Los ministros del Evangelio, como mensajeros de Dios a sus semejantes, no deben nunca perder de vista su misión ni sus responsabilidades. Si pierden su conexión con el cielo, están en mayor peligro que los demás, y pueden ejercer mayor influencia para mal. Satanás los vigila constantemente, esperando que se manifieste alguna debilidad, por medio de la cual pueda atacarlos con éxito. OE17
domingo, 28 de noviembre de 2021
33. EL MINISTERIO DE PABLO. A la fe y la experiencia de los discípulos galileos que habían acompañado a Jesús, se unieron, en la obra del Evangelio, el fogoso vigor y el poder intelectual de un rabino de Jerusalén. Siendo ciudadano romano, nacido en una ciudad gentil; siendo judío, no sólo por descendencia, sino por educación, celo patriótico y fe religiosa de toda una vida; y habiendo sido educado en Jerusalén por los rabinos más eminentes, e instruido en todas las leyes y tradiciones de los padres, Saulo de Tarso compartía en toda su intensidad, el orgullo y los prejuicios de su nación. Cuando aún era joven, llegó a ser un honrado miembro del Sanedrín. Se lo tenía por hombre promisorio, y celoso defensor de la antigua fe… Pablo no pensó que estaba haciendo ningún sacrificio real al cambiar el fariseísmo por el Evangelio de Jesucristo. . . Cuando Pablo comprendió que estaba en el camino equivocado, se unió, de acuerdo con la luz divina, con un pueblo al cual había pensado borrar de la tierra. . . Enseñó a Cristo y vivió como Cristo, y sufrió el martirio por causa de Cristo.
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