viernes, 26 de julio de 2019

CAPÍTULO 31. SE ESCUCHA EL MENSAJE.

Basado En 2 Carta A Los Corintios. 

DESDE ÉFESO, PABLO EMPRENDIÓ OTRA GIRA MISIONERA, durante la cual esperaba visitar una vez más los escenarios de sus anteriores labores en Europa. Deteniéndose por un tiempo en Troas, para predicar "el evangelio de Cristo," encontró algunos que estaban dispuestos a escuchar su mensaje.

"Me fue abierta puerta en el Señor," declaró más tarde respecto a sus labores en ese lugar. Pero a pesar del éxito de sus esfuerzos en Troas, no podía permanecer mucho tiempo allí. "La solicitud de todas las iglesias," y particularmente de la iglesia de Corinto, pesaba sobre su corazón. 

 HABÍA ESPERADO ENCONTRARSE CON TITO EN TROAS, y enterarse por él de cómo habían sido recibidas las palabras de consejo y reprensión enviadas a los hermanos corintios; pero se chasqueó. "No tuve reposo en mi espíritu -escribió concerniente a este incidente,­ por no haber hallado a Tito, mi hermano." Partió de Troas, y cruzó a Macedonia, donde, en la ciudad de Filipos, encontró a Timoteo.

DURANTE ESTE TIEMPO DE ANSIEDAD concerniente a la iglesia de Corinto, Pablo esperaba lo mejor; sin embargo, a veces se le llenaba el alma de sentimientos de profunda tristeza, por temor a que sus consejos y amonestaciones fuesen mal comprendidos.

"NINGÚN REPOSO tuvo nuestra carne ­escribió más tarde;­ antes, en todo fuimos atribulados: de fuera, cuestiones; de dentro, temores. Mas Dios, que consuela a los humildes, nos consoló con la venida de Tito." Este fiel mensajero le trajo las alegres nuevas de que se había realizado un maravilloso cambio entre los creyentes corintios. Muchos habían aceptado la instrucción de la carta de 261 Pablo, y se habían arrepentido de sus pecados. La vida que ahora llevaban no era ya un oprobio para el cristianismo, sino que ejercía una poderosa influencia en favor de la piedad práctica. 

LLENO DE GOZO, EL APÓSTOL ENVIÓ OTRA CARTA A LOS CREYENTES CORINTIOS, expresando la alegría de su corazón por la buena obra realizada entre ellos: "Porque aunque os contristé por la carta, no me arrepiento, bien que me arrepentí." Cuando estaba torturado por el temor de que sus palabras fueran despreciadas, había lamentado a veces haber escrito tan decidida y severamente. "Ahora me gozo ­continuó,­ no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte. Porque el dolor que es según Dios, obra arrepentimiento saludable, de que no hay que arrepentirse." 

Ese arrepentimiento producido por la influencia de la gracia divina en el corazón, induce a la confesión y al abandono del pecado. Tales fueron los primeros frutos que el apóstol declaró que se habían visto en la vida de los creyentes corintios. "¡Cuánta solicitud ha obrado en vosotros, y aun defensa, y aun enojo, y aun temor, y aun gran deseo, y aun celo!"

POR ALGÚN TIEMPO, Pablo había sentido honda preocupación por las iglesias, ­una preocupación tan pesada que apenas podía soportarla. Algunos falsos maestros habían tratado de destruir su influencia entre los creyentes y de introducir sus propias doctrinas en lugar de la verdad evangélica. Las perplejidades y desalientos con que Pablo estaba rodeado se revelan en las palabras: "Sobremanera fuimos cargados sobre nuestras fuerzas, de tal manera que estuviésemos en duda de la vida."

PERO AHORA SE HABÍA QUITADO UNA CAUSA DE ANSIEDAD. Al oír las buenas nuevas de la aceptación de su carta a los corintios, Pablo prorrumpió en palabras de regocijo: "Bendito sea el Dios y Padre del Señor Jesucristo, el Padre de misericordias, y el Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras 262 tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquiera angustia, con la consolación con que nosotros somos consolados de Dios. Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación. Más si somos atribulados, es por vuestra consolación y salud; la cual es obrada en el sufrir las mismas aflicciones que nosotros también padecemos: o si somos consolados, es por vuestra consolación y salud; y nuestra esperanza de vosotros es firme; estando ciertos que como sois compañeros de las aflicciones, así también lo sois de la consolación."

AL EXPRESAR SU GOZO POR LA RECONVERSIÓN y el crecimiento de ellos en la gracia, Pablo atribuye a Dios toda la alabanza por esa transformación del corazón y la vida. "Más a Dios gracias ­exclamó,­ el cual hace que siempre triunfemos en Cristo Jesús, y manifiesta el olor de su conocimiento por nosotros en todo lugar. Porque para Dios somos buen olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden." 

ERA COSTUMBRE de entonces que un general victorioso en la guerra trajera consigo al volver una caravana de cautivos. En esas ocasiones se señalaban personas que llevaban incienso, y mientras el ejército regresaba triunfalmente, el fragante olor era para los cautivos condenados a muerte, un sabor de muerte, que mostraba que estaba próximo el tiempo de su ejecución; pero para los prisioneros que habían obtenido el favor del conquistador, y cuyas vidas iban a ser perdonadas, era un sabor de vida, por cuanto mostraba que su libertad estaba cerca.

PABLO ESTABA AHORA LLENO DE FE Y ESPERANZA. Sentía que Satanás no había de triunfar sobre la obra de Dios en Corinto, y con palabras de alabanza exhaló la gratitud de su corazón. Él y sus colaboradores habrían de celebrar su victoria sobre los enemigos de Cristo y la verdad avanzando con nuevo celo para extender el conocimiento del Salvador. Como el incienso, la fragancia del Evangelio habría de difundirse por el mundo. Para aquellos que aceptaran a Cristo, el mensaje sería un sabor 263 de vida para vida; pero para aquellos que persistieran en la incredulidad, un sabor de muerte para muerte.

COMPRENDIENDO LA ENORME MAGNITUD DEL TRABAJO, Pablo exclamó: "Para estas cosas ¿quién es suficiente?" ¿Quién puede predicar a Cristo de tal manera que sus enemigos no tengan justa causa para despreciar al mensajero o el mensaje que da? Pablo deseaba hacer sentir a los creyentes la solemne responsabilidad del ministerio evangélico. Sólo la fidelidad en la predicación de la Palabra, unida a una vida pura y consecuente, puede hacer aceptables a Dios y útiles para las almas, los esfuerzos de los ministros. Los ministros de nuestros días, compenetrados del sentido de la grandeza de la obra, pueden con razón exclamar con el apóstol: "Para estas cosas ¿quién es suficiente? "

HABÍA QUIENES ACUSABAN A PABLO de haberse alabado al escribir su carta anterior. El apóstol se refirió ahora a esto preguntando a los miembros de la iglesia si juzgaban así sus motivos. "¿Comenzamos otra vez a alabarnos a nosotros mismos? ­preguntó,­ ¿o tenemos necesidad, como algunos, de letras de recomendación para vosotros, o de recomendación de vosotros?"

Los creyentes que se trasladaban a un lugar nuevo llevaban a menudo consigo cartas de recomendación de la iglesia con la cual habían estado unidos anteriormente; pero los obreros dirigentes, los fundadores de esas iglesias, no necesitaban tal recomendación. 

LOS CREYENTES CORINTIOS, que habían sido guiados del culto de los ídolos a la fe del Evangelio, eran toda la recomendación que Pablo necesitaba. Su recepción de la verdad, y la reforma que se había operado en sus vidas, atestiguaban elocuentemente la fidelidad de sus labores y su autoridad para aconsejar, reprender y exhortar como ministro de Cristo.

Pablo consideraba a los hermanos corintios como su recomendación. "Nuestras letras sois vosotros ­dijo,­ escritas en nuestros corazones, sabidas y leídas de todos los hombres; siendo manifiesto que sois letra de Cristo administrada de 264 nosotros, escrita no con tinta, mas con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón." 

LA CONVERSIÓN DE LOS PECADORES y su santificación por la verdad es la prueba más poderosa que un ministro puede tener de que Dios le ha llamado al ministerio. La evidencia de su apostolado está escrita en los corazones de sus conversos y atestiguada por sus vidas renovadas. Cristo se forma en ellos como la esperanza de gloria. Un ministro es fortalecido grandemente por estas pruebas de su ministerio.

