sábado, 16 de abril de 2011

"Matrimonio Interconfesional"



Conducta del cónyuge cristiano
No pensar en el divorcio.- Aunque la esposa no sea creyente y se oponga a la fe de su compañero, según la ley de Dios, el esposo no debe dejarla por esa razón. Para mantenerse en armonía con la ley de Jehová, debe seguir viviendo con ella, a menos que ella misma, por su propia decisión, sea la que decida irse de la casa.- Carta 8, 1888.
Obligaciones de una esposa cristiana.- Tengo algo de parte de Dios para comunicarle... El Señor tiene una obra para que Ud. realice. No se trata de una obra pública, sino de otra más Importante; una tarea que debe realizar en su propio hogar, siendo leal a su posición de esposa y madre. La tarea que le corresponde a Ud. nadie más puede llevarla a cabo.
El Espíritu y la Palabra de Dios armonizan. Tomando en cuenta esto, leamos las palabras que Pablo, por inspiración de Jesucristo, dirige a Tito: "Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina. Que los ancianos sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia. Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la Palabra de Dios no sea blasfemada" (Tito 2: 15).
El primer deber de una esposa: su hogar.-
Con la Escritura delante de Ud., le pregunto: ¿En qué está invirtiendo su tiempo en Battle Creek? ¿La ha llamado Dios a descuidar a su familia? No, no. Hermana mía, el Señor me ha mostrado que Ud. está errando en sus deberes. Su esposo la necesita; sus niños necesitan a la madre. Ud. se ha desviado de la senda. El le dice: "Sígueme", pero para dirigirla de vuelta a sus deberes hogareños, los cuales han sido tristemente descuidados. La voz del Señor no le ha ordenado que separe sus intereses de los de su esposo y sus hijos. Su primer deber está en su casa. El Espíritu del Señor no le ha dado una obra, ni la ha calificado para una tarea, en oposición a su propia palabra...
Consejos a una madre.-
Ud. tiene una gran obra, una invitación santa, sagrada; la de ser un ejemplo de las gracias cristianas, como esposa y madre fiel; de ser amable, paciente, bondadosa pero firme en su vida de hogar; de aprender métodos correctos, y adquirir tacto para poder instruir a sus pequeños con el fin de que ellos puedan seguir en los caminos del Señor. Como una humilde hija de Dios, aprenda en la escuela de Cristo: busque constantemente mejorar sus capacidades para realizar la obra del hogar más perfecta y cabal, tanto por precepto como por ejemplo.
En esta tarea, Ud. podrá contar con la ayuda del Señor; pero si ignora sus deberes de esposa y madre, y extiende sus manos al Señor para que le proporcione otro tipo de obra, puede estar segura de que él no se contradirá; le señalará sus deberes en el hogar. Si Ud. imagina que se le ha confiado una obra mayor y más piadosa que la que se le ha encomendado, se engaña a Ud. misma. Al descuidar a su esposo y a los niños para atender lo que considera deberes religiosos, ya sea asistiendo a reuniones, trabajando por otros, dando estudios bíblicos o esparciendo el mensaje, Ud. contradice abiertamente las palabras inspiradas de las instrucciones de Pablo a Tito. La religión de Cristo nunca conduce a una esposa y madre a hacer lo que Ud. está haciendo.
Ud. debería cultivar las cualidades formativas del hogar con eficiencia, pues sus niños están en la edad cuando más necesitan de una madre. El espíritu inquieto se inclina, naturalmente, a las travesuras; la mente activa, cuando no se ocupa de cosas buenas, prestará atención a las sugerencias satánicas. Los niños necesitan el ojo avisor de la madre. Necesitan ser instruidos y guiados en las sendas seguras, guardados de los vicios, ser ganados por medio de la bondad y confirmados en las buenas obras por medio de una instrucción diligente.
El Salvador discierne el valor y la dignidad de cada alma porque ésta lleva la imagen de Dios. Murió para que sus hijos puedan recibir el don de la vida eterna. Los mira con compasión divina. Deben ser salvos por la eternidad, y son tan preciosas como las almas de los adultos. El Señor, pues, no la ha llamado a descuidar su hogar, esposo e hijos. El nunca opera de esa manera, ni lo hará nunca. A la puerta misma de su casa ha recibido Ud. una parcela para cuidar, y el Señor la hace responsable por la obra que ha puesto en sus manos.
