y el crimen.
Los que frecuentan las tabernas, que están abiertas para todos aquellos que son bastante necios como para familiarizarse con el mal mortal que contienen, están siguiendo el camino que lleva a la muerte eterna. Se están vendiendo a sí mismos, cuerpo, alma y espíritu, a Satanás. Bajo la influencia de la bebida que toman son inducidos a hacer cosas de las cuales huirían con horror si no hubiesen probado la droga enloquecedora. Cuando están bajo la influencia del veneno líquido, están bajo el dominio de Satanás. El los gobierna, y ellos colaboran con él. Carta 166, 1903. Te 22.1
La naturaleza de los crímenes cometidos
bajo el dominio del alcohol.
El resultado del hábito de beber alcohol está demostrado por los terribles homicidios que suceden. Cuán a menudo se halla que el robo, el incendio, el asesinato se cometieron bajo la influencia del licor Sin embargo la circulación del licor está legalizada y produce enorme perjuicio en las manos de aquellos que se deleitan en tocar aquello que arruina, no sólo a la pobre víctima, sino a toda su familia.
The Review and Herald, 1 de mayo de 1900. Te 22.2
The Review and Herald, 1 de mayo de 1900. Te 22.2
Casas de prostitución, antros del vicio, juzgados, prisiones, hospicios, manicomios, hospitales, todos están, en extenso grado, llenos como resultado de la obra del vendedor de licor. Como la Babilonia simbólica del Apocalipsis, negocia con “esclavos y almas de hombres”. Detrás del vendedor de licor se halla el poderoso destructor de almas, y cada acto que la tierra o el infierno pueda imaginar es empleado para llevar a los seres humanos bajo su poder. Te 22.3
Sus trampas se extienden en la ciudad y en el campo, en los trenes, en los grandes transatlánticos, en lugares de trabajo, en las salas de placer, en el dispensario médico, aun en la iglesia en la sagrada mesa de la comunión. Nada se deja sin hacer para crear y alimentar el deseo de bebida embriagante. En casi cada esquina está el local público con sus brillantes luces, su bienvenida y su alegría, para invitar al trabajador, al rico ocioso, y al joven desprevenido. La
obra prosigue día tras día, mes tras mes, año tras año.
obra prosigue día tras día, mes tras mes, año tras año.
Drunkenness and Crime, 8. Te 22.4
El bebedor no tiene excusa.
Todos los grados del crimen han sido cometidos en estado de embriaguez, y sin embargo en muchos casos se ha excusado a los autores porque no sabían lo que estaban haciendo. Esto no aminora la culpa del criminal. Si con su propia mano lleva el vaso a sus labios, y toma deliberadamente aquello que sabe destruirá sus facultades de raciocinio, se hace responsable de todo el perjuicio que haga mientras esté ebrio, desde el momento mismo en que permite que su apetito lo domine y él trueca sus facultades de raciocinio por la bebida embriagante. Fue su propio acto lo que lo llevó más bajo que las bestias, y el crimen cometido cuando está en estado de embriaguez debiera ser castigado tan severamente como si la persona tuviera todo el poder de sus facultades de raciocinio. Spiritual Gifts 4:125.
Ebriedad y crimen antes del diluvio y ahora.
Los males que son tan evidentes en la época actual, son los mismos que trajeron la destrucción al mundo antediluviano. “En los días antes del diluvio” uno de los pecados prevalecientes era la embriaguez. Del registro del Génesis aprendemos que “se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia”. El crimen reinaba supremo; la vida misma estaba insegura. Los hombres cuya razón estaba destronada por la bebida embriagante, consideraban una cosa baladí el tomar la vida de un ser humano. Te 23.2
“Como en los días de Noé, así será la venida
del Hijo del Hombre”.
La embriaguez y el crimen que ahora prevalecen, han sido predichos por el mismo Salvador. Estamos viviendo en los días finales de la historia de esta tierra. Es un tiempo solemnísimo. Todo señala la pronta venida de nuestro Señor.—The Review and Herald, 25 de octubre de 1906. Te 23.3
Los juicios de Dios en nuestros días.
Debido a la impiedad que se produce en gran medida como resultado del uso del alcohol, los juicios de Dios están cayendo hoy sobre nuestra tierra.—Counsels on Health, 432. Te 23.4
La lección objetiva de San Francisco.
Por cierto tiempo después del gran terremoto de la costa de California, las autoridades de San Francisco y de algunas ciudades y poblaciones menores ordenaron el cierre de las tabernas. Fue tan notable el efecto de esta ordenanza estrictamente cumplida que los hombres pensadores de todo el país, especialmente en la costa del Pacífico, dirigieron su atención hacia las ventajas que resultarían de un cierre permanente de todos los despachos de bebidas. Durante muchas semanas siguientes al terromoto, en San Francisco se vio muy poca ebriedad. No se vendían bebidas embriagantes. El estado de cosas desorganizado y confuso, hacía que las autoridades urbanas temieran un aumento anormal del desorden y del crimen, y quedaron grandemente sorprendidas al comprobar lo contrario. Aquellos de los cuales se esperaban dificultades, no dieron sino muy pocas. Esta inusitada falta de violencia y crimen podía atribuirse en gran medida a la no consumición de bebidas embriagantes. Te 23.5
Los directores de algunos de los principales diarios sostuvieron que el cierre definitivo de las tabernas resultaría en el mejoramiento permanente de la sociedad y serviría a los mejores intereses de la ciudad. Pero el sabio consejo fue desechado, y a las pocas semanas los traficantes de alcohol consiguieron el permiso de abrir nuevamente sus negocios, tras abonar una suma considerablemente mayor de la que había entrado en las arcas de la municipalidad en concepto de licencia. Te 24.1
En la calamidad que sobrevino a San Francisco, el Señor se proponía barrer con los despachos de bebidas que han sido la causa de tanto mal, miseria y crimen; sin embargo los guardianes del bienestar público traicionaron la confianza depositada en ellos legalizando la venta de licor. ... Ellos saben que al hacerlo están virtualmente autorizando la comisión de crímenes; sin embargo el conocimiento de este seguro resultado no los arredra. ... El pueblo de San Francisco deberá responder en el tribunal de Dios por la reapertura de las tabernas en esa ciudad.
The Review and Herald, 25 de octubre de 1906. Te 24.2
Significado del estado de cosas actual.
A pesar de las muchas evidencias del aumento del crimen y la impiedad, los hombres rara vez se detienen a pensar seriamente en el significado de estas cosas. Casi sin excepción, los hombres se jactan de la cultura y del progreso de la edad presente. Te 24.3
Sobre aquellos a quienes Dios ha dado una gran luz descansa la solemne responsabilidad de llamar la atención de otros al significado del aumento de la embriaguez y del crimen. También debieran poner ante la mente de otros las Escrituras que describen claramente las condiciones que imperarán inmediatamente antes de la segunda venida de Cristo. Debieran levantar fielmente el estandarte divino, y alzar su voz en protesta contra la sanción del tráfico de alcohol mediante un estatuto legal. Drunkenness and Crime, 3. Te 24.4