HOY LOS MINISTROS DE CRISTO debieran tener el mismo testimonio que la iglesia de Corinto daba de las labores de Pablo. Aunque en este tiempo los predicadores son muchos, hay una gran escasez de ministros capaces y santos,­ de hombres llenos del amor que moraba en el corazón de Cristo. 

EL ORGULLO, LA CONFIANZA PROPIA, el amor al mundo, las críticas, la amargura y la envidia son el fruto que producen muchos de los que profesan la religión de Cristo. Sus vidas, en agudo contraste con la vida del Salvador, dan a menudo un triste testimonio del carácter de la labor ministerial bajo la cual se convirtieron. 

UN HOMBRE no puede tener mayor honor que el ser aceptado por Dios como apto ministro del Evangelio. Pero aquellos a quienes el Señor bendice con poder y éxito en su obra no se vanaglorían. Reconocen su completa dependencia de él, y comprenden que no tienen poder en sí mismos. Con Pablo dicen: "No que seamos suficientes de nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra suficiencia es de Dios; el cual asimismo nos hizo ministros suficientes de un nuevo pacto."

UN VERDADERO MINISTRO hace la obra del Señor. Siente la importancia de su obra y comprende que mantiene con la iglesia y con el mundo una relación similar a la que mantenía Cristo. Trabaja incansablemente para guiar a los pecadores a una vida más noble y elevada, para que puedan obtener la recompensa del vencedor. Sus labios están tocados con un carbón encendido extraído del altar, y ensalza a Jesús como la 265 única esperanza del pecador. Los que le oyen saben que se ha acercado a Dios mediante la oración ferviente y eficaz. 

EL ESPÍRITU SANTO ha reposado sobre él, su alma ha sentido el fuego vital del cielo, y puede comparar las cosas espirituales con las espirituales. Se le da poder para derribar las fortalezas de Satanás. Los corazones son quebrantados por su exposición del amor de Dios, y muchos son inducidos a preguntar: "¿Qué es menester que yo haga para ser salvo?". "Por lo cual teniendo nosotros esta administración según la misericordia que hemos alcanzado, no desmayamos; antes quitamos los escondrijos de vergüenza, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios; sino por manifestación de la verdad encomendándonos a nosotros mismos a toda conciencia humana delante de Dios. Que, si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto: en los cuales el dios de este siglo cegó los entendimientos de los incrédulos, para que no les resplandezca la lumbre del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios. Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo, el Señor; y nosotros vuestros siervos por Jesús. Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo."

ASÍ MAGNIFICABA EL APÓSTOL LA GRACIA Y LA MISERICORDIA DE DIOS, mostrada en el sagrado cometido que se le confiara como ministro de Cristo. Por la abundante misericordia de Dios, él y sus hermanos habían sido sostenidos en las dificultades, aflicciones y peligros. No habían amoldado su fe y enseñanza para acomodarlas a los deseos de sus oyentes, ni callado las verdades esenciales para la salvación a fin de hacer más atractiva su enseñanza. Habían presentado la verdad con sencillez y claridad, orando por la convicción y conversión de las almas. Y se habían esforzado por vivir de acuerdo con sus enseñanzas, para que la verdad que presentaban fuera aceptable a la conciencia de todo hombre. 266

"TENEMOS empero este tesoro ­continuó el apóstol­ en vasos de barro, para que la alteza del poder sea de Dios, y no de nosotros." Dios podría haber proclamado su verdad mediante ángeles inmaculados, pero tal no es su plan. El escoge a los seres humanos, a los hombres rodeados de flaquezas, como instrumentos para realizar sus designios. El inestimable tesoro se coloca en vasos de barro. Mediante los hombres han de comunicarse al mundo sus bendiciones y ha de brillar su gloria en las tinieblas del pecado. Por su ministerio amante deben ellos encontrar al pecador y al necesitado para guiarlos a la cruz. Y en toda su obra tributarán gloria, honor y alabanza a Aquel que está por encima de todo y sobre todos.

AL REFERIRSE A SU PROPIO CASO, Pablo mostró que al elegir el servicio de Cristo no había sido inducido por motivos egoístas; porque su camino había estado bloqueado de pruebas y tentaciones. "Estando atribulados en todo ­escribió,­ mas no angustiados; en apuros, mas no desesperamos; perseguidos, mas no desamparados; abatidos, mas no perecemos; llevando siempre por todas partes la muerte de Jesús en el cuerpo, para que también la vida de Jesús sea manifestada en nuestros corazones."

PABLO LES RECORDÓ a sus hermanos que, como mensajeros de Cristo, él y sus colaboradores estaban continuamente en peligro. Las penalidades que soportaban estaban desgastando sus fuerzas. "Nosotros que vivimos ­escribió,­ siempre estamos entregados a muerte por Jesús, para que también la vida de Jesús sea manifestada en nuestra carne mortal. De manera que la muerte obra en nosotros, y en vosotros la vida." 

SUFRIENDO FÍSICAMENTE por las privaciones y trabajos, estos ministros de Cristo estaban conformándose a la muerte de él. Pero lo que obraba muerte en ellos, traía vida y salud espiritual a los corintios, quienes por la fe en la verdad eran hechos participantes de la vida eterna. En vista de esto, los seguidores de Jesús han de procurar no aumentar, por el descuido y el desafecto, las cargas y pruebas de los que trabajan. 267 "Teniendo el mismo espíritu de fe ­continuó Pablo,­ conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual también hablé: nosotros también creemos, por lo cual también hablamos." 

PLENAMENTE CONVENCIDO de la realidad de la verdad a él confiada, nada podía inducir a Pablo a manejar engañosamente la palabra de Dios o a ocultar las convicciones de su alma. No quería conformarse con las opiniones del mundo para adquirir riqueza, honor o placer. Aunque en constante peligro del martirio por la fe que había predicado a los corintios, no se intimidaba; porque sabía que el que había muerto y resucitado le levantaría de la tumba y le presentaría al Padre. "Todas las cosas suceden por vosotros, para que la gracia difundida en muchos acreciente la acción de gracias para gloria de Dios." (V.N.C.)

NO PARA ENGRANDECERSE a sí mismos predicaban los apóstoles el Evangelio. Era la esperanza de salvar almas lo que los inducía a dedicar sus vidas a esta obra. Y era esta esperanza lo que les ayudaba a no abandonar sus esfuerzos por causa de los peligros que los amenazaban o de los sufrimientos que soportaban. "Por tanto ­declaró Pablo,­ no desmayamos: antes aunque éste nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior empero se renueva de día en día." 

PABLO SENTÍA EL PODER DEL ENEMIGO; pero aunque sus fuerzas físicas declinaban, declaraba fiel y resueltamente el Evangelio de Cristo. Vestido con toda la armadura de Dios, este héroe de la cruz proseguía la lucha. Su voz animosa lo proclamaba triunfante en el combate. Fijando sus ojos en la recompensa de los fieles, exclamó con tono de victoria: "Porque lo que al presente es momentáneo y leve de nuestra tribulación, nos obra un sobremanera alto y eterno peso de gloria; no mirando nosotros a las cosas que se ven, sino a las que no se ven: porque las cosas que se ven son temporales, más las que no se ven son eternas."

ES MUY FERVIENTE E IMPRESIONANTE LA INVITACIÓN DEL APÓSTOL a sus hermanos corintios a considerar de nuevo el inmaculado amor de su Redentor. "Ya sabéis la gracia de nuestro Señor 268 Jesucristo ­declaró,­ que por amor de vosotros se hizo pobre, siendo rico; para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos." Conocéis la altura desde la cual se rebajó, la profundidad de la humillación a la cual descendió. Habiendo emprendido la senda de la abnegación y el sacrificio, no se apartó de ella hasta que hubo dado su vida. No hubo descanso para él entre el trono y la cruz.

PABLO SE FUE DETENIENDO EN UN PUNTO TRAS OTRO, a fin de que los que leyeran su epístola pudieran comprender plenamente la maravillosa condescendencia de su Salvador con ellos. Presentando a Cristo como era cuando era igual a Dios y recibía con él el homenaje de los ángeles, el apóstol trazó su curso hasta cuando hubo alcanzado las más bajas profundidades de la humillación. Pablo estaba convencido de que si podía hacerles comprender el asombroso sacrificio hecho por la Majestad del cielo, barrería de sus vidas todo su egoísmo. Mostró cómo el Hijo de Dios había depuesto su gloria y se había sometido voluntariamente a las condiciones de la naturaleza humana; y entonces se había humillado como un siervo, llegando a ser "obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (Fil. 2:8), para poder elevar a los hombres de la degradación a la esperanza y el gozo del cielo.