Por medio de la oración ferviente y el estudio, Ud. puede alcanzar sabiduría para percibir las diferentes disposiciones de sus niños y notar su manera de comportarse. Su hogar debe ser una pequeña escuela de la cual Ud. sea la maestra. Si busca la sabiduría del Señor para comprender sus caminos, él la dirigirá, no fuera de su casa, sino de vuelta a ella.
La pobreza no es pecado.
Si Ud. es una de esas personas que son la luz del mundo, esa luz debe brillar en su hogar. La pobreza ha sido su suerte, pero Ud. no puede remediarla; no es pecado. Pero su mente es de tal molde que la lleva a ver todo bajo una luz intensa. En esto, tiene que aprender a los pies de Jesús; debe confiar más en él y no vivir tan ansiosa. Necesita una fe genuina en las promesas de Dios. No obstante, debe cooperar con Dios cultivando su mente para introducir en la educación y formación de sus hijos un espíritu sosegado, un corazón amante, imbuirlos de aspiraciones puras, y cultivar en ellos el amor por lo que es honesto, puro y santo.
Cuidado de Dios por los niños.-
Nunca se imagine, ni por un momento, que Dios le ha confiado una tarea que implique la separación de su precioso, pequeño rebaño. No permita que se desmoralicen por medio de asociaciones impropias de ideas, y endurezcan sus corazones en contra de su madre. Esto sería dejar brillar su luz de una manera completamente equivocada. Ud. está impidiendo que sus hijos lleguen a ser lo que Dios quiere, y al fin obtengan el cielo. Dios se preocupa por ellos, y Ud. debe hacer lo mismo si pretende ser su hija.
En lo pasado, Ud. erró al cargarse de tanta ansiedad por sus hijos. No puso su confianza plenamente en Dios como debería, y ha sido mucho más indulgente de lo necesario para el bien de ellos. Y ahora los deja solos. ¿Qué clase de conducta es ésta? Con toda certeza, no tiene por fuentes a Dios ni a la verdad. Ud. ofende a Dios al afirmar que está siendo dirigida por él y, no obstante, descuidar su deber para con sus hijos. . .
Derechos del esposo y los hijos.-
Cuando nos entregamos completamente y sin reservas a Dios, los deberes comunes y simples de la casa son vistos desde su real importancia, y deberíamos llevarlos a cabo en armonía con la voluntad de Dios. Oh, hermana mía, Ud. puede sentirse muy limitada en cuanto a la posesión de bienes materiales, puede ser humilde su suerte en la vida, pero Jesús no la abandona por ello, ni le pide que abandone a su familia por una u otra causa. Dios le ha confiado una mayordomía y la ha hecho una depositaria en el seno de su propia familia. Trate de prepararse para esa obra, y él estará a su lado para bendecir todas sus realizaciones para que pronto, cuando llegue el tiempo del ajuste de cuentas respecto de la administración de lo que se le ha confiado, el Señor pueda decirle: "Bien hecho, buena sierva y fiel".
Su esposo tiene derechos. Sus hijos también lo tienen, y Ud. no puede ignorarlos. Tenga un talento, tres o cinco, Dios le ha confiado a Ud. su obra. Los padres son descuidados con los deberes de la casa. No se conforman a la norma bíblica. Pero Dios no confiará la tarea de rescatar almas a quienes abandonen su hogar, su compañero de la vida o sus hijos, pues los tales demuestran con ello infidelidad a sus sagrados votos y responsabilidades. Dios no le confiará, pues, las riquezas eternas. . .
La obra de la madre cristiana comienza en el círculo familiar, cuando hace de su hogar lo que debería ser: un lugar placentero para su esposo tanto como para sus hijos. Estos seres queridos están en sus manos para que los eduque fielmente...
La madre es un agente de Dios.-
Regañar, irritar a los demás y rodear el alma de lobreguez, tan sólo producirán sombras y desánimo en la vida familiar. Las madres no aprecian ni siquiera la mitad de sus posibilidades y privilegios. Daría la impresión de que no entienden que pueden ser misioneras del más alto carácter, obreras que colaboran con Dios ayudando a sus hijos en la formación de caracteres simétricos. Esta es la gran obra que Dios les ha confiado. La madre es el agente de Dios para cristianizar a su familia. Debe dar ejemplo de lo que es la religión de la Biblia, demostrando cómo su influencia debe controlar los deberes y placeres cotidianos, y enseñar a sus hijos que sólo por la fe podrán ser salvos, por la gracia, que es un don de Dios. Esta enseñanza constante de lo que Cristo es para nosotros y para ellos; su amor, su bondad, su misericordia revelados en el gran plan de redención, producirá en el corazón de los hijos una impresión sagrada y santificadora. Carta 28, 1890.
