jueves, 16 de febrero de 2012

REFLEXIÓN 6.- “El Peor Enemigo del Hombre”


Entonces les dijo: "¿No entendéis esta parábola? Entonces, ¿cómo entenderéis las otras parábolas? "El sembrador es el que siembra la Palabra. "Los de junto al camino, son los que oyen la Palabra, pero después que la oyen, viene Satanás, y quita la Palabra que fue sembrada en sus corazones. "Los que son sembrados en pedregales, son los que al oír la Palabra, la reciben con gozo. "Pero no tienen raíz en sí, antes son de corta duración, y cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la Palabra, en seguida tropiezan. "Los que son sembrados entre espinos, son los que oyen la Palabra; "pero los cuidados de este mundo, el engaño de las riquezas, y otras codicias, entran y ahogan la Palabra, y no da fruto. "En cambio, los que fueron sembrados en buena tierra, son los que oyen la Palabra, la reciben, y dan fruto, treinta, sesenta y ciento por uno".
(San Marcos 4: 13-20).

Las enseñanzas de Jesús eran tan precisas que todos podían comprenderlo, algunos se molestaban, algunos murmuraban, otros planeaban como deshacerse del odioso enemigo, pero otros no pocos lo recibían con gozo y daban gloria a Dios.

Jesús presenta la interpretación de la parábola del sembrador, y explica que en el plan de salvar al ser humano, está la gran lucha en el corazón y la voluntad, que es el centro de batalla de esta gran guerra cósmica, que se libra por más de 6 mil años, y este enemigo es el diablo, que lucha por impedir que la luz de Dios llegue a la razón y el entendimiento del ser humano. Entonces cada vez que se siembra la palabra de vida eterna, está presente, a veces impide que vayas a la iglesia especialmente ese día que se presenta un mensaje de beneficio para tu vida, o si estas en la iglesia, lo distrae con una conversación sutil, una llamada telefónica, o te da sueño… pero en todo momento nos sigue a todos lados, no duerme, mientras nosotros lo hacemos, no hablo solo de lo físico, también de lo espiritual, “…

Además debemos tener en cuenta que existen cuatro clases de terrenos, que tienen distintas actitudes cuando el sembrador siembra. En algunos la semilla no hace nada importante, en otros germina, y dura poco, o vive esclavo de las circunstancias, pero hay un terreno ideal, es aquel que nada pierde de la semilla del sembrador, este es que da fruto a treinta, sesenta, cien por ciento.

Hasta ahora te puedes estar preguntando ¿Cómo sé qué clase de terreno soy? ¿Se puede cambiar te terreno? Recuerda que todos tenemos libertad de elegir, no está predestinado, es nuestro elegir qué clase de relación queremos tener con Dios.

Esta parábola también enseña de cómo escapar del engaño, del autoengaño, por ello el Señor dice: “El que tenga oído para oír oiga “y hagamos nuestra la oración del salmista, Salmo 51: 1-17; 19: 12 -14. Para que en aquel día escuchemos las palabras del Señor: “Bien, buen siervo fiel, en lo poco has sido fiel, entra al gozo de tu Señor; Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. (San Mateo 25: 21, 34). No tenemos nada que temer, Jesús venció al mundo (Juan 16:33). Con Cristo somos más que vencedores…Dios te bendiga.
Pio Pablo Huamán Julca

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