CUANDO ESTUDIAMOS EL CARÁCTER DIVINO A LA LUZ DE LA CRUZ, vemos misericordia, ternura, espíritu perdonador unidos con equidad y justicia. Vemos en medio del trono a uno que lleva en sus manos y pies y en su costado las marcas del sufrimiento soportado para reconciliar al hombre con Dios. Vemos a un Padre infinito que mora en luz inaccesible, pero que nos recibe por los méritos de su Hijo. La nube de la venganza que amenazaba solamente con la miseria y la desesperación, revela, a la luz reflejada desde la cruz, el escrito de Dios: ¡Vive, pecador, vive! ¡Vosotros, almas arrepentidas y creyentes, vivid! Yo he pagado el rescate.

AL CONTEMPLAR A CRISTO, nos detenemos en la orilla de un amor inconmensurable. Nos esforzamos por hablar de este 269 amor, pero nos faltan las palabras. Consideramos su vida en la tierra, su sacrificio por nosotros, su obra en el cielo como abogado nuestro, y las mansiones que está preparando para aquellos que le aman; y sólo podemos exclamar: ¡Oh! ¡qué altura y profundidad las del amor de Cristo! "En esto consiste el amor: no que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó a nosotros, y ha enviado a su Hijo en propiciación por nuestros pecados." "Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios." (1 Juan 4:10; 3:1)

EN TODO VERDADERO DISCÍPULO, este amor, como fuego sagrado, arde en el altar del corazón. Fue en la tierra donde el amor de Dios se reveló por Cristo. Es en la tierra donde sus hijos han de reflejar su amor mediante vidas inmaculadas. Así los pecadores serán guiados a la cruz, para contemplar al Cordero de Dios. 270

Los Hechos De Los Apóstoles En La Proclamación
Del Evangelio De Jesucristo. (EGW). 

martes, 23 de julio de 2019

CAPÍTULO 30. LLAMAMIENTO A ALCANZAR UNA NORMA MÁS ALTA.

Basado en 1 Carta A Los Corintios.  

CON LA ESPERANZA DE HACER COMPRENDER VÍVIDAMENTE a los creyentes corintios la importancia del firme dominio propio, la estricta temperancia y el celo incansable en el servicio de Cristo, Pablo hizo en la carta que les escribiera una impresionante comparación entre la lucha cristiana y las carreras pedestres que se tenían en determinadas ocasiones cerca de Corinto. 

DE TODOS LOS JUEGOS INSTITUÍDOS ENTRE LOS GRIEGOS Y ROMANOS, las carreras pedestres eran las más antiguas y las más altamente estimadas. Eran presenciadas por reyes, nobles, y hombres de estado. Jóvenes de alcurnia y riqueza participaban en ellas, y no escatimaban el esfuerzo y la disciplina necesarios para obtener el premio.

LOS TORNEOS eran regidos por reglamentos estrictos, de los cuales no había apelación. Los que deseaban que se incluyeran sus nombres entre los competidores por el premio, tenían que someterse primero a un severo entrenamiento preparatorio. Se prohibía estrictamente la peligrosa complacencia del apetito o cualquier otra satisfacción que redujera el vigor mental o físico. Para que alguien tuviera alguna esperanza de éxito en estas pruebas de fuerza y velocidad, los músculos debían ser fuertes y flexibles, y los nervios debían estar bien dominados. Todo movimiento debía ser preciso; todo paso, rápido y seguro; las facultades físicas debían alcanzar su mayor altura.

CUANDO LOS COMPETIDORES De La Carrera Se Presentaban Ante La Multitud Expectante, se proclamaban sus nombres y se establecían 250 claramente las reglas de la carrera. Entonces todos partían juntos, y la atención fija de los espectadores les inspiraba su determinación de ganar. Los jueces se sentaban cerca de la meta para poder observar la carrera desde el principio hasta el fin, y dar el premio al verdadero vencedor. Si un hombre llegaba a la meta primero valiéndose de algún recurso ilícito, no se le adjudicaba el premio.

EN ESTAS LIDES SE CORRÍAN MUCHOS RIESGOS. Algunos nunca se reponían del terrible esfuerzo físico. No era raro que los hombres cayeran en la pista, sangrando por la boca y la nariz, y algunas veces un contendiente caía muerto cuando estaba a punto de alcanzar el premio. Pero por amor al honor que se confería al contendiente que triunfaba, no se consideraba un riesgo demasiado grande la posibilidad de dañarse por toda la vida o de morir.

Cuando el ganador llegaba a la meta, los aplausos de la vasta muchedumbre de observadores hendían el aire y repercutían en las colinas y montañas circundantes. A plena vista de los espectadores, el juez le otorgaba los emblemas de la victoria: una corona de laurel, y una palma que había de llevar en la mano derecha. Se cantaba su alabanza por toda la tierra; sus padres compartían su honor; y aun la ciudad donde vivía era tenida en alta estima por haber producido tan grande atleta.

AL REFERIRSE A ESTAS CARRERAS COMO FIGURA DE LA LUCHA CRISTIANA, Pablo recalcó la preparación necesaria para el éxito de los contendientes en la carrera: la disciplina preliminar, el régimen alimenticio abstemio, la necesidad de temperancia. "Y todo aquel que lucha ­declaró,­ de todo se abstiene." Los corredores renunciaban a toda complacencia que tendería a debilitar las facultades físicas, y mediante severa y continua disciplina, desarrollaban la fuerza y resistencia de sus músculos, para que cuando llegase el día del torneo, pudieran exigir el mayor rendimiento a sus facultades.

 ¡CUÁNTO MÁS IMPORTANTE es que el cristiano, cuyos intereses eternos están en juego, sujete sus apetitos y pasiones a la razón y a la voluntad de Dios! 251

Nunca debe permitir que su atención sea distraída por las diversiones, los lujos o la comodidad. Todos sus hábitos y pasiones deben estar bajo la más estricta disciplina. La razón, iluminada por las enseñanzas de la Palabra de Dios y guiada por su Espíritu, debe conservar las riendas del dominio.

Y después de haber hecho esto, el cristiano debe hacer el mayor esfuerzo a fin de obtener la victoria. 

En los juegos de Corinto, los últimos pocos tramos de los contendientes de la carrera eran hechos con agonizante esfuerzo por conservar la velocidad. Así el cristiano, al acercarse a la meta, avanzará con más celo y determinación que al principio de su carrera.

PABLO PRESENTA EL CONTRASTE entre la perecedera guirnalda de laurel recibida por el vencedor de las carreras pedestres, y la corona de gloria inmortal que recibirá el que corra triunfalmente la carrera cristiana. "Ellos, a la verdad declara, ­para recibir una corona corruptible; mas nosotros, incorruptible." Para obtener una recompensa perecedera, los corredores griegos no escatimaban esfuerzo ni disciplina. 

NOSOTROS ESTAMOS LUCHANDO por una recompensa infinitamente más valiosa, la corona de la vida eterna. ¡Cuánto más cuidadoso debería ser nuestro esfuerzo, cuánto más voluntario nuestro sacrificio y abnegación!

EN LA EPÍSTOLA A LOS HEBREOS se señala el propósito absorbente que debería caracterizar la carrera cristiana por la vida eterna: "Dejando todo el peso del pecado que nos rodea, corramos con paciencia la carrera que nos es propuesta, puestos los ojos en el Autor y consumador de la fe, en Jesús." (Heb. 12:1,2.)

LA ENVIDIA, LA MALICIA, los malos pensamientos, las malas palabras, la codicia: éstos son pesos que el cristiano debe deponer para correr con éxito la carrera de la inmortalidad. Todo hábito o práctica que conduce al pecado o deshonra a Cristo, debe abandonarse, cualquiera que sea el sacrificio. 

LA BENDICIÓN del cielo no puede descender sobre ningún hombre que viola los eternos principios de la justicia. 

UN SOLO PECADO ACARICIADO es suficiente para degradar el carácter y extraviar a otros. 252 "Y si tu mano te escandalizare ­ dijo el Salvador, ­córtala: mejor te es entrar a la vida manco, que teniendo dos manos ir a la Gehenna, al fuego que no puede ser apagado. . . Y si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo: mejor te es entrar a la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en la Gehenna." (Mar. 9:43-45.) 

