jueves, 19 de noviembre de 2009

12 ¡ MARANATA EL SEÑOR VIENE ! "La Senda de la vida"


LA SENDA DE LA VIDA. Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan. (Mat. 7: 13, 14).
Cristo nos invita a entrar en la senda angosta, donde cada paso significa abnegación. Nos invita a estar de pie sobre la plataforma de la verdad eterna y luchar tesoneramente por la fe dada una vez a los santos. . .
Al acercarnos al tiempo cuando los principados, las potestades y las huestes espirituales de maldad que se encuentran en las regiones celestiales sean lanzados de lleno en su lucha contra la verdad, cuando el poder engañoso de Satanás sea tan grande que trate de seducir, si fuere posible, a los mismos elegidos, nuestro entendimiento debe ser aguzado mediante la iluminación divina a fin de que los artificios de Satanás no nos resulten desconocidos. Todo el tesoro del cielo está a nuestra disposición para que preparemos el camino del Señor. Al darnos la cooperación de los santos ángeles, Dios ha hecho posible que nuestra obra sea un éxito maravilloso y glorioso. Pero rara vez el éxito será el resultado del esfuerzo esporádico. Se requiere la influencia conjunta de todos los miembros de la iglesia.
La iglesia necesita hoy hombres que, como Enoc, caminen con Dios, y revelen a Cristo al mundo. Los miembros de iglesia necesitan alcanzar una norma más elevada. Los mensajeros celestiales están esperando para comunicarse con los que han anulado el yo, cuyas vidas son un cumplimiento de las palabras: "Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Gál. 2: 20). De tales hombres y mujeres debe estar compuesta la iglesia antes que su luz pueda alumbrar al mundo con rayos claros y nítidos. Nuestro concepto del Sol de justicia está oscurecido por el egoísmo. Cristo es crucificado de nuevo por muchos que por su complacencia propia permiten que Satanás los domine. . .
Es el propósito de Dios que todos sean probados para ver si son leales o desleales a las leyes que gobiernan el reino de los cielos. Hasta el fin Dios le permite a Satanás manifestarse como mentiroso, acusador y homicida. De esa manera el triunfo final de su pueblo llega a ser más señalado, más glorioso.* 109

SOCIOS DE CRISTO
Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. (Juan 15: 5).
¡El fin está cerca! Dios invita a la iglesia a poner en orden las cosas que quedan. Colaboradores de Dios, estáis facultados por el Señor para llevar a otros al reino. Habéis de ser los agentes vivos de Dios, conductos de luz para el mundo, y en derredor vuestro hay ángeles del cielo, enviados por Cristo para sosteneros y fortaleceros mientras trabajáis por la salvación de las almas. . .
Destacaos como separados y distintos del mundo, como personas que están en el mundo, pero que no son de él, y reflejad los brillantes rayos del Sol de justicia, siendo puros, santos y sin contaminación, y haciendo brillar con fe la luz en todos los caminos y vallados de la tierra.
Despiértense las iglesias antes que sea eternamente demasiado tarde. Asuma cada miembro su obra individual y vindique el nombre del Señor, que lleva sobre sí. Que la fe sana y la ferviente piedad reemplacen la pereza y la incredulidad. Cuando la fe eche mano de Cristo, la verdad deleitará el alma y los servicios religiosos no serán áridos ni carentes de interés. . . Diariamente tendréis una rica experiencia mientras practiquéis el cristianismo que profesáis. Se convertirán los pecadores. . .
¡Ojalá que todos se despertaran y manifestasen al mundo que su fe es una fe viva, que aguarda al mundo una crisis vital y que Jesús vendrá pronto! Dejemos ver a los hombres que creemos estar en los límites del mundo eterno.
La edificación del reino de Dios queda rezagada o fomentada de acuerdo con la infidelidad o la fidelidad de los agentes humanos. La obra queda estorbada cuando los agentes humanos no cooperan con los agentes divinos. Los hombres pueden orar: "Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra" (Mat. 6: 10); pero si en su vida no actúan de acuerdo con su oración, sus peticiones serán infructuosas. Pero aunque seamos débiles, sujetos a error y pecado, el Señor nos ofrece asociarnos con él. Nos invita a colocarnos bajo la instrucción divina. Uniéndonos con Cristo, podemos realizar las obras de Dios; "Separados de mí -dijo Cristo- nada podéis hacer".* 110

