martes, 18 de octubre de 2011

196. “Te Necesito, Señor”


Yo estoy afligido y menesteroso; apresúrate a mí, oh Dios. Ayuda mía y mi libertador eres tú; oh Jehová, no te detengas. Salmos 70:5.

¿Qué sería del universo si por un instante Dios dejara de sostenerlo? ¿Qué cataclismo universal ocurriría si el Señor se olvidara de su creación? Sin embargo, cuando el dolor visita al ser humano, el primer pensamiento que sube a la mente es que Dios lo abandonó y que no se acuerda de sus promesas. El mismo salmista dice con vehemencia: “No te detengas”. No tenía la mínima idea de la tragedia que acontecería si el Señor se detuviera.

Cuando el Señor estaba en esta tierra, dijo: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo”. * 
Dios nunca para, nunca se detiene, jamás ignora lo que le pasa a sus hijos. Su trabajo es diario. Protege y libra. Sus ojos, siempre vigilantes, siguen los pasos de cada ser humano, listo para socorrer. El versículo de hoy muestra el secreto de disfrutar del cuidado de Dios. Reconocer que tú eres “afligido y menesteroso”. Porque Dios no puede hacer mucho por el que dice: “Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad”. **

La suficiencia propia es una barrera infranqueable entre la criatura y el Creador. El humanismo de nuestros días es atrevido e impide que las bendiciones de Dios nos alcancen. El camino más corto para llegar al trono de la gracia divina, es reconocer: Yo soy un pecador. Nada hay bueno en mi, vengo a ti sin nada y necesitado, haz por mí lo que yo no puedo hacer con mis propias fuerzas”.

¿Cómo anda tu vida financiera, familiar, profesional o espiritual? ¿Luchaste por ti mismo tratando de recuperar el control de la situación, pero parece que no funciona? “Yo estoy afligido y menesteroso; apresúrate a mí, oh Dios, ayuda mía y mi libertador eres tú; oh Jehová, no te detengas”.

* Juan 5:17. ** Apoc.3:17.                                     Pr. A. Bullón  MHP

jueves, 13 de octubre de 2011

195. "Ser Real‏”


No intentes mal contra tu prójimo que habita confiado junto a ti.
Proverbios 3:29.

De todos los defectos de carácter, la deslealtad es seguramente uno de los peores. El hombre desleal actúa callado, en silencio, aparenta y finge que es amigo. El otro día recibí una carta de cierta persona que estaba indignada. Su mejor amigo, a quien había ayudado a ingresar en la empresa, lo traicionó cobardemente y le robo el cargo. “Podía esperar eso de cualquier otro, menos de quien consideraba ser mi mejor amigo”, decía la carta.

Conversé telefónicamente con una señora que invitó a su mejor amiga a vivir con ella por un tiempo, debido a los momentos difíciles que la amiga pasaba y cuando abrió los ojos, la amiga estaba teniendo un caso con su esposo. “¿Cómo puede haber gente tan fingidora, mentirosa e hipócrita?”, decía ella. En el texto de hoy, Salomón se dirige a ese tipo de personas. Gente que por envidia, inseguridad, ambición o complejo, no sabe ser leal.

La traición perjudica más al traidor que al traicionado. Cualquier dolor que viene de afuera pasa. Puede necesitar un poco de tiempo, pero pasa. La herida cierra y después quedan solamente las cicatrices. Pero las heridas interiores son fatales. Destruyen la vida lentamente. Un día me caí en la bañera, me golpeé la cabeza y perdí el sentido. Cuando desperté, revisé mi cuerpo y aparentemente estaba bien. No sangraba, no había hematomas, nada que llamara la atención. Pero media hora más tarde, me volví a desvanecer. Me llegaron al hospital y después de algunos exámenes me internaron. Cuando el peligro pasó, el médico me dijo: “Si hubiera tardado un poco más en llegar al hospital, estaría muerto”. Por fuera no tenía nada, por dentro estaba sangrando.

El traidor Sangra. Puede ser que no lo sepa, pero Sangra por dentro. No es feliz. No disfruta de la vida. Su deslealtad lo lastima más de lo que lastimo al amigo, y lo que consigue con su traición, solo destruye la paz de su corazón. En Jesús hay plenitud. En Jesús tú adquieres fuerza para luchar legítimamente por tus sueños sin recurrir a actitudes cobardes como la traición. En Jesús la vida cobra dimensiones altruistas. Haz de este día un día de amistad leal con aquellos que te admiran y confían en ti. “No intentes mal contra tu prójima que habita confiado en ti”.

                                              Pr. Alejandro Bullón    MHP

lunes, 10 de octubre de 2011

194. “Dios Cuidará De Ti”‏


No me deseches en el tiempo de la vejez; cuando mi fuerza se acabare, no me desampares. Salmos 71:9.