Si Para Salvar El Cuerpo De La Muerte Debería Cortarse El Pie O La Mano, O Hasta Sacarse El Ojo, ¡Cuánto Más Fervientemente Debiera El Cristiano Quitar El Pecado, Que Produce Muerte Al Alma!

LOS COMPETIDORES DE LOS ANTIGUOS JUEGOS, después de haberse sometido a la renuncia personal y a rígida disciplina, no estaban todavía seguros de la victoria. "¿No sabéis que los que corren en el estadio ­preguntó Pablo, ­todos a la verdad corren, más uno lleva el premio?" Por ansiosa y fervientemente que se esforzaran los corredores, el premio se adjudicaba a uno solo. Una sola mano podía tomar la codiciada guirnalda. Alguno podía empeñar el mayor esfuerzo por obtener el premio, pero cuando estaba por extender la mano para tomarlo, otro, un instante antes que él, podía llevarse el codiciado tesoro.

TAL NO ES EL CASO EN LA LUCHA CRISTIANA. Ninguno que cumpla con las condiciones se chasqueará al fin de la carrera. Ninguno que sea ferviente y perseverante dejará de tener éxito. La carrera no es del veloz, ni la batalla del fuerte. El santo más débil, tanto como el más fuerte, puede llevar la corona de gloria inmortal. Puede ganarla todo el que, por el poder de la gracia divina, pone su vida en conformidad con la voluntad de Cristo. Demasiado a menudo se considera como asunto sin importancia, demasiado trivial para exigir atención, la práctica en los detalles de la vida, de los principios sentados en la Palabra de Dios.

 Pero en vista del resultado que está en juego, nada de lo que ayude o estorbe es pequeño. Todo acto pesa en la balanza que determina la victoria o el fracaso de la vida. La recompensa dada a los que venzan estará en proporción con la energía y el fervor con que hayan luchado.

EL APÓSTOL SE COMPARÓ A SÍ MISMO con un hombre que corre 253 una carrera empeñando todo nervio en la obtención del premio. "Así que, yo de esta manera corro dice, ­no como a cosa incierta; de esta manera peleo, no como quien hiere el aire: antes hiero mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que, habiendo predicado a otros, yo mismo venga a ser reprobado." Para no correr en forma incierta o al azar la carrera cristiana, Pablo se sometía a severa preparación. 

LAS PALABRAS: "Pongo en servidumbre" mi cuerpo, significan literalmente someter, mediante severa disciplina, los deseos, impulsos y pasiones. Pablo temía que, habiendo predicado a otros, él mismo fuera reprobado. Comprendía que si no cumplía en su vida los principios que creía y predicaba, sus labores en favor de otros no le valdrían de nada. Su conversación, su influencia, su negación a entregarse a la complacencia propia, debían mostrar que su religión no era mera profesión, sino una comunión diaria y viva con Dios. Mantenía siempre delante de sí un blanco, y luchaba ardientemente por alcanzarlo: "la justicia que es de Dios por la fe." (Fil. 3:9.)

PABLO SABÍA QUE SU LUCHA CONTRA EL MAL NO TERMINARÍA MIENTRAS DURARA LA VIDA. Siempre comprendía la necesidad de vigilarse severamente, para que los deseos terrenales no se sobrepusieran al celo espiritual. Con todo su poder continuaba luchando contra las inclinaciones naturales. Siempre mantenía ante sí el ideal que debía alcanzarse, y luchaba por alcanzar ese ideal mediante la obediencia voluntaria a la ley de Dios. Sus palabras, sus prácticas, sus pasiones: todo lo sometía al dominio del Espíritu de Dios.

ERA ESTE PROPÓSITO ÚNICO de ganar la carrera de la vida eterna, lo que Pablo anhelaba ver revelado en las vidas de los creyentes corintios. Sabía que a fin de alcanzar el ideal de Cristo para con ellos, tenían por delante una lucha de toda la vida, que no tendría tregua. Les pedía que lucharan lealmente, día tras día, en busca de piedad y excelencia moral. Les rogaba que pusieran a un lado todo peso y se esforzaran hacia el blanco de la perfección en Cristo. 254

PABLO SEÑALÓ A LOS CORINTIOS LA EXPERIENCIA DEL ANTIGUO ISRAEL, las bendiciones que recompensaron su obediencia y los juicios que siguieron a sus transgresiones. Les recordó la milagrosa manera en que los hebreos fueron guiados desde Egipto, bajo la protección de la nube de día y de la columna de fuego de noche. Así fueron conducidos con seguridad a través del mar Rojo, mientras los egipcios, intentando cruzar de la misma manera, se ahogaron todos. Por estos actos Dios había reconocido a Israel como su iglesia. 

TODOS ELLOS "comieron la misma vianda espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la piedra espiritual que los seguía, y la piedra era Cristo." Los hebreos, en todos sus viajes, tenían a Cristo como su jefe. La piedra herida representaba a Cristo, que había de ser herido por las transgresiones de los hombres, para que pudiera fluir a todos la corriente de la salvación.

A PESAR DEL FAVOR QUE DIOS LES MOSTRÓ A LOS HEBREOS, por causa de su anhelo vehemente de los placeres dejados en Egipto y de su pecado y rebelión, los juicios de Dios cayeron sobre ellos. Y el apóstol instó a los creyentes corintios a prestar oídos a la lección contenida en la historia de Israel. "Empero estas cosas fueron en figura de nosotros -declaró,- para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron."

MOSTRÓ CÓMO EL AMOR A LA COMODIDAD y al placer los había predispuesto para cometer los pecados que provocaron la manifiesta venganza de Dios. Fue al sentarse los hijos de Israel a comer y a beber, y al levantarse a jugar, cuando abandonaron el temor de Dios, que habían sentido al escuchar la proclamación de la ley; y, haciendo un becerro de oro para representar a Dios, lo adoraron. Y fue después de un festín voluptuoso relacionado con el culto de Baal-peor, cuando muchos de los hebreos cayeron en la licencia. Se despertó la ira de Dios, y a su orden, "veinte y tres mil" fueron muertos en un día por la plaga.

EL APÓSTOL ADVIERTE A LOS CORINTIOS: "Así que, el que piensa estar firme, mire no caiga." Si se vanagloriaban y confiaban en sí mismos, descuidando la vigilancia y la oración, caerían 255 en grave pecado, provocando la ira de Dios contra ellos. Sin embargo, Pablo no quería que se entregasen al desaliento. Les aseguró: "Fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis llevar; antes dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis aguantar."

PABLO INSTÓ A SUS HERMANOS A PREGUNTAR qué influencia ejercerían sus palabras y hechos sobre los demás, y a no hacer nada, por inocente que fuera en sí mismo, que pareciera sancionar la idolatría u ofender los escrúpulos de los que fueran débiles en la fe. "Si pues coméis, o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo a gloria de Dios. Sed sin ofensa a Judíos, y a Gentiles, y a la iglesia de Dios."

LAS PALABRAS DE AMONESTACIÓN del apóstol a la iglesia de Corinto se aplican a todo tiempo, y convienen especialmente a nuestros días. Por idolatría, él no se refería solamente a la adoración de los ídolos, sino al servicio propio, al amor a la comodidad, a la complacencia de los apetitos y pasiones. Una mera profesión de fe en Cristo, un jactancioso conocimiento de la verdad, no hace cristiano a un hombre. 

Una religión que trata solamente de agradar a los ojos, a los oídos o al gusto, o que sanciona la complacencia propia, no es la religión de Cristo.

MEDIANTE UNA COMPARACIÓN DE LA IGLESIA CON EL CUERPO HUMANO, el apóstol ilustra apropiadamente la estrecha y armoniosa relación que debiera existir entre todos los miembros de la iglesia de Cristo. "Por un Espíritu escribió ­ somos todos bautizados en un cuerpo, ora Judíos o Griegos, ora siervos o libres; y todos hemos bebido de un mismo Espíritu. Pues ni tampoco el cuerpo es un miembro, sino muchos. Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo: ¿por eso no será del cuerpo? Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo: ¿por eso no será del cuerpo? Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato? Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como quiso. Que si todos fueran un 256 miembro, ¿dónde estuviera el cuerpo? Mas ahora muchos miembros son a la verdad, empero un cuerpo. Ni el ojo puede decir a la mano: No te he menester: ni asimismo la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros.... Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba, para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se interesen los unos por los otros. Por manera que si un miembro padece, todos los miembros a una se duelen, y si un miembro es honrado, todos los miembros a una se gozan. Pues vosotros sois el cuerpo de Cristo, y miembros en parte."