REPRESENTANTES DEL SALVADOR
Manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras. (1 Ped. 2: 12).
Dios espera de los que llevan el nombre de Cristo, que lo representen. . .
Los seguidores de Cristo han de estar separados del mundo en sus principios e intereses; pero no deben aislarse del mundo. El Salvador trataba constantemente con los hombres, no para alentarlos en cosa alguna que no estuviese de acuerdo con la voluntad de Dios, sino para elevarlos y ennoblecerlos. "Me santifico. . . -declaró- para que también ellos sean santificados" (Juan 17: 19). Así también el cristiano ha de morar entre los hombres, a fin de que el sabor del amor divino pueda ser como la sal para preservar el mundo de la corrupción . . .
Lo que mucho necesitamos es el poder de una vida más elevada, más pura y más noble. El mundo está observando para ver qué frutos llevan los que profesan ser cristianos. Tiene derecho a esperar abnegación y sacrificio de los que creen en la verdad avanzada. Está observando, listo para criticar aguda y severamente nuestras palabras y acciones . . . En la mente de todos aquellos con quienes debemos tratar, se están haciendo constantemente impresiones favorables o no de la religión de la Biblia.
Y Dios y los ángeles están observando. Él desea que sus hijos demuestren por su vida la ventaja que sobre la mundanalidad tiene el cristianismo; que demuestren que están trabajando en un plano elevado y santo. Él anhela verlos manifestar que la verdad recibida los ha hecho hijos del Rey celestial. Anhela hacerlos conductos por los cuales pueda derramar su ilimitado amor y misericordia.
Cristo está aguardando con deseo anhelante la manifestación de sí mismo en su iglesia. Cuando el carácter de Cristo se reproduzca perfectamente en su pueblo, entonces vendrá a buscar a los suyos. Es privilegio de todo cristiano, no solamente esperar la venida de nuestro Señor, sino también apresurarla. Si todos los que profesan su nombre estuviesen llevando frutos para su gloria. ¡Cuán prestamente se sembrarían en todo el mundo las semillas del Evangelio! ¡Con cuánta presteza maduraría la última gran mies, y vendría Cristo!* 111

UN CARÁCTER QUE EL MUNDO RECONOZCA
Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo. (Fil. 2: 15).
Es el propósito de Dios manifestar por medio de su pueblo los principios de su reino. A fin de que en su vida y su carácter se revelen estos principios, desea separarlos de las costumbres, los hábitos y las prácticas del mundo. . . Al contemplar la bondad, la misericordia y el amor de Dios revelados en su iglesia, el mundo ha de tener una representación de su carácter. Cuando la ley de Dios quede así ejemplificada en la vida, el mundo mismo reconocerá la superioridad de los que aman, temen y sirven a Dios, con respecto a cualquier otro pueblo del mundo.
Los adventistas del séptimo día, por sobre todos los pueblos, deben ser modelos de piedad, santos en su corazón y su conversación. A ellos han sido confiadas las verdades más solemnes que se hayan dado alguna vez a los mortales. Toda dotación de gracia, poder y eficiencia ha sido provista liberalmente. Ellos esperan el pronto regreso de Cristo en las nubes de los cielos. El que den al mundo la impresión de que su fe no es una fuerza dominante en sus vidas, deshonra grandemente al Señor.
Debido al creciente poder de las tentaciones de Satanás, los tiempos en los cuales vivimos están llenos de peligros para los hijos de Dios, y necesitamos aprender constantemente del gran Maestro, a fin de que podamos dar todo paso con seguridad y justicia. Nos esperan escenas maravillosas; y en este tiempo debe manifestarse en la vida del profeso pueblo de Dios un testimonio vivo, a fin de que el mundo pueda ver que en estos tiempos en que el mal reina por todos lados, hay todavía un pueblo que pone a un lado su voluntad y procura hacer la de Dios, un pueblo en cuyo corazón y vida está escrita la ley divina . . .
Sus pensamientos han de ser puros, sus palabras nobles y elevadoras. La religión de Cristo se ha de entretejer con todo lo que hagan y digan. Han de ser un pueblo santificado, purificado, santo, que comunique la luz a aquellos con quienes lleguen a tratar. Es propósito de Dios, que ejemplificando la verdad en sus vidas, sean una alabanza en la tierra. La gracia de Cristo basta para producir esto.* 112