Consejos a la esposa de un incrédulo.-
Recibimos muchas cartas en las que se nos pide consejo. Una madre nos dice que su esposo es incrédulo; que tiene hijos, pero que el padre les enseña a faltarle el respeto a ella. Se siente profundamente abrumada por sus hijos. No sabe qué hacer. Expresa su preocupación por hacer algo por la causa de Dios, y me pregunta si debe abandonar a su familia si llegara al convencimiento de que ya no puede hacer bien alguno por ella.
Mi respuesta es la siguiente: Hermana mía; no entiendo cómo podría Ud. estar bien con el Señor y a la vez abandonar a su esposo y a sus hijos. No puedo imaginar que Ud. sienta que debe hacer tal cosa. Ud. puede tener pruebas difíciles de sobrellevar. Puede sentirse a menudo muy apenada por la falta de respeto de que es objeto, pero yo estoy segura de que es su deber atender a sus hijos. Ese es el terreno donde está el trabajo que se le ha asignado. Es posible que el suelo sea pedregoso y el trabajo le cause desánimo, pero cuenta con un Compañero en todos sus esfuerzos para realizar su deber con resolución, concienzudamente, a pesar de todas las circunstancias desfavorables. Jesús es su ayudador. El vino a nuestro mundo para salvar a las almas perdidas que perecen, y Ud. debe considerar que es una colaboradora de Dios en este mundo.
Las pruebas del hogar son sólo para el oído del Señor.-
No esquive sus responsabilidades. Sea diariamente una misionera en su hogar.
No solamente enseñe a sus hijos; adiéstrelos. Manténgalos bajo firmeza constante. No sólo tiene que decirles lo que conviene hacer, sino además, de acuerdo con su capacidad, trate de crear un ambiente favorable y siembre su preciosa semilla con el espíritu y el amor de Cristo. No se desanime porque Satanás utiliza al padre de sus hijos para contrarrestar su obra. No abandone la lucha. Haga las cosas como Ud. quiere que ellos las hagan. Esta es su tarea; esta es la carga que debe llevar.
No le cuente a nadie de sus cuitas en su hogar, sino a Jesús; vuélquelas en su oído.
Jesús "a lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio la potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales 51 no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios" (Juan 1: 11-13).
Valor de una vida semejante a la de Cristo.-
La gracia no se hereda. Un padre muy malo puede tener un hijo piadoso; un padre cristiano puede tener un hijo libertino. Las madres tienen que asumir las cargas, que a veces son doblemente pesadas por la manera como se comporta la cabeza de la familia. Eso facilita su tarea para que su luz brille en una casa donde Satanás trabaja para asegurarse los hijos para él mismo. ¿Lo conseguirá? Permita que el espíritu misionero se levante en la emergencia y diga: "No, no. Aunque mis hijos tienen un padre impío, han sido comprados por la sangre de Cristo. Soy su madre. Buscaré al Señor con fe y humildad para que él no sólo salve a mis hijos, sino también conduzca al arrepentimiento a su padre, y lo salve". No hable de simpatía, ni la suplique de su esposo ni de sus hijos; simplemente viva la vida de Cristo. Sea un mojón que indique el camino y conduzca al cielo en palabra, espíritu, carácter, mansedumbre, paciencia, clemencia y alegría. Testifique a favor de Cristo. Ejemplifique el poder de la esperanza de los cristianos, que se ve detrás del velo. Demuestre que su Ancla la sostiene en todas las circunstancias.
Haga de su hogar un lugar placentero y alegre. Debe confiar en Jesús en cada momento. Consiga su fuerza de Jesús. El le proporcionará lo que con sinceridad le pida.Si lo busca de todo corazón, lo encontrará.
Obra misionera en el hogar realizada por la madre.-
Dios no llama a las madres a realizar una obra misionera tal que las lleve a dejar a sus hijos a merced de influencias desmoralizadoras y funestas para el alma. ¿Acaso sus hijos no necesitan que se realice obra misionera con ellos? ¿No son sus hijos dignos de un esfuerzo serio y piadoso? ¿Debe la madre descuidar su trabajo misionero en el hogar por un campo de trabajo más extenso? Ponga la madre en práctica sus habilidades en su propia familia; asuma la obra que Dios le confió. Si ha fallado del todo, se debe a que no ha ejercido suficiente fe, o no ha vivido la verdad tal cual es en Jesús. Luego de años de fracaso aparente, pruebe otros métodos y busque la orientación de Dios. Sobre sus rodillas, reclámele las promesas que él mismo ha hecho. "Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra" (Sant. 1: 5, 6).