Y ENTONCES, CON PALABRAS que desde ese día han sido para hombres y mujeres una fuente de inspiración y aliento, Pablo expone la importancia del amor que deberían abrigar los seguidores de Cristo: "Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo caridad, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia; y si tuviese toda la fe, de tal manera que traspasase los montes, y no tengo caridad, nada soy.  Y si repartiese toda mi hacienda para dar de comer a pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo caridad, de nada me sirve."

POR MUY NOBLE que sea lo profesado por aquel cuyo corazón no está lleno del amor a Dios y a sus semejantes, no es verdadero discípulo de Cristo. Aunque posea gran fe y tenga poder aun para obrar milagros, sin amor su fe será inútil. Podrá desplegar gran liberalidad; pero si el motivo es otro que el amor genuino, aunque dé todos sus bienes para alimentar a los pobres, la acción no le merecerá el favor de Dios. En su celo podrá hasta afrontar el martirio, pero si no obra por amor, será considerado por Dios como engañado entusiasta o ambicioso hipócrita.

"LA CARIDAD ES SUFRIDA, ES BENIGNA: la caridad no tiene envidia, la caridad no hace sinrazón, no se ensancha." El gozo más puro surge de la más profunda humildad. Los caracteres más fuertes y nobles están edificados sobre el fundamento de 257 la paciencia, el amor y la sumisión a la voluntad de Dios. La caridad "no es injuriosa, no busca lo suyo, no se irrita, no piensa el mal." 

El amor de Cristo concibe de la manera más favorable los motivos y actos de los otros. No expone innecesariamente sus faltas; no escucha ansiosamente los informes desfavorables, sino que trata más bien de recordar las buenas cualidades de los otros.

EL AMOR "no se huelga de la injusticia, mas se huelga de la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. "Este amor "nunca deja de ser." No puede perder su valor; es un atributo celestial. Como un tesoro precioso, será introducido por su poseedor por las puertas de la ciudad de Dios.

 "Y Ahora Permanecen La Fe, La Esperanza, Y La Caridad, Estas Tres: Empero La Mayor De Ellas Es La Caridad."

AL BAJARSE LA NORMA MORAL DE LOS CREYENTES CORINTIOS, ciertas personas habían abandonado algunos de los rasgos fundamentales de su fe. Algunos habían llegado hasta el punto de negar la doctrina de la resurrección. Pablo afrontó esta herejía con un testimonio muy claro en cuanto a la evidencia inconfundible de la resurrección de Cristo. Declaró que Cristo, después de su muerte, "resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras," después de lo cual "apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos juntos; de los cuales muchos viven aún; y otros son muertos. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles. Y el postrero de todos, . . . me apareció a mí."  

CON PODER CONVINCENTE EL APÓSTOL EXPUSO LA GRAN VERDAD DE LA RESURRECCIÓN. "Porque si no hay resurrección de muertos ­ arguyó, ­Cristo tampoco resucitó: y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. Y aun somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él haya levantado a Cristo; al cual no levantó, si en verdad los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó: y si Cristo no 258 resucitó, vuestra fe es vana; aun estáis en vuestros pecados. Entonces también los que durmieron en Cristo son perdidos. Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, los más miserables somos de todos los hombres. Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho."

PABLO DIRIGIÓ LOS PENSAMIENTOS de los hermanos corintios a los triunfos de la mañana de la resurrección, cuando todos los santos que duermen se levantarán, para vivir para siempre con el Señor. "He aquí ­ declaró el apóstol, ­os digo un misterio: Todos ciertamente no dormiremos, mas todos seremos transformados, en un momento, en un abrir de ojo, a la final trompeta; porque será tocada la trompeta, y los muertos serán levantados sin corrupción, y nosotros seremos transformados. Porque es menester que esto corruptible sea vestido de incorrupción, y esto mortal sea vestido de inmortalidad. Y cuando esto corruptible fuere vestido de incorrupción, y esto mortal fuere vestido de inmortalidad, entonces se efectuará la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte con victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón ? ¿dónde, oh sepulcro, tu victoria ? . . A Dios gracias, que nos da la victoria por el Señor nuestro Jesucristo."

GLORIOSO ES EL TRIUNFO QUE AGUARDA AL FIEL. El apóstol, comprendiendo las posibilidades que estaban por delante de los creyentes corintios, trató de exponerles algo que los elevara del egoísmo y la sensualidad y glorificase su vida con la esperanza de la inmortalidad. Fervorosamente los exhortó a ser leales a su alta vocación en Cristo. "Hermanos míos amados ­les suplicó,­ estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es vano."

ASÍ EL APÓSTOL, DE LA MANERA MÁS DECIDIDA Y EXPRESIVA, se esforzó por corregir las falsas y peligrosas ideas y prácticas que prevalecían en la iglesia de Corinto. Habló claramente, pero con amor por sus almas. Mediante sus amonestaciones y reproches, brilló sobre ellos la luz del trono de Dios, para revelar 259 los pecados ocultos que estaban manchando sus vidas. 

¿CÓMO SERÍA RECIBIDA? Después de despachar la carta, Pablo temió que lo que había escrito hiriera demasiado profundamente a aquellos a quienes deseaba beneficiar. Temió agudamente un alejamiento adicional, y algunas veces deseaba retirar sus palabras. Aquellos que, como el apóstol, han sentido responsabilidad por sus amadas iglesias o instituciones, pueden apreciar mejor su depresión de espíritu y su acusación propia. 

LOS SIERVOS DE DIOS QUE LLEVAN LA CARGA DE SU OBRA para este tiempo conocen algo de la misma experiencia de trabajo, conflicto y ansioso cuidado que cayó en suerte al gran apóstol. Preocupado por las divisiones de la iglesia, haciendo frente a la ingratitud y traición de algunos a quienes había mirado en busca de simpatía y sostén, comprendiendo el peligro de las iglesias que abrigaban la iniquidad, compelido a dar un testimonio directo, escrutador, de reproche contra el pecado, estaba al mismo tiempo oprimido por el temor de que pudiera haber tratado a los corintios con severidad excesiva. Con temblorosa ansiedad esperaba recibir algunas nuevas en cuanto a la recepción de su mensaje. 260

Los Hechos De Los Apóstoles En La Proclamación 

Del Evangelio De Jesucristo. (EGW). MHP


CAPÍTULO 29. AMONESTACIÓN Y SÚPLICA.

Basado En 1° Carta A Los Corintios.

LA PRIMERA EPÍSTOLA A LA IGLESIA DE CORINTO fue escrita por el apóstol Pablo durante la última parte de su estada en Éfeso. Por nadie había sentido él más profundo interés o realizado más incansables esfuerzos que por los creyentes de Corinto. Por un año y medio había trabajado entre ellos, señalándoles un Salvador crucificado y resucitado como el único medio de salvación, e instándolos a confiar implícitamente en el poder transformador de su gracia. Antes de aceptar en la comunión de la iglesia a los que profesaban el cristianismo, había tenido cuidado de darles instrucción especial en cuanto a los privilegios y deberes del creyente cristiano; y se había esforzado fervorosamente por ayudarles a ser fieles a sus votos bautismales.

PABLO tenía un agudo sentido del conflicto que toda alma debía sostener con los agentes del mal que tratan continuamente de engañar y entrampar; y había trabajado incansablemente por fortalecer y confirmar a los nuevos en la fe. 

LES HABÍA ROGADO QUE SE ENTREGARAN COMPLETAMENTE A DIOS; porque sabía que cuando el alma no hace esta entrega, no abandona el pecado, los apetitos y pasiones todavía luchan por el dominio, y las tentaciones confunden la conciencia. La entrega debe ser completa. Toda alma débil que, rodeada de dudas y luchas, se entrega completamente al Señor, se coloca en contacto directo con agentes que la capacitan para vencer. El cielo está cerca de ella, y tiene el sostén y la ayuda de los ángeles misericordiosos en todo tiempo de prueba y necesidad.

Los miembros de la iglesia de Corinto estaban rodeados de 242 idolatría y sensualidad en la forma más seductora.  

