miércoles, 13 de abril de 2011

"El Efecto de las Palabras en Uno Mismo" La Voz: Su Educación Y Uso Correcto . EGW


Las críticas descuidadas e irreverentes.
La costumbre de hacer críticas descuidadas e irreverentes, reacciona sobre el carácter y fomenta la irreverencia e incredulidad. Más de un hombre que seguía esta costumbre ha proseguido, inconsciente del peligro, hasta que estuvo dispuesto a criticar y rechazar la obra del Espíritu Santo.
Jesús dijo: "Toda palabra ociosa que hablaren los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio.
Porque por tus palabras serás justificado,y por tus palabras serás condenado.(DTG 290).
La salud física y mental.
Toda palabra bondadosa y de simpatía hablada al acongojado, todo acto para aliviar al oprimido, y todo donativo para suplir las necesidades de nuestros compañeros, dado o hecho teniendo en vista la gloria de Dios, resultará en bendiciones al dador. Los que trabajan así, están obedeciendo la ley del cielo y recibirán la aprobación de Dios. El placer de hacer el bien a otros, imparte brillo a los sentimientos que cruzan como relámpago los nervios, aceleran la circulación de la sangre e inducen la salud mental y física (4T 56).
Lo que hacen la alegría y la paz.
Si bien es cierto que la alegría, la tranquila resignación y la paz harán mucho en favor de la felicidad y la salud de los demás, nos dará a nosotros el mayor beneficio. La tristeza y el hablar de cosas negativas, promueven imágenes mentales desagradables, y producen sobre nosotros mismos un efecto negativo.
Dios quiere que nos olvidemos de todo esto, ¡qué no miremos hacia abajo, sino hacia arriba! (2MCP 688).
Ayudando a otros nos ayudamos a nosotros mismos.
Muchos están en tinieblas. Han perdido el rumbo. No saben qué camino tomar.
Los que están perplejos, busquen a otros que están en perplejidad, y háblenles palabras de esperanza y ánimo. Cuando convencen a hacer esta obra, la luz del cielo les revelará la senda que deben seguir. Serán consolados ellos mismos, por sus palabras de consuelo a los afligidos. Al ayudar a otros, ellos mismos serán ayudados a salir de sus dificultades. El gozo toma el lugar del pesar y de la lobreguez. El corazón lleno del Espíritu de Dios 151 brilla con cordialidad, para con cada prójimo. Todo el que haga esto, no estará más en oscuridad, pues su "oscuridad" será como "el mediodía" (4CBA 1173).
Debemos tener simpatía por los demás, no por nosotros mismos.
Las vidas de algunos carecen de paz y alegría, porque nunca salen del círculo del yo. Siempre están requiriendo la simpatía de los demás.
Si trataran de ver cuán útiles pueden ser, y quisieran pronunciar palabras de amor y de ánimo, sus almas, secas y tristes ahora, se convertirían en un jardín bien regado (HHD 90).
Las palabras apasionadas.
Una palabra apasionada le dará a Satanás la ventaja, y muchas veces herirá su propia alma, y desviará a otros de la luz (RH 3-5- 1887).
La ira intoxica.Cuando alguien se enoja, está tan intoxicado, como el que ha bebido una copa. Aprendamos la elocuencia del silencio, y sepamos que Dios respeta lo que ha sido adquirido por la sangre de Cristo. Adiestrémonos a nosotros mismos. Debemos subir cada vez más alto y estar cada vez más cerca de Dios. Eliminemos los escombros del camino real. Abramos paso para que el Rey pueda caminar entre nosotros. Eliminemos de nuestros labios, la comunicación contaminada (2MCP 605).
La vehemencia perjudica.
Tendrá que pasar por duras pruebas. Ponga su confianza en el Señor Jesucristo. Recuerde que por su vehemencia usted se daña a Ud. mismo. Si en toda circunstancia Ud. se sienta en lugares celestiales con Cristo, sus palabras no estarán cargadas con balas, que hieren los corazones y que pueden destruir la vida (2MCP 601).
Efecto de las palabras ociosas y perversas.
Estrechamente relacionada, con la amonestación de Cristo acerca del pecado contra el Espíritu Santo, se halla la amonestación contra las palabras ociosas y perversas. Las palabras son un indicio de lo que hay en el corazón. "Porque de la abundancia del corazón habla la boca. Pero las palabras son más que ira indicio del carácter; tienen poder para reaccionar sobre el carácter. Los hombres sienten la influencia, de sus propias palabras. Con frecuencia, bajo un impulso momentáneo, provocado por Satanás, expresan celos o malas sospechas, dicen algo que no creen en realidad; pero la expresión reacciona sobre los pensamientos. Son engañados por sus palabras y llegan a creer como verdad lo que dijeron a instigación de Satanás. Habiendo expresado una vez una opinión o decisión, son, con frecuencia, demasiado orgullosos para tratarse, y tratan de demostrar que tienen razón que llegan a creer que realmente la tienen. Es peligroso pronunciar una palabra de duda, peligroso poner tela de juicio y criticar la verdad divina (DTG 290).
La maledicencia es una doble maldición.
¿Quién no ama la vida y quiere vivir días buenos? Pero, cuán pocos cumplen con las condiciones: refrenar la lengua del mal y los labios de hablar engaño. Son pocos, los que están dispuestos a seguir el ejemplo de humildad y mansedumbre del Salvador. Muchos piden a Dios que los haga humildes, pero no están dispuestos a someterse a la disciplina necesaria. Cuando llega la prueba, cuando ocurren problemas y molestias, el corazón se rebela, y la lengua expresa palabras que son como flechas envenenadas, o una descarga de granizos.
Maldecir tiene un efecto doble, que cae más pesadamente sobre el que pronuncia la maldición, que sobre el que la recibe. El que disemina semillas de disensión y lucha, cosecha en su propia alma los frutos mortíferos. ¡Cuán miserable es el chismoso, el que supone el mal! Es un extraño a la verdadera felicidad (5T 176).
(La Voz: Su Educación Y Uso Correcto 149-154)

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