Rechazo y desamparo. Palabras terribles. Sentimientos que estremecen las entrañas de cualquier mortal. Dos realidades de un mundo de pecado. Todo lo que comienza llega al fin. El tiempo es irreversible. Implacable. Las agujas del reloj del tiempo no paran. Cuando un día te miras en el espejo descubres que la belleza de la juventud se fue y la fuerza de la mocedad huyó. La mayoría de los países latinos se preocupan poco por las personas de edad. Ser viejo en algunos lugares es sinónimo de agresión. Los ancianos acaban siendo rechazados y desamparados. En el versículo de hoy, el salmista no está preocupado por el rechazo y el desamparo humano. No por el desamparo de los hombres. Después de todo, dice muchas veces en los salmos que no temería lo que el hombre le pudiera hacer. Su preocupación es con Dios. Eso es lo que realmente cuenta.

La vida con Cristo es bella y gratificante en todas sus etapas. Ser niño tiene sus ventajas y desventajas. El niño puede dormir y saltar todo el día sin preocuparse, pero no puede ir a donde quiere. La juventud llega trayendo sus cosas buenas y malas. El joven toma sus propias decisiones, tiene fuerza, energía, puede escalar el pico más alto o bucear en las aguas cristalinas del mar en busca de corales, pero no tiene la experiencia que solo la vida da, y muchas veces paga un precio muy alto por eso. Un día llega la vejez. Jubilado, tú ves que tus responsabilidades están cumplidas y que tus hijos son grandes y prósperos, pero sientes el peso de los años, la visión se apaga, la audición disminuye, y las fuerzas menguan. Esta es una realidad de la cual nadie escapa. Tú necesitas sabiduría para administrar la vejez y disfrutar de las cosas buenas que la vida te reserva. Lo que importa es lo que David pide en el versículo 12 del salmo de hoy: “Oh Dios, no te alejes de mi”.

Una vida sin Dios es una vida vacía, hueca y sin sentido. Una vejez sin él es como una tarde gris. Anuncia la llegada de las tinieblas, la soledad y el desamparo. Vale la pena vivir cada minuto de la existencia en comunión con el Dios que da vida. Hoy, no importa cuál sea la etapa de la vida en la que tu estas, di en tu corazón: “No me deseches en el tiempo de la vejez; cuando mi fuerza se acabare, no me desampares”.

Pr. Alejandro Bullón  MHP 

miércoles, 5 de octubre de 2011

193. ¿Por Qué Sufrir?


No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, que han de ser sujetados con cabestro y con freno, porque si no, no se acercan a ti. Salmos 32:9.

El pecado es paradójico. Destruye y enseña. Abre las heridas que son capaces de matar y, sin embargo, deja marcas que quedan como instrumentos de instrucción. David sabía muy bien cómo el pecado puede destruir y enseñar. En el Salmo 51, que es una oración de arrepentimiento, el salmista le promete a Dios: “enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti”.* David está dispuesto a enseñar las lecciones que aprendió con su trágica y dolorosa experiencia. En el salmo de hoy, David cumple su promesa. Este es un salmo de instrucción. El primero de doce salmos de este tipo.

La preocupación del salmista en este salmo es que tú y yo aprendamos la mayor lección que alguien puede aprender: que el pecado destruye lo que toca, y que por tanto, es sabio huir de él. David sabía de lo que estaba hablando. Había pasado noches enteras sin dormir, atormentado por el peso de la culpa y días de angustia y desesperanza, castigado por la propia conciencia. “Mientras calle, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravo sobre mi tu mano” afirma en los versículos 3 y 4. Había aprendido la lección a golpes, con dolor y lagrimas. Y después de haber pasado por esa experiencia trágica, aconseja: “No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento”.

¿Qué diferencia hay entre el animal y el ser humano? La libertad. El hombre puede escoger y decidir. El animal es apenas un esclavo de sus propios instintos. Pero, hasta los animales rechazan a veces las cosas que los perjudican. Mientras que el ser humano, siendo libre, insiste en andar por sendas que lo llevarán a la destrucción. Caballo y mulo. Dos figuras interesantes. El caballo tiene la tendencia natural de correr hacia lo lejos. El mulo se empaca. Figuras de la naturaleza que David usa para instruir.

Hoy es un día de decisiones para ti. Decisiones para vida o para muerte. Tú eres libre para sufrir, para pecar, para llorar, o para vivir feliz al lado de las personas que amas. Camina con Dios por los senderos escabrosos de esta vida. Sal con la lección que el salmista enseña. Yo quiero tomar el consejo para mi hoy: “No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, que han de ser sujetados con cabestro y con freno, porque si no, no se acercan a ti”.
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* Sal 51:13

Pr. Alejandro Bullón