EL TESTIMONIO QUE EL MUNDO NECESITA
Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres. (2 Cor. 3: 2).
La transformación del carácter ha de atestiguar al mundo que el amor de Cristo mora en nosotros. El Señor espera que su pueblo demuestre que el poder redentor de la gracia puede obrar en el carácter deficiente, y desarrollarlo simétricamente para que lleve abundante fruto.
Pero a fin de que cumplamos el propósito de Dios, debe hacerse una obra preparatoria. El Señor nos ordena que despojemos nuestro corazón del egoísmo, que es la raíz del enajenamiento. Él anhela derramar sobre nosotros su Espíritu Santo en abundante medida, y nos ordena que limpiemos el camino por el renunciamiento. Cuando entreguemos el yo a Dios, nuestros ojos serán abiertos para ver las piedras de tropiezo que nuestra falta de cristianismo ha colocado en el camino ajeno. Dios nos ordena que las eliminemos todas. Dice: "Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados" (Sant. 5: 16). Entonces podemos tener la seguridad que tuvo David, cuando después de haber confesado su pecado oró: "Vuélveme el gozo de tu salvación, y el espíritu noble me sustente. Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos; y los pecadores se convertirán a ti" (Sal. 51: 12, 13).
Cuando la gracia de Dios reine en el interior, el alma quedará rodeada de una atmósfera de fe y valor, y de un amor como el de Cristo, una atmósfera que vigorizará la vida espiritual de todos los que la inhalen. . . Todo aquel que participe del amor perdonador de Cristo, todo aquel que haya sido iluminado por el Espíritu de Dios y convertido a la verdad, sentirá que, en virtud de estas bendiciones preciosas, tiene una deuda para con toda alma con la cual llegue a tratar. El Señor utilizará a los que son de corazón humilde para alcanzar las almas que no pueden alcanzar los ministros ordenados. Serán inducidos a pronunciar palabras que revelarán la gracia salvadora de Cristo.
Y al beneficiar a otros, serán beneficiados ellos mismos. Dios nos da oportunidad de impartir gracia, a fin de que pueda él volvernos a llenar con un aumento de su gracia. La esperanza y la fe se fortalecerán a medida que el agente de Dios obre con los talentos y facilidades con que Dios lo ha provisto. Obrará con él un instrumento divino.* 113

