25: 31-46*
*San Mateo 25: 31-46*
“Entonces el pago que viene a traernos nuestros Señor Jesucristo. Es la vida eterna junto a él... Por eso en su palabra nos dice: a los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues la vida”…*Deuteronomio 30:19*
“Porque dice: En tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.” *2 Corintios 6: 2*
Por eso es importante leer, estudiar la palabra de Dios, cada día y en todo momento. No nos contentemos con lo que otros creen, y lo que otros descubrieron y nos enseñan, confirmemos nosotros mismos, porque creemos. Para esto invoquemos al maestro “El Espíritu Santo”, que está dispuesto a enseñarnos.
En conclusión: el amor de Dios es incondicional e condicional. En principio Dios ama a todo el mundo, pero también ese amor pide cumplir sus condiciones y estándares, y eso depende de la decisión que cada uno hace.
"Con amor eterno te he amado; por tanto te prolongue mi misericordia". *Jeremías 31:1*.
Con afecto Pio Pablo Huamán Julca
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