MIENTRAS EL APÓSTOL ESTABA CON ELLOS, estas influencias no habían tenido sino poco poder sobre ellos. La firme fe de Pablo, sus fervientes oraciones y ardientes palabras de instrucción, y, sobre todo, su vida piadosa, les habían ayudado a negarse a sí mismos por amor a Cristo, antes que gozar los placeres del pecado.

DESPUÉS DE LA PARTIDA DE PABLO, sin embargo, surgieron condiciones desfavorables; la cizaña que había sido sembrada por el enemigo apareció entre el trigo, y antes de mucho comenzó a producir su mal fruto. Ese fue un tiempo de severa prueba para la iglesia de Corinto.

 EL APÓSTOL no estaba más con ellos, para avivar su celo y ayudarles en sus esfuerzos por vivir en armonía con Dios; y poco a poco muchos llegaron a ser descuidados e indiferentes, y permitieron que los gustos y las inclinaciones naturales los dominaran. El que tan a menudo los había instado a alcanzar altos ideales de pureza y justicia, no estaba más con ellos; y no pocos de los que, al convertirse, habían abandonado sus malos hábitos, volvieron a los degradantes pecados del paganismo.

PABLO Había Escrito Brevemente A La Iglesia, y los había amonestado a no asociarse con los miembros que persistieran en la disolución; pero muchos de los creyentes pervirtieron el significado de las palabras del apóstol, sutilizaron respecto a ellas, y se excusaron por desatender su instrucción.

LA IGLESIA LE ENVIÓ A PABLO UNA CARTA, en la que le pedían consejo respecto a varios asuntos, pero no decía nada de los graves pecados que existían entre ellos. Sin embargo, el Espíritu Santo impresionó fuertemente al apóstol en el sentido de que se le ocultaba la verdadera condición de la iglesia, y que con esa carta se intentaba arrancarle declaraciones que los que la habían escrito pudieran interpretar de modo que sirvieran a sus propósitos personales.

POR ENTONCES LLEGARON A ÉFESO algunos miembros de la casa de Cloé, familia cristiana de excelente reputación en Corinto. Pablo les preguntó en cuanto al estado de las cosas, y ellos le 243 dijeron que la iglesia estaba desgarrada por divisiones. Las disensiones que habían prevalecido en el tiempo de la visita de Apolos habían aumentado grandemente. 

ALGUNOS FALSOS MAESTROS estaban induciendo a los miembros a despreciar las instrucciones de Pablo. Las doctrinas y los ritos del Evangelio habían sido pervertidos. El orgullo, la idolatría, y la sensualidad estaban creciendo constantemente entre aquellos que habían sido una vez celosos en la vida cristiana.

Cuando se le presentó este cuadro, Pablo vio que sus peores temores se realizaban con creces. Pero no por eso dio rienda suelta al pensamiento de que su trabajo había sido un fracaso. Con "angustia del corazón" y "con muchas lágrimas," pidió consejo a Dios. De buena gana hubiera visitado en seguida a Corinto, si éste hubiera sido el proceder más sabio. 

PERO SABÍA QUE EN LA CONDICIÓN en que estaban entonces, los creyentes no serían beneficiados por sus labores, y por lo tanto envió a Tito a fin de que preparara el terreno para una visita suya ulterior.  Entonces, dejando de lado todo sentimiento personal sobre el proceder de aquellos cuya conducta revelaba tan extraña perversidad, y conservando su alma apoyada en Dios, el apóstol escribió a la iglesia de Corinto una de las más ricas, más instructivas, más poderosas de todas sus cartas.

CON NOTABLE CLARIDAD Procedió A Contestar Las Diversas Preguntas Que Le Hizo La Iglesia, y a sentar principios generales que, si los seguían, los conducirían a un plano espiritual más elevado. Ellos estaban en peligro, y él no podía soportar el pensamiento de que dejara de alcanzar sus corazones en ese tiempo crítico. Les advirtió fielmente de sus peligros y los reprendió por sus pecados. Les señaló de nuevo a Cristo, y trató de despertar nuevamente el fervor de su primera devoción.

EL GRAN AMOR DEL APÓSTOL a los creyentes corintios se reveló en su tierno saludo a la iglesia. Se refirió a lo que habían experimentado al volverse de la idolatría al culto y servicio del Dios verdadero. Les recordó los dones del Espíritu Santo que habían recibido, y les mostró que era privilegio de ellos progresar 244 continuamente en la vida cristiana hasta alcanzar la pureza y la santidad de Cristo. 

"En todas las cosas sois enriquecidos en él ­escribió, ­en toda lengua y en toda ciencia; así como el testimonio de Cristo ha sido confirmado en vosotros: de tal manera que nada os falte en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo: el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis sin falta en el día de nuestro Señor Jesucristo."

PABLO HABLÓ FRANCAMENTE de las disensiones que se habían levantado en la iglesia de Corinto, y exhortó a los miembros a dejar las contiendas. 

"Os ruego pues, hermanos ­escribió, ­por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros disensiones, antes seáis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer."

EL APÓSTOL SE SINTIÓ LIBRE para mencionar cómo y por quiénes había sido informado de las divisiones de la iglesia. "Me ha sido declarado de vosotros, hermanos míos, por los que son de Cloé, que hay entre vosotros contiendas."

PABLO ERA UN APÓSTOL INSPIRADO. Las verdades que enseñara a otros las había recibido "por revelación;" sin embargo, el Señor no le revelaba directamente todas las veces la precisa condición de su pueblo. En esta ocasión, aquellos que tenían interés en la prosperidad de la iglesia de Corinto, y que habían visto penetrar males en ella, habían presentado el asunto al apóstol; y en virtud de las revelaciones anteriormente recibidas, él estaba preparado para juzgar el carácter de esos fenómenos. 

No obstante el hecho de que el Señor no le dio una nueva revelación para esa ocasión especial, los que estaban buscando realmente la luz aceptaron su mensaje como expresión del pensamiento de Cristo. El Señor le había mostrado las dificultades y peligros que se levantarían en las iglesias, y cuando estos males se desarrollaron, el apóstol reconoció su significado. Había sido puesto para defender a la iglesia. Había de velar por las almas como quien debía dar cuenta a Dios; ¿y no era 245 consecuente y correcto que hiciera caso de los informes concernientes a la anarquía y las divisiones entre ellas? Con toda seguridad; y la reprensión que envió fue tan ciertamente escrita bajo la inspiración del Espíritu de Dios como cualquiera de sus otras epístolas.

EL APÓSTOL NO MENCIONÓ A LOS FALSOS MAESTROS que estaban tratando de destruir el fruto de su labor. Por causa de la obscuridad y división que había en la iglesia, se abstuvo prudentemente de irritar a los corintios con tales referencias, por temor de apartar a algunos enteramente de la verdad. Llamó la atención a su propio trabajo entre ellos como al de un "perito arquitecto," que había puesto el fundamento sobre el cual otros habían edificado. 

PERO NO SE ENSALZÓ POR ESO; porque declaró: "Nosotros, coadjutores somos de Dios." No presumía de tener sabiduría propia, sino que reconocía que sólo el poder divino lo había capacitado para presentar la verdad de una manera agradable a Dios. Unido con Cristo, el más grande de todos los maestros, Pablo había sido capacitado para impartir lecciones de sabiduría divina, que satisfacían las necesidades de todas las clases, y que habían de aplicarse a todos los tiempos, en todos los lugares, y bajo todas las condiciones.

ENTRE LOS PEORES MALES QUE SE HABÍAN DESARROLLADO ENTRE LOS CREYENTES CORINTIOS, figuraba el retorno a muchas de las degradantes costumbres del paganismo. Un ex converso había vuelto tanto a sus andadas que su conducta licenciosa era una violación aun de la baja norma de moralidad mantenida por el mundo gentil. El apóstol rogó a la iglesia que quitara de su seno "a ese malo." "¿No sabéis ­ advirtió ­ que un poco de levadura leuda toda la masa? Limpiad pues la vieja levadura, para que seáis nueva masa, como sois sin levadura."

OTRO GRAVE MAL QUE SE HABÍA LEVANTADO EN LA IGLESIA era que los hermanos recurrían a la ley unos contra otros. Se había hecho abundante provisión para el arreglo de las dificultades entre creyentes. Cristo mismo había dado instrucción clara en cuanto a cómo debían ser resueltos esos asuntos. 