CUANDO DIOS CUBRE LAS DEFICIENCIAS
Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios. (2 Cor. 6: 1).
Debemos participar en la obra de Dios en todo el mundo; doquiera haya almas que salvar, debemos prestar nuestra ayuda, para que muchos hijos e hijas puedan ser traídos a Dios. Él está cerca y por esto debemos aprovechar al máximo toda habilidad que se nos haya confiado y todo medio que ofrezca ayuda para la obra.*
Cómo se sentirán los ángeles al ver que el fin se acerca mientras muchos de aquellos a quienes se ha confiado el último mensaje de misericordia se apiñan para asistir a reuniones en beneficio de sus propias almas, y se sienten insatisfechos si no hay tanta predicación, mientras se preocupan poco por la salvación de los demás y están haciendo poco en este sentido también. Todos los que están realmente unidos con Cristo por medio de una fe viviente, serán participantes de la naturaleza divina. Estarán constantemente recibiendo de él vida espiritual, y no podrán permanecer silenciosos.
La vida siempre se manifiesta mediante la acción. Si el corazón está vivo, enviará sangre a todas las partes del cuerpo. Los que tengan el corazón lleno de vida espiritual no necesitarán que se los inste para que lo revelen. La vida divina surgirá de ellos en ricos raudales de gracia. Al orar, al hablar y al trabajar, glorifican a Dios.*
No es el más brillante ni el más talentoso aquel cuya obra produce los resultados más grandes y más duraderos. ¿Quiénes son los obreros más eficientes? Los que responden a la invitación: "Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón" (Mat. 11: 29).
Si los hombres a quienes Dios ha confiado talentos intelectuales se niegan a usar esos dones para su gloria, después de probarlos los dejará que sigan su camino y tomará hombres que no parecen estar tan ricamente dotados, que no tienen tanta confianza propia, y hará fuertes de los débiles porque confían en que Dios hará lo que ellos no pueden hacer por sí mismos. Dios aceptará el servicio prestado de todo corazón, y cubrirá las deficiencias.*
Los ángeles están atentos para oír qué clase de informe dáis al mundo acerca de vuestro Señor.* 114

PREDICACIÓN PODEROSA
En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. (Mat. 3: 1, 2).
Juan el Bautista durante su vida en el desierto aprendió de Dios. Estudiaba las revelaciones de Dios en la naturaleza. Bajo la dirección del Espíritu divino, estudiaba los rollos de los profetas. De día y noche estudiaba a Cristo; él era su meditación; hasta que su mente, su corazón y su alma estaban llenos de la gloriosa visión.
Contemplaba al Rey en su hermosura, y perdía de vista al yo. Consideraba la majestad de la santidad, y reconocía su incapacidad e indignidad. Debía anunciar el mensaje de Dios. Debía permanecer de pie con el poder y la justicia de Dios. Estaba listo para salir como mensajero del Cielo, impávido frente a los hombres, porque había contemplado al Divino. Podía comparecer sin temor frente a los monarcas terrenales, porque se había inclinado tembloroso ante el Rey de reyes.
Juan proclamó su mensaje sin recurrir a argumentos complicados ni teorías alambicadas. Sorprendente y enérgica, pero llena de esperanza, su voz se oyó en el desierto diciendo: "Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado" (Mat. 3: 2). Conmovió a la gente con un poder nuevo y extraño. Toda la nación fue sacudida. Multitudes acudían al desierto. . . Y todos, aun los fariseos y los saduceos, los fríos e indiferentes burladores, se retiraban con su burla acallada y el corazón herido por el sentimiento de sus pecados. . .
En esta época, precisamente antes de la segunda venida de Cristo en las nubes del cielo, debe hacerse una obra como la de Juan. Dios llama a hombres para que preparen a un pueblo que permanezca de pie en el gran día del Señor. . . Como pueblo que cree en la pronta venida de Cristo, tenemos un mensaje que dar: "Prepárate para venir al encuentro de tu Dios" (Amós 4: 12). Nuestro mensaje debe ser tan directo como el de Juan. Reprendió a reyes por su iniquidad. Aunque su vida corría peligro, no vaciló en declarar la palabra de Dios. Con la misma fidelidad debemos hacer ahora nuestra obra.
A fin de dar un mensaje como el de Juan, debemos tener una experiencia espiritual semejante a la suya. Debe hacerse en nosotros la misma obra. Debemos contemplar a Dios, y al contemplarlo, perder de vista al yo.* 115