La disposición alegre es mejor que las quejas.-
¿Ha sentido que su suerte ha sido dura? ¿Se ha quejado y murmurado? Pues si no ha recibido ayuda de esa manera, cambie de actitud. Exprésese bondadosamente; sea una persona alegre. Siendo que tiene a Jesús como su ayudador, prorrumpa en cánticos de alabanza. Cuando la asalte la tentación, o la injurien, no devuelva injurias. Trabaje por sus hijos para que ninguno de ellos se aleje de Cristo. Siembre la semilla viviente profundamente en el corazón. Seleccione sus palabras inteligentemente. Considérese como una misionera designada por Dios para ser la luz de su hogar.
Repito lo que dije anteriormente: que la madre se aleje de su esposo e hijos para ocuparse en lo que ella considera una tarea más elevada, no es la manera como Dios le pide que obre. Ocúpese de las obligaciones que le han sido puestas directamente en su camino.
El puesto del deber es el hogar.-
Me siento apenada cuando recibo cartas de madres que me preguntan: "¿Será que debo dejar a mis hijos para realizar obra misionera?" En el temor y el amor de Dios respondo: Sea una misionera en su propia familia. Instrúyase en métodos y recursos bíblicos a su disposición para que llegue a ser una obrera de éxito en su propia familia. Ud. sabe que sus familiares necesitan ser salvos, pues son pecadores. No abandone su puesto del deber por ser éste desagradable. Hoy hay muchos mártires que sufren en silencio, que confían en Dios cuando son objeto de abuso por parte de las lenguas, atormentados con promesas falsas, lastimados y heridos por 53 groserías y denuncias crueles, cuya suerte parece ser vivir, sufrir y recibir consuelo únicamente de Jesús, la fuente de su fortaleza. Esas almas son misioneras. Son los nobles de Cristo, y sus nombres están escritos en el libro de la vida del Cordero.
Recuerde: Jesús sabe todo; todas las tristezas, todos los pesares. No permitirá que se hunda porque sus brazos están por debajo de Ud. Ud. puede ser una luz para todo su vecindario si es, de veras, sufrida, bondadosa, paciente. Con esto, mi hermana, considere contestadas sus preguntas.- Ms 9, 1868.
Segura en las promesas de Dios.-
Es vital para Ud. que confíe en Dios. Lamento que en el lugar donde vive haya tan poco incentivo religioso. Hay muchos que dirigirán palabras de simpatía, pero que no proporcionarán consuelo a las almas ansiosas y hambrientas que están heridas, magulladas y necesitadas de bálsamo sanador. No se olvide nunca de que su Salvador vive y reina. Debe tomarse fuertemente de las promesas de Dios. Los maestros humanos de la fe cristiana son pocos.
Ud. puede haber estado al borde del desánimo, haberse rendido a la tentación de descuidar sus deberes religiosos, y rehuido llevar la cruz de Cristo. Puede haber consentido ser gobernada por principios y sentimientos mundanos; puede haber descuidado la oración y haber sido negligente en confesar a Cristo. Si actuó así, no lo haga más. Recuerde las palabras de Cristo: "Vosotros sois mis testigos". Su luz puede haber sido vacilante pero, gracias a Dios, no es demasiado tarde para reconocer las demandas que el Señor le hace.
Confíe en los méritos de Cristo.-
Ud. es propiedad de Cristo. La ha comprado a un precio infinito. Le pertenece por creación y redención. Aunque a veces su esperanza en el Cielo ha sido incierta, Ud. sabe en quién confiar. Su esperanza en el cielo se halla únicamente en los méritos de Jesucristo. Es ahora cuando Ud. debe lograr una experiencia 54 viva en las cosas de Dios. Las dudas en su amor se desvanecerán como el rocío ante el sol mañanero, cuando dirija su vista a Jesús por fe, confiando en sus méritos.
Rendición continua a Cristo.-
Su rendición a Dios debe ser plena y completa. No espere un día o una hora más para hacerlo. Trate de obtener lo mejor de su tiempo de prueba ahora mismo, sea éste prolongado o breve. Jesucristo la aceptará tan pronto se entregue a él sin reservas. De ninguna manera encubra que Ud. ha elegido la verdad, y con ella todos los inconvenientes que acompañan tal decisión. . .
