El proverbio de hoy tiene que ver con el uso del poder. El poder, como la energía eléctrica, sirve para el bien o para el mal. Sabiamente orientada, la energía eléctrica puede salvar vidas. Mal usada, ya mató a muchas personas. El poder en las manos de una persona dependiente de Dios, puede hacer a las personas más felices. En las manos de un insensato, puede ser instrumento de tiranía y destrucción. "Oráculo hay en los labios del rey". La versión portuguesa de Almeida traduce: "En los labios del rey se encuentran decisiones autorizadas". ¡Es incuestionable! El rey tiene poder, sus decisiones son autorizadas. Tiene poder también el gerente, el padre, el director, el jefe, e! profesor, etc. Algunos más, otros menos. La pregunta es ¿cómo estoy usando el poder que me fue confiado? ¿Uso dos pesas y dos medidas? ¿Soy justo, humano, sensible y comprensivo? ¿O simplemente lo uso para demostrar que "aquí, el que manda soy yo"?
La segunda parte del versículo declara "en juicio no prevaricará su boca".
Es interesante el verbo juzgar. Significa determinar, dar sentencia. Cuando dos niños disputan el mismo juguete, el padre define cómo queda la situación. Cuando en un partido de fútbol los dos equipos discuten si fue o no fue falta, es el árbitro el que determina. La advertencia de Salomón para quien ejerce el poder es "al juzgar, no prevarique", literalmente "no traicione la justicia". Sé un hombre justo. Dondequiera que tú ejerzas el poder, úsalo con sabiduría y establece valores. Los valores son los que sirven de fundamento para mantener relaciones saludables. Vive esos valores. Las personas están atentas para ver si tú estás realmente comprometido con los valores que esperas que los otros sigan.
"Toda persona que ejerce el poder es como el modelo de una obra de arte".
Las personas no siguen los valores que tú estableces, ni la visión de futuro que tú escribiste en la declaración de misión de la empresa, o que tienes bajo el vidrio en tu mesa de trabajo. Las personas te siguen a ti. Por tanto, ámalas, compréndelas y ayúdalas a crecer. Ese es el uso correcto del poder. Un día, cuando lleguemos al último capítulo de nuestra historia, lo queramos o no, tendremos que rendir cuentas a Dios de la manera cómo usamos el poder. En ese día, quiero decir: "Señor, fui tan solo un instrumento en tus manos, gracias porque a través de mi insuficiencia tu poder fue suficiente para hacer felices a las personas". No olvides que "oráculo hay en los labios del rey; en juicio no prevaricará su boca".
Por Alejandro Bullón
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