"Si tu hermano 246 pecare contra ti ­ había aconsejado el Salvador, ­ ve, y redargúyele entre ti y él solo: si te oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aun contigo uno o dos, para que en boca de dos o de tres testigos conste toda palabra. Y si no oyere a ellos, dilo a la iglesia: y si no oyere a la iglesia, tenle por étnico y publicano. De cierto os digo que todo lo que ligareis en la tierra, será ligado en el cielo; y todo lo que desatareis en la tierra, será desatado en el cielo." (Mat. 18:15-18.)  

A LOS CREYENTES CORINTIOS que habían perdido de vista este claro consejo, Pablo les escribió en términos precisos de amonestación y reproche. "¿Osa alguno de vosotros ­ preguntó, ­teniendo algo con otro, ir a juicio delante de los injustos, y no delante de los santos? ¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas? ¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿cuánto más las cosas de este siglo? Por tanto, si hubiereis de tener juicios de cosas de este siglo, poned para juzgar a los que son de menor estima en la iglesia.  Para avergonzaros lo digo. ¿Pues qué, no hay entre vosotros sabio, ni aun uno que pueda juzgar entre sus hermanos; sino que el hermano con el hermano pleitea en juicio, y esto ante los infieles? Así que, por cierto es ya una falta en vosotros que tengáis pleitos entre vosotros mismos. ¿Por qué no sufrís antes la injuria? . . . Empero vosotros hacéis la injuria, y defraudáis, y esto a los hermanos. ¿No sabéis que los injustos no poseerán el reino de Dios?" 

SATANÁS Está Tratando Constantemente De Provocar Desconfianza, desunión, malicia entre el pueblo de Dios. Seremos a menudo tentados a sentir que se pisotean nuestros derechos, aun cuando no haya causa real para tales sentimientos. 

AQUELLOS cuyo amor propio sea más fuerte que su amor por Cristo y su causa, darán la primacía a sus propios intereses y recurrirán a casi cualquier medio para protegerlos y conservarlos

 AUN MUCHOS que parecen ser cristianos concienzudos son impedidos por el orgullo y la estima propia de ir privadamente a aquellos 247 a quienes consideran en error, para hablar con ellos con el espíritu de Cristo y orar juntos el uno por el otro.  Al creerse perjudicados por sus hermanos, algunos recurrirán hasta a un juicio en lugar de seguir la regla del Salvador.  

LOS CRISTIANOS NO DEBERÍAN RECURRIR A LOS TRIBUNALES CIVILES para arreglar las diferencias que puedan levantarse entre los miembros de la iglesia. Tales diferencias deberían arreglarse entre ellos mismos, o por la iglesia, de acuerdo con la instrucción de Cristo. Aunque pueda haberse cometido una injusticia, el seguidor del manso y humilde Jesús sufrirá que se le defraude antes que exponer al mundo los pecados de sus hermanos de la iglesia.

LOS PLEITOS ENTRE HERMANOS son un oprobio para la causa de la verdad. Los cristianos que recurren a la ley unos contra otros exponen a la iglesia al ridículo de sus enemigos, y provocan el triunfo de las potestades de las tinieblas. Hieren de nuevo a Cristo, y le exponen al vituperio. Al pasar por alto la autoridad de la iglesia, manifiestan menosprecio por Dios, quien dio autoridad a la iglesia.

EN ESTA CARTA A LOS CORINTIOS, PABLO SE ESFORZÓ por mostrarles el poder de Cristo para guardarlos del mal. Sabía que si cumplieran con las condiciones expuestas serían revestidos de la fuerza del Poderoso. Como medio para ayudarles a librarse de la esclavitud del pecado y perfeccionar la santidad con el temor del Señor, Pablo les presentó con vehemencia los requerimientos de Aquel a quien habían dedicado sus vidas cuando se convirtieron. "Sois de Cristo" (V.M.), declaró. "No sois vuestros. . . Comprados sois por precio: glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios."

EL APÓSTOL BOSQUEJÓ FRANCAMENTE el resultado de volver de la vida de pureza y santidad a las prácticas corruptas del paganismo. "No erréis ­ escribió, ­ que ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los robadores, heredarán el reino de Dios."

 LES SUPLICÓ que dominaran las bajas pasiones 248 y apetitos. "¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo -les preguntó, ­el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios?" 1 Cor. 6:9,10,19.

AUNQUE PABLO POSEÍA ELEVADAS FACULTADES INTELECTUALES, su vida revelaba el poder de una sabiduría aún menos común, que le daba rapidez de discernimiento y simpatía de corazón, y le ponía en estrecha comunión con otros, capacitándolo para despertar su mejor naturaleza e inspirarlos a luchar por una vida más elevada. Su corazón estaba lleno de ardiente amor por los creyentes corintios. Anhelaba verlos revelar una piedad interior que los fortaleciera contra la tentación. Sabía que a cada paso del camino cristiano se les opondría la sinagoga de Satanás, y que tendrían que empeñarse diariamente en conflictos. Tendrían que guardarse contra el acercamiento furtivo del enemigo, rechazar los viejos hábitos e inclinaciones naturales, y velar siempre en oración.  

PABLO SABÍA QUE LAS MÁS VALIOSAS CONQUISTAS CRISTIANAS pueden obtenerse solamente mediante mucha oración y constante vigilancia, y trató de inculcar esto en sus mentes. Pero sabía también que en Cristo crucificado se les ofrecía un poder suficiente para convertir el alma y divinamente adaptado para permitirles resistir todas las tentaciones al mal. Con la fe en Dios como su armadura, y con su Palabra como su arma de guerra, serían provistos de un poder interior que los capacitaría para desviar los ataques del enemigo.

LOS CREYENTES CORINTIOS necesitaban una experiencia más profunda en las cosas de Dios. No sabían plenamente lo que significaba contemplar su gloria y ser cambiados de carácter en carácter. No habían visto sino los primeros rayos de la aurora de esa gloria. 

 EL DESEO DE PABLO para con ellos era que pudieran ser henchidos con toda la plenitud de Dios, que prosiguieran conociendo a Aquel cuya salida se prepara como la mañana, y continuaran aprendiendo de él hasta que llegaran a la plenitud del mediodía de una perfecta fe evangélica. 249

Los Hechos De Los Apóstoles En La Proclamación 

Del Evangelio De Jesucristo. (EGW). MHP


jueves, 18 de julio de 2019

CAPÍTULO 28. DÍAS DE TRABAJO Y DE PRUEBA.

Basado en Hechos 19:21-41; 20:1. 

DURANTE MÁS DE TRES AÑOS, Éfeso fue el centro de la obra de Pablo. Una iglesia floreciente se había levantado allí, y desde esa ciudad el Evangelio se había extendido por toda la provincia de Asia, tanto entre los habitantes judíos como entre los gentiles.  

EL APÓSTOL había estado planeado ahora por algún tiempo otro viaje misionero. "Se propuso Pablo en espíritu partir a Jerusalem, después de andada Macedonia y Acaya, diciendo: Después que hubiere estado allá, me será menester ver también a Roma." De acuerdo con este plan, envió "a Macedonia a dos de los que le ayudaban, Timoteo y Erasto;" pero sintiendo que la causa en Éfeso demandaba todavía su presencia, decidió permanecer allí hasta después de Pentecostés. Pronto, sin embargo, se produjo un suceso que apresuró su partida.

UNA VEZ AL AÑO SE CELEBRABAN EN ÉFESO ceremonias especiales en honor de la diosa Diana. Con este motivo, venían a la ciudad grandes multitudes de todas partes de la provincia y se efectuaban durante todo este período grandes fiestas con mucha pompa y esplendor.

Este tiempo de fiesta constituía un tiempo de prueba para aquellos que acababan de aceptar la fe. 

LA COMPAÑÍA DE LOS CREYENTES que se reunían en la escuela de Tirano era una nota discordante en el coro festivo, y se los hacía objeto del ridículo, el reproche y el insulto. Las labores de Pablo habían asestado al culto pagano un golpe eficaz, en consecuencia del cual se notaba un decaimiento perceptible en la asistencia a la fiesta nacional y en el entusiasmo de los adoradores. 

La influencia 237 de sus enseñanzas se extendía mucho más allá de los conversos efectivos a la fe. Muchos que no habían aceptado abiertamente las nuevas doctrinas, llegaron a iluminarse hasta tal punto que perdieron toda confianza en sus dioses paganos.