Nunca, bajo ninguna circunstancia, abandone ni siquiera en apariencia, la senda por la cual deben transitar los redimidos del Señor. Sea firme e inamovible con sus obligaciones cristianas y con su Dios. . .
Observando el sábado con los ángeles.-
La insto a que cumpla sus obligaciones cristianas con Dios. Aunque no haya un observador del sábado en 150 km. a la redonda de donde Ud. vive, sepa que cuenta con la simpatía de todo el mundo celestial. Cristo, su Salvador, y los ángeles celestiales están alrededor de Ud. Si acude a Dios en cualquier tiempo de necesidad, él se constituirá en su Ayudador. Practique la verdad en su propia familia. "Vosotros sois mis testigos, dice el Señor".
Testimonio de una madre cristiana.-
No me es posible continuar escribiéndole. Si Ud. en verdad ama al padre de sus hijos, viva siempre una vida cristiana, bajo cualquier circunstancia. Si así lo hubiera hecho, Dios habría obrado en su favor. Pero si se complace a Ud. misma, y a la vez desagrada a su Padre celestial, ¿cómo puede esperar que el Señor obre en su favor?
Quiera el Señor ayudarla, mi querida hermana, desdichada y tentada, para que pueda, desde ahora mismo, elegir el camino correcto, Quiera él ayudarla para que pueda dar, tanto ante su esposo como ante sus hijos, testimonio de que Ud. es una cristiana militante, y ama a Dios y a Jesús, que dio su vida por Ud. "Y, como sus días serán sus fuerzas" (Deut. 33: 25). Carta 76, 1896.
Ganar a un compañero que no es cristiano.-
Mi hermana, su Salvador es una ayuda presente en todo tiempo de necesidad. No desconfíe de él. No lleve sus inquietudes a seres humanos. Llévelas al Señor. Ud. puede imaginar que otras personas simpatizarán con Ud. cuando se halle deprimida, pero algunas veces terminará chasqueada. Jesús nunca defrauda a quien acude a él por ayuda.
¿Comete errores? Diríjase a Jesús, pídale que la perdone y entonces crea que la perdonará. "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1: 9). Pídale al Señor que perdone sus errores, luego regocijase en él. Lamentar sus defectos no la ayudará en lo más mínimo. Dígale: "Señor, entrego mi alma indefensa solamente a ti. No me preocuparé más porque tú has dicho 'pedid y recibiréis' ". Crea que recibirá. Crea que su Salvador está lleno de compasión, tierna conmiseración y amor. No permita que la atribulen pequeñas desventuras. Los errores menores pueden haber sido ordenados por el Señor para librarla de los mayores.
No hay que argumentar con Satanás.-
Haga su parte ayudándose a Ud. misma, como deben hacer todos los que esperan ser bendecidos. Crea que Jesús le ayuda. Niéguese a pronunciar siquiera una palabra de incredulidad. Cuando el enemigo le diga que el Señor la ha abandonado, respóndale que Ud. sabe muy bien que no lo ha hecho, puesto que él afirma, "No he venido a llamar justos, sino pecadores al arrepentimiento".
Jesús dice: "Y al que a mí viene, no le echo fuera" (Juan 6: 37). Luego, rechace al enemigo. Dígale que Ud. no deshonrará a Dios dudando de su misericordia, su bondad y su amor. Nunca arguya con Satanás, porque él posee asombrosos poderes de engaño. Si cuando él se les presentó a Adán y Eva, ellos se hubieran repetido las palabras: "El lo ha dicho y creo en su palabra, no desconfiaré de él", no habrían sido vencidos.
El canto es mejor que los lamentos.-
En vez de lamentar sus debilidades, alentar descreimiento y sentir que ha sido duramente manipulada, comience a cantar. Hable de la misericordia y el amor de Dios. A todos los que están trabajados y cargados, Cristo les extiende la invitación:"Venid a mí. . . y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga" (Mat. 11: 28-30).
Esta es la lección que Cristo quiere que Ud. aprenda, y aprendiéndola, hallará descanso.