"HE AQUÍ EL CORDERO DE DIOS"
"He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo". (Juan 1: 29).
Juan tenía por naturaleza las faltas y debilidades comunes a los seres humanos; pero el toque del amor divino lo había transformado. Cuando, después del comienzo del ministerio de Cristo, los discípulos de Juan fueron a él quejándose de que todos estaban siguiendo al nuevo Maestro, Juan mostró cuán claramente comprendía su relación con el Mesías y con cuánto gozo daba la bienvenida a Aquel cuyo camino había preparado.
"No puede el hombre recibir nada -dijo-, si no le fuere dado del cielo. Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de él. . . Así pues, este mi gozo está cumplido. Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe" (Juan. 3: 27-30).
Al contemplar por fe al Redentor, Juan se había elevado a la altura de la abnegación. No trataba de atraer a sí mismo a los hombres, sino que trataba de elevar sus pensamientos cada vez más alto, hasta que reposaran en el Cordero de Dios. Él había sido sólo una voz, un clamor en el desierto. Ahora aceptaba con gozo el silencio y la oscuridad, a fin de que los ojos de todos pudieran volverse hacia la Luz de la vida.
Los que sean fieles a su vocación de mensajeros de Dios no buscarán honra para sí mismos. El amor al yo será absorbido por el amor a Cristo. Reconocerán que su obra consiste en proclamar, como lo hizo Juan el Bautista: "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo". Exaltarán a Jesús, y con él la humanidad será exaltada. . .
El alma del profeta, despojada del yo, se llenó de la luz del Ser divino. . . Dio testimonio acerca de la gloria del Salvador. En esta gloria de Cristo todos sus seguidores han de participar. . . Podemos recibir la luz del cielo sólo en la medida en que estemos dispuestos a despojarnos del yo. Podemos percibir el carácter de Dios y aceptar a Cristo por fe sólo si estamos dispuestos a someter todo pensamiento a la obediencia a Cristo. A todos los que lo hacen, se les da el Espíritu Santo sin medida. En Cristo "habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él" (Col. 2: 9, 10).* 116

EL LLAMADO DE DIOS A LA REFORMA
E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto. (Luc. 1: 17).
Juan el Bautista salió con el espíritu y el poder de Elías, para preparar el camino del Señor, y para hacer volver el pueblo a la sabiduría de los justos. Él fue un representante de los que viven en estos últimos días, a quienes Dios ha confiado verdades sagradas para presentar delante del pueblo con el propósito de preparar el camino para la segunda aparición de Cristo.*
Los que deben preparar el camino para la segunda venida de Cristo están representados por el fiel Elías, así como Juan vino en el espíritu de Elías a fin de preparar el camino para su primera venida. El gran tema de la reforma debe ser puesto sobre el tapete, y la mente del público debe ser sacudida. La temperancia en todas las cosas debe estar relacionada con el mensaje, para apartar al pueblo de Dios de su idolatría, su glotonería y su extravagancia en el vestir y en otras cosas.
Debe presentarse a la gente la abnegación, la humildad y la temperancia que se requiere de los justos, a quienes Dios guía y bendice especialmente, en contraste con los hábitos extravagantes y destructores de la salud de los que viven en esta época degenerada. Dios ha mostrado que la reforma sanitaria está tan íntimamente relacionada con el mensaje del tercer ángel como la mano lo está con el cuerpo. No puede encontrarse en ninguna otra cosa una causa tan grande de degeneración física y moral como en el descuido de este importante asunto. Son culpables ante Dios los que satisfacen sus apetitos y pasiones, y cierran los ojos a la luz por temor de percibir complacencias pecaminosas que no están dispuestos a abandonar. . .
La Providencia ha estado dirigiendo al pueblo de Dios para que se aparte de las costumbres extravagantes del mundo, de la satisfacción de apetitos y pasiones, a fin de ocupar su lugar en la plataforma de la abnegación y la temperancia en todas las cosas. El pueblo que Dios guía debe ser peculiar. No debe ser semejante al mundo. Pero si sigue la dirección de Dios, cumplirá sus propósitos, y someterá su voluntad a la voluntad de Dios. Cristo morará en el corazón. El templo de Dios será santo. Vuestro cuerpo, dice el apóstol, es templo del Espíritu Santo.* 117