HABÍA TAMBIÉN OTRA CAUSA DE DESCONTENTO. Se había convertido en un extenso y lucrativo negocio en Éfeso la fabricación y venta de pequeños santuarios e imágenes, modeladas conforme al templo y la imagen de Diana. Los que se interesaban en esta industria descubrieron que sus ganancias disminuían, y todos concordaron en atribuir el desventurado cambio a las labores de Pablo.

Demetrio, un fabricante de templecitos de plata, reuniendo a los que trabajaban en ese oficio, dijo: "Varones, sabéis que de este oficio tenemos ganancia; y veis y oís que este Pablo, no solamente en Éfeso, sino a muchas gentes de casi toda el Asia, ha apartado con persuasión, diciendo, que no son dioses los que se hacen con las manos. Y no solamente hay peligro de que este negocio se nos vuelva en reproche, sino también que el templo de la gran diosa Diana sea estimado en nada, y comience a ser destruida su majestad, la cual honra toda el Asia y el mundo."  

Estas palabras despertaron las excitables pasiones del pueblo. "Llenáronse de ira, y dieron alarido, diciendo: ¡Grande es Diana de los Efesios!" Rápidamente se difundió un informe de este discurso. "Y la ciudad se llenó de confusión." 

SE BUSCÓ A PABLO, pero el apóstol no pudo ser hallado. Sus hermanos, siendo advertidos del peligro, le hicieron salir apresuradamente del lugar. Fueron enviados ángeles de Dios para guardar al apóstol; el tiempo en que había de morir como mártir todavía no había llegado. Ya que no podía encontrar el objeto de su ira, la turba se apoderó de "Gayo y Aristarco, Macedonios, compañeros de Pablo," y con éstos, "unánimes se arrojaron al teatro."

El lugar en que Pablo había sido ocultado no estaba muy distante, y pronto se enteró él del peligro en que se hallaban sus amados hermanos. Olvidando su propia seguridad, quiso ir al 238 teatro para hablar a los que causaban el tumulto. Pero "los discípulos no le dejaron." Gayo y Aristarco no eran la presa que el pueblo buscaba; de modo que no había de temerse que se les hiciese mucho daño. Pero a la vista del pálido y agobiado rostro del apóstol, se hubieran despertado las peores pasiones de la turba, y no habría habido la menor posibilidad humana de salvar su vida. 

PABLO ESTABA TODAVÍA ANSIOSO DE DEFENDER LA VERDAD ANTE LA MULTITUD; pero fue al fin disuadido por un mensaje de amonestación enviado desde el teatro. "Algunos de los principales de Asia, que eran sus amigos, enviaron a él rogando que no se presentase en el teatro." El tumulto del teatro iba creciendo. Algunos gritaban una cosa "y otros gritaban otra cosa; porque la concurrencia estaba confusa, y los más no sabían por qué se habían juntado."  

El hecho de que Pablo y algunos de sus compañeros fuesen de sangre hebrea, llenó a los judíos del deseo de mostrar claramente que no simpatizaban con él ni con su obra. Por lo tanto, presentaron a uno de los suyos para que expusiese el asunto ante el populacho.

El orador elegido fue Alejandro, uno de los artesanos, un calderero, a quien Pablo se refirió más adelante como a uno que le había hecho mucho daño. (2Tim. 4:14.)

 ALEJANDRO ERA UN HOMBRE DE CONSIDERABLE HABILIDAD, y concentró todas sus energías para dirigir la ira de la gente exclusivamente contra Pablo y sus compañeros. Pero la turba, dándose cuenta de que Alejandro era judío, lo hizo a un lado; y "fue hecha una voz de todos, que gritaron casi por dos horas: ¡Grande es Diana de los Efesios!" Al fin, completamente exhaustos, pararon, y hubo un silencio momentáneo. 

ENTONCES EL ESCRIBANO DE LA CIUDAD llamó la atención de la turba, y en virtud de su cargo consiguió que le escucharan. Hizo frente al pueblo en su propio terreno, y le mostró que no había motivo para ese tumulto. Apeló a su razón:  "Varones Efesios ­dijo,­ ¿y quién hay de los hombres que no sepa que la ciudad de los Efesios es honrada de la 239 grande diosa Diana, y de la imagen venida de Júpiter? Así que, pues esto no puede ser contradicho, conviene que os apacigüéis, y que nada hagáis temerariamente; pues habéis traído a estos hombres, sin ser sacrílegos ni blasfemadores de vuestra diosa. Que, si Demetrio y los oficiales que están con él tienen negocio con alguno, audiencias se hacen, y procónsules hay; acúsense los unos a los otros. Y si demandáis alguna otra cosa, en legítima asamblea se puede decidir. Porque peligro hay de que seamos argüídos de sedición por hoy, no habiendo ninguna causa por la cual podamos dar razón de este concurso. Y habiendo dicho esto, despidió la concurrencia."

EN SU DISCURSO DEMETRIO había indicado que su oficio estaba en peligro. Estas palabras revelan la verdadera causa del tumulto de Éfeso, y también la causa de mucha de la persecución que afrontaron los apóstoles en su trabajo. Demetrio y sus compañeros de oficio vieron que por la enseñanza y la extensión del Evangelio, el negocio de la fabricación de imágenes estaba en peligro. Los ingresos de los sacerdotes y artesanos paganos estaban comprometidos y por esta razón levantaron contra Pablo la más acerba oposición.

La decisión del escribano y de otros que ocupaban puestos de honor en la ciudad, había puesto a Pablo delante del pueblo como una persona inocente de acto ilegal alguno. Este fue otro triunfo del cristianismo sobre el error y la superstición. Dios había levantado a un gran magistrado para vindicar a su apóstol y detener a la turba tumultuosa. El corazón de Pablo se llenó de gratitud a Dios porque su vida había sido conservada y el cristianismo no había cobrado mala fama a causa del tumulto de Éfeso.

"Y DESPUÉS QUE CESÓ EL ALBOROTO, llamando Pablo a los discípulos, habiéndoles exhortado y abrazado, se despidió, y partió para ir a Macedonia." En este viaje fue acompañado por dos fieles hermanos efesios, Tíquico y 'Trófimo.

LAS LABORES DE PABLO EN ÉFESO TERMINARON. Su ministerio había sido una época de labor incesante, de muchas pruebas y 240 profunda angustia. Él había enseñado a la gente en público y de casa en casa, instruyéndola y amonestándola con muchas lágrimas. Había tenido que hacer frente continuamente a la oposición de los judíos, quienes no perdían oportunidad para excitar el sentimiento popular contra él.

MIENTRAS BATALLABA ASÍ contra la oposición, impulsando con celo incansable la obra del Evangelio y velando por los intereses de una iglesia todavía nueva en la fe, Pablo sentía en su alma una preocupación por todas las iglesias.

LAS NOTICIAS DE QUE HABÍA APOSTASÍA en algunas de las iglesias levantadas por él, le causaban profunda tristeza. Temía que sus esfuerzos en favor de ellas pudieran resultar inútiles. Pasaba muchas noches de desvelo en oración y ferviente meditación al conocer los métodos que se empleaban para contrarrestar su trabajo. Cuando tenía oportunidad y la condición de ellas lo demandaba, escribía a las iglesias para reprenderlas, aconsejarlas, amonestarlas y animarlas. 

EN ESTAS CARTAS, el apóstol no se explaya en sus propias pruebas; sin embargo, ocasionalmente se vislumbran sus labores y sufrimientos en la causa de Cristo. Por amor al Evangelio soportó azotes y prisiones, frío, hambre y sed, peligros en tierra y mar, en la ciudad y en el desierto, de sus propios compatriotas y de los paganos y los falsos hermanos. Fue difamado, maldecido, considerado como el desecho de todos, angustiado, perseguido, atribulado en todo, estuvo en peligros a toda hora, siempre entregado a la muerte por causa de Jesús.

En medio de la constante tempestad de oposición, el clamor de los enemigos y la deserción de los amigos, el intrépido apóstol casi se descorazonaba. Pero miraba hacia atrás al Calvario, y con nuevo ardor se empeñaba en extender el conocimiento del Crucificado. No estaba sino hollando la senda manchada de sangre que Cristo había hollado antes. No quería desistir de la guerra hasta que pudiera arrojar su armadura a los pies de su Redentor. 241

Los Hechos De Los Apóstoles En La Proclamación 

Del Evangelio De Jesucristo. (EGW). MHP