Palabras corteses.-
Cuando le hablan con palabras desanimadoras, no responda a menos que pueda dar una respuesta agradable. Cuando es tentada y sometida a prueba por medio de palabras ásperas, no responda de la misma manera. Dígase a sí misma: "No chasquearé a mi Salvador". Todos los hombres que se consideren cristianos, son caballeros, y toda mujer cristiana es una dama. La ley de la bondad está siempre presente en los labios de una mujer cristiana. No pronuncie palabras precipitadas. Cuando se sienta irritada, pronunciar palabras suaves proporcionará a su corazón luz del sol, y hará más fácil su senda. En respuesta a una pregunta recibida en la escuela, una niña dijo: "La gente humilde es la que da respuestas suaves a preguntas ásperas". Cristo dice: "Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra". Los tales serán individuos aptos para el reino de los cielos, porque están deseosos de ser enseñados. Ud. dice que su esposo no es un hombre convertido a la verdad. Muéstrele, por medio de su vida, la ventaja de creer en Cristo. Ud. puede ganar a su esposo para el Salvador haciendo uso de la paciencia, la clemencia y la bondad.
La vida no es romance sino realidad.-
Ud. puede obtener las más preciosas victorias con el poder de la gracia de Dios.
No debe considerar su vida como un romance, sino como una realidad. Debe colaborar con Dios en la formación de un carácter que resulte aprobado por él. "Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor". ¿Termina así el mandato? No, gracias a Dios, no. "Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad" (Fil. 2: 12, 13).
Ud. tiene. que colaborar con Dios en la salvación de su propia alma. Tiene que desear hacer la voluntad de Dios. Luego, no gaste su tiempo y sus energías murmurando, alimentando la incredulidad y buscándole faltas a Dios. Estimule la confianza en él. Hable bondadosamente de él. Honre a Aquel que "de tal manera amó... al mundo que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna" (Juan 3: 16).
Exoneración de los deberes hogareños.-
Asegúrese de que está realizando aun los más pequeños deberes en el temor y el amor de Dios, con fidelidad y alegría. Dios dice: "El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel" (Luc. 16: 10). Desempeñe fielmente sus deberes hogareños y entréguese a Dios con estas palabras: "Le entrego el cuidado de mi alma. No retiraré de sus manos la dirección de mi vida. Me entregaré a su cuidado".
Estudie la vida que Cristo vivió sobre esta tierra. No descuidó los deberes más simples y pequeños que recayeron sobre él. La perfección marcó todo lo que hizo. Dirija su vista a Jesús pidiendo ayuda, y eso lo ayudará a realizar sus tareas diarias con la gracia y la dignidad de alguien que busca la corona de vida inmortal...
Todo lo que Dios espera de Ud., tanto como de otros cristianos, es que viva lo que profesa creer. Haga ver que su palabra es verdad, que él puede guardarla del pecado. Amolde su vida a la de él: pura, hermosa y santa. Obedezca sus mandamientos. Esto le proporcionará piedad práctica.
Solamente una vida.-
No se espacie en los infortunios de la vida cristiana. No hable de sus pruebas porque, si lo hace, se sentirá más inclinada a quejarse de Dios. Hable del amor de Cristo, introduciéndolo en su vida y su corazón. Muéstrese agradecida porque el Señor ha preservado su vida para que obtenga la preparación para entrar en el 58 reino celestial, donde no hay pecado ni tristeza. Ud. dispone de una sola vida para perfeccionar un carácter cristiano. Si revela en su carácter la gracia de Dios, si la ley de la bondad está siempre en sus labios, si constantemente agradece al Señor por sus bondades hacia Ud., estará preparándose para alabarlo en el hogar celestial.- Carta 72, 1903.
Deseos de un esposo relacionados con los alimentos.-
Apreciamos mucho la abundante comida que Ud. nos preparó cuando la visitamos.
Pero Ud. necesita estudiar cómo preparar alimentos nutritivos de la manera más simple. Los deseos de su esposo respecto de la preparación de los alimentos, deben ser respetados. Pero aun así, Ud. debería preparar platos apetitosos de la manera más simple y saludable posible, para que los delicados nervios del cerebro no sean debilitados y paralizados, tornándola excitable, nerviosa y fácilmente irritable...
Mi estimada hermana, Ud. ocupa una posición de responsabilidad en su casa. Mantenga las riendas de gobierno con mano sabia y suave. No permita que los miembros de su familia le pierdan el amor y el respeto. Líguelos a su corazón con el cordón de seda del amor. Sólo podrá lograr esto si vive unida a Jesús. Contemplándolo, su imagen se asemejará a la de él, habiendo escapado a la corrupción que está en el mundo por la concupiscencia. Dios la ama; ama a su esposo, y está tratando de atraerlo hacia él. Desea desviar su atención de las empresas puramente terrenales, y fijarla en las riquezas eternas.-Carta 145, 1900.

(EGW Testimonios acerca de la Conducta Sexual 45-61)

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