PROMOVED LA VIDA SANA
Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. (Rom. 12: 1).
Es imposible que un hombre presente su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, si continúa satisfaciendo hábitos que lo están privando del vigor físico, mental y moral. . . "No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta" (Rom. 12: 2).*
Estamos en un mundo que se opone a la justicia o pureza de carácter, y especialmente al crecimiento en la gracia. Doquiera miremos, vemos contaminación, corrupción, deformidad y pecado. ¡Cómo contrasta todo esto con la obra que debe realizarse en nosotros precisamente antes de recibir el don de la inmortalidad¡ Los escogidos de Dios deben erguirse inmaculados en medio de las corrupciones que abundan a su alrededor en estos últimos días. Sus cuerpos deben ser santificados, sus espíritus, puros. Si esta obra ha de hacerse, debe ser emprendida ahora mismo, con fervor e inteligencia. El Espíritu de Dios debe tener perfecto dominio, y ejercer su influencia sobre cada acto.
La reforma sanitaria es un rama de la gran obra que ha de preparar a un pueblo para la venida del Señor. . . Los hombres y las mujeres no pueden violar la ley natural para satisfacer apetencias pervertidas y pasiones sensuales sin violar la ley de Dios. Por lo tanto Dios ha permitido que la luz de la reforma sanitaria resplandezca sobre nosotros para que podamos comprender que es pecado quebrantar las leyes que él ha incorporado en nuestro propio ser. . .
Explicar la ley natural e instar a que se le obedezca es una obra que acompaña al mensaje del tercer ángel. . . El propósito de Dios consiste en que este tema sea puesto sobre el tapete y que el público sea inducido a investigarlo, porque es imposible que hombres y mujeres que están bajo el poder de hábitos pecaminosos que destruyen la salud y el vigor mental, aprecien la verdad sagrada.* 118

LA VIRTUD DE LA ABNEGACIÓN
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. (Gál. 2: 20).
Mediante la fe Pablo se apropió de la gracia de Cristo, y esta gracia suplió las necesidades de su alma. Por la fe recibió el don celestial, y lo impartió a las almas anhelosas de luz. Esta es la experiencia que necesitamos. . . Orad por esta fe; luchad por ella. Creed que Dios os la dará.
Hay una gran obra que hacer en nuestro mundo. No es una quimera: Ante nosotros hay realidades vivientes. Por todas partes se ven las manifestaciones del poder de Satanás. Cooperemos con el que obra para restaurar y elevar, y no olvidemos que el que trabaja para Cristo debe obtener su fuerza de la Fuente de toda fortaleza. . . Los cristianos necesitan pensamiento poderoso, firmeza de voluntad y conocimiento que proviene del estudio de la Palabra de Dios. No pueden darse el lujo de llenar la mente de asuntos baladíes. . .
Aprended del que dijo: "Soy manso y humilde de corazón" (Mat. 11: 29). Al aprender de él, hallaréis descanso. Día tras día obtendréis experiencia en las cosas de Dios; día tras día comprenderéis la grandeza de su salvación y cuán gloriosa es la unión con él. Constantemente aprenderéis mejor a vivir como Cristo, y constantemente creceréis más a semejanza del Salvador.
Si estamos dispuestos a morir al yo y a ampliar nuestra idea de lo que Cristo puede ser para nosotros y de lo que nosotros podemos ser para él, si nos unimos mutuamente en los lazos del compañerismo cristiano, Dios obrará con gran poder por medio de nosotros. Entonces seremos santificados por la verdad. Seremos realmente escogidos por Dios y estaremos dirigidos por su Espíritu. Cada día de vida será precioso porque veremos en él una oportunidad de usar los dones que se nos han concedido para beneficio de los demás.*
Debemos olvidarnos de nosotros mismos en el amante servicio en favor de los demás. . . Puede ser que no recordemos algunos actos de bondad que hayamos hecho; quizá se hayan borrado de nuestra memoria. Pero la eternidad revelará en todo su esplendor cada acto realizado por la salvación de las almas, cada palabra pronunciada para animar a los hijos de Dios.

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